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Por quién votaría Batman

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Para Bruce Wayne ser rico no es malo. El dinero le permite impartir una forma de justicia infinita, refrendada del cómic a la televisión y de la pantalla chica a la grande.

Pero a pesar de su aura de ídolo de ficción, suele influir sobre la percepción política de Estados Unidos y el resto del mundo, al punto de definir elecciones.

En el año 2008, sin ir muy lejos, la versión de Christopher Nolan subrayó la tradicional diferencia entre republicanos y demócratas.

Bajo la inspiración de The Dark Knight, la campaña sucia identificó a Obama con la imagen de Guasón, superponiendo el rostro de The Joker con el del candidato a la postre ganador.

El polémico Alex Jones, hoy prohibido legalmente en redes como Twitter y Youtube, fue uno de los artífices del diseño de la publicidad contra Barack, calificándolo de fraude y de peligro para la nación en diferentes documentales, cuyos planos intercalaban el perfil del presidente afroamericano con el semblante caricaturesco del villano de Heath Ledger.

Paralelamente, John McCain era comparado con el personaje inmortalizado por el actor Christian Bale en cuanto ambos parecían representar una secuela de la gestión de George Bush. Los tres compartían el gusto por extender la sombra del acta patriótica, con sus innumerables contradicciones, para garantizar la supervivencia del sistema, después de la caída de las dos torres.

Del filme a la realidad, la prensa encontraba similitudes en el hecho de defender el aparato nacional de vigilancia y el paraguas digital del control informático, como deber moral del poder represivo.

En uno de los pasajes más controversiales de la película, el héroe encapotado justificaba con Alfred la necesidad de confrontar al malvado terrorista del largometraje, un obvio alter ego de Osama Bin Laden, con los métodos implementados en la guerra de Irak y Afganistán, a saber, con el uso de las técnicas prohibidas por la Convención de Ginebra.

Por tanto, la cinta glorificaba el manejo de la fuerza bruta, el espionaje y la tortura en aras de garantizar la seguridad y la paz de Ciudad Gótica, infestada de clanes mafiosos y bandas irregulares.

Los golpes y las violaciones de los derechos humanos sacaban una sonrisa al forajido, demostrando su teoría polémica de contagio.

La pieza audiovisual escenificaba la paradoja de combatir al fuego con sus mismas armas de combustión, erosionando los códigos éticos de la sociedad moderna.

El año pasado la empresa DC anticipó otra era, la de las protestas y los riots, amén de la prédica populista y vengativa del nuevo “Bromas”, interpretado por Joaquin Phoenix.

La hiperviolencia del largometraje de Todd Phillips tradujo un clima enrarecido, de odio y polarización, confirmado por los sucesos del 2020, a raíz de la muerte de George Floyd a manos de un policía.

De la agitación se pasó rápido a un marco de historieta gráfica bañada en sangre, cristales rotos y negocios saqueados, tal como un Caracazo de los indignados en la primera potencia del globo.

La izquierda y el marxismo cultural todavía sacan réditos de la actual conmoción de Estados Unidos, pensando conquistarla desde adentro mediante el saboteo y el hackeo de su red democrática.

Putin lleva años infiltrando operaciones de inteligencia en el seno de Washington.

No es noticia, de igual manera, la intervención de Rusia en los asuntos del títere Maduro, manipulado por los cubanos, los iraníes y los chinos, dentro de un guion de pérdida de soberanía inducida.

¿Nos conviene, entonces, la extensión del mandato de Trump o el ascenso de la impronta viejuna de Biden?

Si nos atenemos a los hechos planteados, Batman seguiría su instinto de anarcolibertariano y millonario individualista, apoyando a Donald.

Según el experto Julio Embid, en el libro Con capa y antifaz: la ideología de los superhéroes”, el hombre de negocios de las Empresas Wayne brindaría respaldo al candidato de la ley y el orden, por una cuestión pragmática.

Lo haría con escasa emoción y en secreto, como muchos de los votantes del fenómeno de la América silenciosa, favorable a las tendencias conservadoras de los herederos de Nixon y Reagan.

Recientemente se liberó el tráiler de The Batman y descubrimos innumerables acertijos. A ciegas, apenas con procesar un avance, no podemos adelantar algún veredicto preciso.

Aun así, no los dejaremos fríos, proponiendo un pronóstico.

Por lo expuesto en el teaser,  el último caballero oscuro está molesto y enojado con los punks y delincuentes de la generación Joker. Los castiga a puños en una viñeta, reclamando revancha.

No obstante, la principal incógnita radica en cómo conjurar una ola de mentiras, fake news y despistes. Para decirlo en cristiano, Batman desafiará al engendro invisible, al fantasma de la posverdad.

Tú también eres parte de esto.

¿Cómo qué soy parte de esto?

Ya lo verás.

Esta interrogante continuará.

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