La pandemia revela que el mundo, aun con todos los adelantos científicos, es vulnerable. Evidentemente, vivimos en la era de la incertidumbre, cuando pensábamos que era el momento protagónico para las ciencias y las tecnologías o de la revolución científica- tecnológica. El coronavirus amplificó una vulnerabilidad mundial, de nada sirven las grandes armas de destrucción masiva cuando emerge con claridad que las armas biológicas pueden ser tan eficaces y de bajo “costos”, sin embargo, este virus conecta con el análisis interpretativo como algo que se debe deslizar en nuestras formas de observar con agudeza el mundo: “Mirar el bosque y no un árbol”, y no solo en la vida cotidiana en la que pasamos de un momento a otro a un inducido arresto domiciliario familiar, sino en las prácticas de nuestro modo de vida, algo muy significativo como reconfigurar la organización compleja de la sociedad, la política, trabajo, economía, la cultura como un todo. Poscoronavirus, jamás podemos ser los de siempre, es un axioma que el mundo no será el mismo, de lo contrario la lección o la prueba natural no aleccionó. En una primera síntesis debo decir lo que nos está ocurriendo va a derivar en una nueva conducta, cosmovisión–acción del ser humano. Es imperioso enfocarnos en la comprensión que la arrogancia y la soberbia no pueden estar nunca sobre la lógica.
Según los científicos el virus coronavirus se le adelantó a la próxima pandemia, es la crisis climática. La diversidad en la lucha contra el cambio climático debe ser una prioridad del mundo desarrollado y subdesarrollado, y no una víctima de esta crisis. Los líderes políticos no deben dejar esto en manos de intereses económicos. El cambio climático en el mundo de la sociedad científica no podrá decir que no estaba avisada, los actuales resultados son tangibles en sus estudios o investigaciones, desde ya las exigencias deben ser aceptadas por muy radicales que sean para hacer frente a la otra gran por venir emergencia, la climática.
Tomando como referente algunos análisis vinculados al tema: “La pandemia afectará desde la forma en que trabajamos y ganamos dinero hasta el funcionamiento de industrias y comercios; desde el significado del tiempo libre hasta el tipo de vivienda que vamos a preferir; desde la discusión de un salario universal hasta el tipo de organización gubernamental. Se va a acelerar la revolución científica y tecnológica que estamos atravesando. Habrá que repensar las ideologías y las organizaciones de gobierno. Habrá que determinar si vamos a un tipo de sociedad más participativa o una más autoritaria. Y si este cambio puede hacer frente con éxito a la más grave consecuencia de la globalización: la acumulación extraordinaria de riqueza en unas muy pocas manos”.
En correspondencia con lo anterior, “el historiador Yuval Noah Harari, autor de una serie de best sellers sobre los cambios científicos, cree que las alternativas de salida de la crisis son extremadamente contrapuestas. “O vamos hacia una sociedad de vigilancia totalitaria masiva o de empoderamiento de los ciudadanos; de aislamiento nacionalista o solidaridad global”, dice. Harari cree que vamos hacia mayores pérdidas de las libertades individuales después de las que se impusieron tras los ataques del 11/S en 2001. “Habrá una vigilancia masiva. Se requerirán certificados de salud para poder viajar. Y si hasta ahora teníamos vigilancia `sobre la piel´ cada vez que entramos en un sitio de Internet, hacemos un click o enviamos mensajes; vamos a tener vigilancia `bajo la piel´ midiéndonos la fiebre o la presión hasta nuestros sentimientos. Y pone como ejemplo, los detectores masivos de temperatura que se colocaron en aeropuertos, estaciones de trenes y otros lugares de concurrencia masiva”
En cuanto a las ideas y las transformaciones económicas, tengo una visión compartida con el sociólogo William Davies, que escribió en The Guardian: Lo más parecido a esta crisis del coronavirus es lo ocurrido en los años setenta con el aumento de los precios del petróleo y la inflación. Esa crisis ejemplificó la forma en que una ruptura histórica puede colocar a una economía y una sociedad en un nuevo camino. “Este período marcó el colapso del sistema de posguerra de los tipos de cambio fijos, los controles de capital y las políticas salariales, que se manifestaban con una inflación incontrolable”, explica Davies. “También creó las condiciones por las que surgieron líderes como Margaret Thatcher y Ronald Reagan con sus teorías del libre mercado”
Articulado a lo anterior, la crisis del coronavirus se percibe más cercana a una guerra estratégica que a una inducida recesión económica. Al final, los encargados de formular políticas gubernamentales serán juzgados en términos de cuántos miles de personas mueran. Los asuntos de vida y muerte ocasionan cambios de política más drásticos que los indicadores económicos. “En lugar de ver esto como una crisis del capitalismo, podría entenderse mejor como el tipo de evento mundial que permite nuevos comienzos económicos, políticos e intelectuales”, asegura el sociólogo Davies.
Finalmente, esta pandemia va a acelerar también el develado desafío comercial por el liderazgo de la revolución científico / tecnológica entre Estados Unidos vs China. Quien salga con resultados positivos va a ser la potencia dominante en las próximas décadas.
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