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¿Por qué y cómo dejarán el poder? (I)

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11 de abril

Marcha del 11 de abril de 2002 / Foto: Archivo

Francamente, espero que con esta serie de artículos consiga contribuir a esclarecer el escenario más probable para una salida del poder del régimen que aplasta la nación venezolana. Apenas dejándola respirar a ratos, con una diabólica técnica de infiltración, usurpación, robo-cesión de soberanía, seducción, compra y fuerza represiva, ha continuado por más de veinte años usufructuando, junto a sus cómplices y aliados beneficiarios, la posición de poder de facto en Venezuela. No me refiero, aún más tristemente a lo que algunos habrán pensado, la presidencia de Nicolás Maduro, sino al régimen castrocomunista que continúa imperando desde La Habana.

Estamos en un mundo acostumbrado a pulsar, unos contra otros, midiendo sus costos económicos e interés geoestratégico; hasta que los humanos oprimidos en cualquier parte del planeta nos jugamos el todo por el todo, y en el momento preciso: la salud, la vida y hasta la familia, por la libertad.

En su célebre Carta de Jamaica (septiembre 1815), considerando palabras del pensador de la ilustración señalaba el Libertador Simón Bolívar: “Es más difícil dice Montesquieu sacar a un pueblo de la servidumbre, que subyugar a uno libre. Esta verdad está comprobada por los anales de todos los tiempos, que nos muestran las más de las naciones libres sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas recobrar su libertad. A pesar de este convencimiento, las meridionales de este continente han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales, y aún perfectas; sin duda, por efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible, la que se alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas sobre las bases de la justicia, de la libertad, y de la igualdad” (por igualdad se entendía como ciudadano ante la ley).

Asumiendo mi obligación, expongo en esta etapa parciales informaciones y ejemplos que no pretenden distanciar, u ofender a nuestros aliados de países democráticos. Más bien desnudar inconsistencias y debilidades que deben tenerse muy en cuenta, por parte de los factores y ciudadanos que realmente aspiramos a recobrar nuestra libertad. Debemos inmediatamente exigir la salida de los «seudo asesores cubanos» de Venezuela.

Un primer ejemplo ocurrió durante aquel año 2002. Sacrificando mucho, la sociedad civil venezolana se echó a las calles por recobrar su libertad, frente a la autocracia y el militarismo que ya se tomaba para sí el país. La joya de la corona que fue Pdvsa fue la gota que rebasó el vaso. Fracasado el primer intento por impericia y desunión de los factores democráticos, la actuación del castrismo llegó hasta la amenaza directa de Fidel Castro en llamada al comandante general del Ejército venezolano. La persistencia del oportunismo político de cierta izquierda ligó nuevamente con el militarismo, y este último impuso el regreso de Chávez al poder. El intento de continuación de la lucha de nuestra sociedad civil contra el castrochavismo, en lucha abierta para superarlo, hasta diciembre de ese año 2002, se estrelló contra la debilidad, y dudas de cierta dirigencia opositora que se manejó guiada por nuestro principal aliado, Estados Unidos, debido a la preocupación de este por dar en esos momentos estabilidad al mercado petrolero mundial.

La realidad de la guerra en el Medio Oriente, derivada de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, influyó determinantemente en la necesidad de estabilizar a Venezuela así fuera con Chávez en Miraflores, lo que equivaldría tranquilizar al insurgente liderazgo de la petrolera venezolana. El liderazgo político tradicional fue influido para sentarse en una “mesa de negociaciones” con el régimen castrochavista. Así, con esa oposición, se llegó hasta 2006.

Dentro de mis vivencias directas, que incluyen las aulas de la Universidad Simón Bolívar, en las que por casualidad conocí parte del grupo de Chávez, cuando por entonces cursábamos materias, sin saber yo de su existencia como logia golpista, y que luego emergió el 4 de febrero de 1992. Siendo ingeniero, opté por realizar esa maestría en Ciencia Política, hacia el año 1989, pues, a la par que trabajaba y estudiaba otros asuntos, fui nombrado asesor de una comisión del Congreso, vital para un país como Venezuela; ya para ese entonces con pronunciadas diferencias y pasivos en materia de bienes y servicios públicos: la Comisión de Administración y Servicios.

Como sabemos, el 1989 era el primer año del segundo mandato de Pérez; toma de posesión a la que se invitó al sátrapa Fidel Castro, con carta de bienvenida y demás por parte de “intelectuales venezolanos”. Desde entonces, al tratar con algunas de esas personas pertenecientes a la sociedad civil, y a la militar, específicamente entre 1989 al 1992, eso luego me ayudaría a calibrar mucho mejor la conducta individual y grupal de algunos de nuestros políticos de un lado, y del otro, la de algunos de los oficiales insurrectos y no insurrectos de entonces.

Después de fracasados los intentos de golpe de Estado de 1992, todos fuimos testigos de cómo la sociedad venezolana de partidos hizo implosión en múltiples fragmentos. Partido Acción Democrática sin Pérez, escindido. Partido Copei sin Caldera, escindido. Surgieron para las presidenciales de 1993, más que nuevos partidos, fórmulas electorales como Apertura, con el brillante profesor y exministro de Cordiplan Miguel Rodriguez. El llamado “chiripero” que incluyó al partido MAS, con el nacimiento de la Convergencia de Rafael Caldera, quien asumió por segunda vez la presidencia. La izquierda pro-chavista de Andrés Velásquez, quien se consideraría también vencedor. Mientras tanto Claudio Fermín y Oswaldo Álvarez Paz llevarían sobre sus hombros el peso muerto de los traumatizados AD y Copei.

La historia que seguiremos escribiendo será sobre las oportunidades que tenemos de libertar otra vez a Venezuela, pero antes debemos interpretar correctamente nuestro propósito de dejar un legado de “moral y luces” (Simón Bolívar) a nuestra descendencia: hijos, nietos, hermanas y hermanos, hoy a más de 7 millones de venezolanos dispersos alrededor alrededor del globo, y a menos de siete años de los doscientos años de la muerte física del Libertador Simón Bolívar (24/7/1783 – 17/12/1830).

Esta etapa de la humanidad que estamos viviendo, casi pasado el primer cuarto del presente siglo XXI, nos ha puesto ante un nuevo punto de inflexión en la historia. Seguiremos en el siguiente artículo.

[email protected]

@gonzalezdelcas

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