OPINIÓN

Portafolio fuera de la caja (I)

por César Tinoco César Tinoco

¿Qué es una cartera o portafolio?

Supongamos que tenemos disponible una determinada cantidad de nuestro dinero para invertir y que también tenemos un número infinito de instrumentos financieros (convencionales y no-convencionales o alternativos) en los cuales colocar dicha cantidad de dinero.

Las dos primeras y más fundamentales preguntas a responder son entonces: ¿En cuáles instrumentos? y ¿qué porción, del monto total de dinero, deberíamos invertir en cada instrumento seleccionado?

Por supuesto, tales porciones de dinero deben ser positivas y sumar uno. Una cartera o portafolio es, en consecuencia, una porción de dinero distribuida (invertida) en un número finito de instrumentos que tienen, como mínimo, tres características asociadas vistas en el conjunto o portafolio: un rendimiento, un riesgo y algún grado de liquidez (la menos considerada siempre).

El rendimiento del portafolio es el rendimiento ponderado por porción de dinero invertida (peso) en los instrumentos que conforman ese portafolio.

En cuanto al riesgo, la mayoría de las situaciones tenemos a nuestro alcance datos suficientes sobre precios de cada instrumento y lo cual nos permite hallar las variaciones de precio de los mismos. Esta última serie de datos nos permite, por ejemplo, obtener la desviación estándar de las variaciones de precios. Aquí, la desviación estándar es una medida natural de riesgo de las variaciones de precios o rendimientos y que también nos suministra información sobre las probabilidades de un determinado rendimiento.

Conocido lo anterior, cuanto mayor sea la tasa de rendimiento que queremos del portafolio, entonces mayor será el riesgo que debemos asumir y, por lo tanto, mayor deberá ser la desviación estándar de la cartera y este es un concepto fundamental en la teoría financiera: a mayor rendimiento exigido por quien invierte o presta sus fondos, entonces mayor riesgo debe asumir (y viceversa).

A partir de lo escrito hasta el momento, es posible concluir dos cosas: una es que no hay tal cosa como alto rendimiento y bajo riesgo (las cajas de ahorro de Venezuela ya aprendieron sobre la relación riesgo-rendimiento a raíz de la crisis de 2009-2010); la otra es que, dada la tasa de rendimiento esperada deseada del portafolio, es posible encontrar aquella composición, en porción de dinero distribuida entre los instrumentos, que minimice su riesgo.

El anterior fue el problema planteado y resuelto por primera vez en 1955, por el futuro premio Nobel de Economía en 1990 Harry Markowitz con su tesis doctoral, en donde propuso una solución explícita a ese problema (el año de 1990 también recibieron el Nobel Merton Miller y William Sharpe). A este desarrollo se le llamó, en ese entonces, «Teoría Moderna del Portafolio» o TMP.

Tengo que decirlo por si es el caso y hay “outliers” (en el sentido del libro de Malcolm Gladwell) entre los lectores: hay casos en donde disponemos de pocos datos y solo conocemos, por ejemplo, el rendimiento esperado de un activo pero no su desviación estándar (ni sus covarianzas). En esos casos, la TMP no nos es de utilidad y debemos recurrir a métodos no-convencionales para conformar el portafolio. Uno de esos métodos es el de la Máxima Entropía, que le da sentido al problema en conexión con la incertidumbre asociada. Otro es el Proceso Analítico Jerárquico (Analytical Hierarchy Process), mismo que opera en estrecha conexión con la idiosincrasia del tomador de decisiones sobre el portafolio a conformar, a partir de sus objetivos, imaginación, conocimiento y experiencia.

A propósito de la defensa de su tesis doctoral y 35 años después de la misma, Markowitz, en el párrafo final de su disertación de 9 páginas por el premio (Nobel Lecture), fechada el 7 de diciembre de 1990, en el Baruch College de la ciudad de Nueva York, recordando a Milton Friedman, quien fue uno de sus jurados, dijo:

“Finalmente, me gustaría añadir un comentario sobre la teoría del portafolio como parte de la microeconomía de la acción bajo incertidumbre, ya que no siempre fue considerada así. Por ejemplo, cuando defendí mi tesis doctoral como estudiante en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, el profesor Milton Friedman argumentó que la teoría de portafolio no era economía y que no podían otorgarme un doctorado en Economía por una disertación que no era en economía. Asumí que el profesor Friedman solo hablaba medio en serio ya que me otorgaron el PhD sin problema. En cuanto al argumento del profesor Friedman, estoy dispuesto a concederle la razón: en el momento en que defendí mi tesis, la teoría de la cartera no formaba parte de la economía. Pero ahora sí forma parte».

El caso es que con la TMP (en realidad con cualquiera de las metodologías convencionales, incluida la TMP y probado que existan suficientes datos) uno halla la proporción o peso de cada instrumento seleccionado para adecuar la relación riesgo-rendimiento requerida. Lo razonable es pensar que un portafolio que minimice el riesgo para un nivel de rendimiento dado, cuente con una muy poca porción del instrumento más riesgoso (más volátil) y ese suele ser el caso de consideración de una criptomoneda, como bitcoin (o ethereum), en un portafolio con instrumentos convencionales como acciones y bonos.

Continuaré con el tema específico de portafolios con criptomonedas en el artículo de la semana que viene.