La catástrofe electoral de Mauricio Macri debe ser analizada con profundidad. En las lógicas medidas económicas que tomó después de heredar el desastre de Cristina Kirchner, le faltó la protección de las mayorías.
Que densos sectores de la población llevaran el peso de la receta del FMI era demasiado castigo para sus bolsillos. Un verdadero infierno para los hijos del infortunio social. La incoherencia de una política financiera idónea hizo que volviera la peste del populismo. La clase media argentina y los sectores de mayor nivel de pobreza volvieron sobre los viejos pasos de la venganza electoral. Prefirieron regresar al cobijo del sórdido pasado de la corrupción del cristinismo, que seguir apostando a medidas que no terminaron de germinar.
El grave problema del tecnócrata en la política es que cree que los ciudadanos son un algoritmo en la estadística. No comprenden que cada medida marca la realidad de la gente, seres que sienten y padecen al ser elementos de carne y hueso. Sin duda era necesario sanear toda aquella heredad ejecutiva llena de pillaje y robos por doquier.
Los años de asalto al dinero público por parte de la familia Kirchner redujeron las posibilidades de crecimiento de la gran nación sureña. La apuesta de Macri tendría que haber sido la construcción de un modelo distinto sin desconocer al más necesitado. Se olvidaron de que los planes económicos deben descansar en la suerte del pueblo. No haber entendido el impacto negativo en los sectores más vulnerables es, sin duda, una de las variables que analizan en la presente coyuntura.
La vorágine arrastró todo lo construido en cuatro años. Hasta la excelente gobernadora de la provincia de Buenos Aires, la figura con mejor imagen del país, fue arrastrada. Detrás de esto siempre andará la seducción que despierta en los pueblos latinoamericanos el encanto de serpientes.
El populismo sabe hablarle al estómago de los más vulnerables. Debemos aprender que las naciones no son simplemente estadísticas, cifras que colocan en una computadora como si hablaran de una simple ecuación matemática. Olvidan que son millones de ciudadanos que sufren la falta de empleo, la carencia de buenos servicios públicos.
Cuando meten la mano en el bolsillo del pobre los gobiernos terminan aplastados. Muchas veces quieren copiar medidas que funcionan en realidades que no son las nuestras. En la gobernabilidad debe existir el necesario equilibrio.
@alecambero
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