El Estado ha mostrado una y otra vez que desprecia el dolor de los migrantes, el de los presos políticos y la pobreza del pueblo, pero ama a Alex Saab.
No todos somos iguales ante la ley como lo establece nuestra Constitución. A quienes nos gobiernan les indignan las supuestas torturas al empresario colombiano que intentaron proteger dándole el cargo de «diplomático», pero no así lo que han padecido las víctimas de violaciones graves de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en el país, como los perpetrados por los funcionarios del Plan Zamora.
Me parece inaceptable la política de negociación que sigue ejecutando el Estado con los presos políticos para su propio beneficio, en este caso particular para la liberación de un señor que se encontraba detenido en Estados Unidos por infinidades de delitos a cambio de dejar en libertad a un total de 23 personas, incluidos una decena de norteamericanos y algunos presos políticos venezolanos.
En Miraflores alzaban la voz en defensa de su diplomático por ser víctima según ellos de torturas, pero nunca lo hizo ante las vejaciones, tratos crueles e inhumanos y degradantes de los que han sido víctimas los presos políticos en los centros de torturas de Ramo Verde, de la Dirección General de Contrainteligencia Militar y del Sebin; tampoco ante los actos de xenofobia, maltratos, desprecio, muertes y deportaciones que han sufrido los hermanos venezolanos que huyeron del país por hambre.
El Estado sigue jugando con el sufrimiento de las víctimas de violaciones graves de derechos humanos en Venezuela.
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