OPINIÓN

Por si las moscas

por Antonio Guevara Antonio Guevara
Iván Márquez: los audios que confirmarían su muerte en Venezuela

Foto El Tiempo

El morbo político que más ha aquejado a los venezolanos en estos tiempos de revolución bolivariana es cantar victoria antes de tiempo. Siempre los agarran en el corri corri entre primera y segunda base. Y los cantan out facilito. Es el mal del triunfalismo. Sin esperar las confirmaciones y las verificaciones de las noticias que se ponen a rodar en redes, se sale en caravana a tocar corneta y a celebrar por adelantado. Después viene la verdad y la caravana es ahora para pasear el desencanto, la decepción y la desesperanza. Los mejores ejemplos son los domingos de elecciones desde hace 24 años. Las esperas angustiantes frente a las barandas televisadas del CNE están precedidas de numeritos alegres a favor del cambio hasta que sale en horas de la madrugada Francisco Carrasquero o Tibisay Lucena con el balde de agua fría de los números oficiales y congela por completo la fiesta.

En este momento se está cantando otra victoria política y militar por adelantado. Y, sin confirmar ni tener alguna evidencia oficial, se está dando como parte del score a favor de la democracia y la paz en Venezuela la supuesta muerte de Luciano Marín Arango alias Iván Márquez, líder de la Nueva Marquetalia. El jefe guerrillero habría sido asesinado en Venezuela en una operación militar cuyo origen no ha sido atribuido a ninguna fuerza de seguridad oficial de Colombia o de Venezuela. Y la DEA y el FBI, organismos del gobierno de Estados Unidos, han comunicado oficialmente que la información no se ha confirmado aún. Por si las moscas y con estos insectos nos referimos a una posible aparición pública de Márquez para desmentir la especie que circula o una desaparición definitiva sin la prueba más evidente que es el cadáver, es bueno ilustrar el contexto político y militar de Marín Arango.

Iván Márquez tiene una vinculación oficial con el régimen de la revolución bolivariana encabezado por Nicolás Maduro, quien ejerce fraudulentamente el poder desde el Palacio de Miraflores y con quien comparte el proyecto político del socialismo del siglo XXI. Esa afinidad política es similar con quienes están empezando a ocupar los espacios de gobierno en Colombia, con Gustavo Petro a la cabeza y con las FARC, en el Palacio de Nariño. En esos pasillos del poder rojo rojito venezolano se han difundido fotografías oficiales de Marín con el entonces presidente Hugo Chávez y con el actual usurpador. Asumir que lo mataron los militares venezolanos no les aporta muchos réditos políticos ni militares a esos acuerdos del régimen venezolano ni al colombiano que se inicia. Eso descarta que los disparos hayan salido de fusiles criollos. O de militares colombianos. También se sabe del duro enfrentamiento político entre el actual presidente Iván Duque y Nicolás Maduro. La muerte del jefe guerrillero a la salida de su gobierno sería un estandarte de éxito y un broche de oro para la despedida de su administración, y Duque no ha dicho ningún pío victorioso sobre esa muerte. Por Luciano hay una recompensa de 10 millones de dólares vivo o muerto, y lo mínimo que harían los cazarrecompensas y aliados para pasar la factura sería una imagen que certificara el salto del tordito que haya hecho Márquez, en Venezuela, en Colombia, o donde sea. Todo eso por si las moscas, quien sea que vaya a pagar se ponga dudoso y escéptico, como estamos muchos. Cuando el Che Guevara cayó en la quebrada del Yuro en Bolivia, el 8 de octubre de 1967 y llevado a la escuelita de La Higuera, la fotografía que surgió de allí y le dio la vuelta al mundo fue un duro mensaje para los revolucionarios latinos inducidos desde La Habana, por si las moscas. Igual a cuando a Pablo Escobar lo mataron en el tejado de una casa en Medellín, lo primero que se hicieron los integrantes del bloque de búsqueda fue una fotografía. Con el cuerpo de Osama bin Laden no hubo retrato en el momento, pero sí una película posteriormente y los testimonios de los militares participantes en la operación. También, por si las moscas había alguna duda.

La prueba de oro –el cadáver- sobre la confusa e imprecisa muerte de Luciano Marín Arango alias Iván Márquez en unas circunstancias borrosas y vagas está, a la hora y fecha, ausente del expediente y no está registrada. Lo que mantiene la duda. Esas incertidumbres persisten también sobre las muertes en circunstancias similares de Miguel Botache Santillana alias Gentil Duarte, de Seuxis Paucias Hernández Solarte alias Jesús Santrich, de Hernán Darío Velásquez alias el Paisa, y de Henry Castellanos alias Romaña; todos altos cargos y jefes de la guerrilla colombiana, solicitados por la justicia vecina y la estadounidense y estrechos aliados del régimen venezolano. De manera que, por si las moscas, todavía no se puede apuntar ningún punto a favor de la paz, la democracia y la justicia, ni en Colombia ni en Venezuela. Menos en Estados Unidos.

Los delincuentes siempre se han paseado por la muerte civil para seguir disfrutando de los beneficios de la vida física y la han usado a discreción para disfrutar los créditos de sus violaciones a la ley. Y eso se inicia en la clandestinidad tomando una nueva identidad personal. Los alias de la guerrilla son un ejemplo de cómo mimetizan la verdadera filiación y se construyen en el tiempo otra que los asocia a la perfección en el imaginario colectivo y que los encaja perfectamente en el tiempo. Nuevos nombres y otros apellidos, con pasaporte y tarjeta de ciudadanía incluidos, y en muchos casos una nueva cara que permita traspasar la realidad o la posibilidad de una verdadera muerte física o la cárcel perpetua, son opciones cuando se tranca el juego de la pacificación o de la reinserción en la vida ciudadana, y cuando existen por delante millones de dólares en juego para disfrutarlos lejos de los campos de batalla, y de las muertes y la destrucción para responder ante la justicia cerca de los deudos y los dueños. Buenos ejemplos son Klaus Barbie, el carnicero de Lyon, durante la II Guerra Mundial y Adolf Eichman, alcanzados después por el largo brazo de justicia francesa e israelí, con identidades nuevas.

El régimen cubano ha hecho una refinada experticia en diseñar y construir para el submundo de la inteligencia y el espionaje miles de nombres y apellidos ficticios para cuerpos al servicio de la revolución. La operación Manuel de factura cubana desde los tiempos de la Guerra Fría es un patrón perfecto que siguen exportando. Ese es un referente por si las moscas necesitan investigar y profundizar.

Mientras no se exponga la prueba de la muerte de Luciano Marín Arango alias Iván Márquez, hay que dejar la duda en el aire, tanto como la que se sembró en la verdadera nacionalidad de Nicolás Maduro. La revolución desde La Habana, desde Caracas y ahora, próximamente, desde Bogotá ha ratificado que la verdad es una construcción sujeta a los beneficios políticos del momento.

Con este asunto de la muerte de Iván Márquez hay que mantener la duda y la perplejidad, por si las moscas.