OPINIÓN

¿Por qué no hay agua en Venezuela? 

por Antonio Ledezma Antonio Ledezma

Maduro está muy ocupado de seguirle la pista a quienes osen criticarlo. Eso es un delito contra la revolución. Se puede perdonar cualquier otra cosa, como reprocharlos mascullando, en silencio; pero eso de escribir denostando del “líder galáctico” o de sus herederos, es imperdonable. También está muy atareado con los asaltos de cualquier cosa que esté aún parada en un país donde todo está, prácticamente, arrasado, menos la férrea determinación de los venezolanos de no dejar sucumbir su espíritu guerrero con la meta de sacarlos del poder. También están los equipos profesionales de beisbol a los que la narcotiranía les puso el ojo. Van por los Bravos de Nueva Esparta. Maduro rezonga, “si manejamos como nos dio la real gana Pdvsa, la CVG, la petroquímica, Edelca y cuanta finca agropecuaria nos antojamos de asaltar, ¿por qué no vamos a jugar con esos equipos de pelota?”.

Mientras tanto los venezolanos “no tienen agua ni para jugar carnaval”. Veamos las razones:

Porque no han sido aplicados programas de gestión y mantenimiento. Como lo ha explicado técnicamente, pero con lenguaje muy sencillo, el ingeniero Arturo Marcano: “No se trata de falta de agua, sino de carencias en la aplicación de programas de renovación de nuestros sistemas que surten el agua potable”. Esa es la razón entre muchas, de que en la hora actual 71,8 % de las familias venezolanas no reciben el servicio del agua potable.

Si falla la energía eléctrica, automáticamente fallarán los sistemas de bombeo del agua. Caso Caracas, adonde desde el Complejo del Tuy I, II y III, se impulsan 22 toneladas de agua por segundo a más de 1.000 metros de altura. Además, las plantas potabilizadoras están en malas condiciones y los embalses no han sido atendidos en las indispensables labores de dragado para sacar los sedimentos. La realidad es que el sistema de bombeo está deteriorado, los embalses de Camatagua y Taguaza tampoco están en sus mejores condiciones.

Margarita y Coche dependen del agua que les llega de tierra firme. El acueducto Luisa Cáceres de Arismendi, atado al embalse de Clavellinos y el sistema Turimiquire. Insólito que esa hermosa isla y sus habitantes sigan sufriendo y el alegato para no terminar las obras pendientes es que “no hay recursos”. ¡Claro, se los robaron!

En Falcón anunciaron la construcción del Coloso, un acueducto de 180 kilómetros de longitud. Se le metieron más de 500 millones de dólares con una inversión china. La situación al día de hoy: no hay agua, la gente depende de tomas ilegales, de camiones cisternas y la sedimentación del embalse de Matícora lo condena a su muerte definitiva. El Coloso resultó una obra mal implementada, pero alguien se metió una buena plata.

Si algo tiene el Zulia, además de petróleo, es agua. Tiene los embalses de Manuelote, Burro Negro, Tulé, Machango, Tres Ríos y El Tablazo. Sumándole el lago de Maracaibo. Pero resulta y acontece que no hay agua, igualito con la paradoja de la luz, teniendo el Zulia además del Relámpago del Catatumbo, 11 termoeléctricas. Todavía se espera que el acueducto de Winka termine de funcionar.

En Aragua la gente comienza a añorar el acueducto de Tiquire Flores. En Carabobo y Cojedes se entusiasmaron con la construcción del trasvase de Los Guayos que sacaría agua del lago valenciano hacia el embalse Pao-Cachinche. Pero resultó que la cosa la hicieron mal, porque ni estudios previos de la calidad del agua se realizaron.

En los Andes la gente es castigada con apagones, pero también a ser especies tipo camellos. Con tanta agua que tienen Mérida, Trujillo y Táchira, esa tragedia de sequía es inexplicable. Los ríos tachirenses se orientan hacia el norte, cayendo al lago de Maracaibo, así es el curso del río Torbes, además de los ríos Umuquena, Lobaterita, Grita y Escalante. Son muchos los riachuelos cuyas aguas pudieran ser aprovechadas en los sistemas de acueductos de los Andes. Pero no, también los proyectos se quedaron en veremos.

Mi tierra natal, Guárico, cuenta con sistemas como el de Calabozo, El Tiznado, la cuenca del Unare, el embalse de El Pueblito, otro en el Orituco y el de Tierra Blanca próximo a San Juan de los Morros. La inauguración de Tierra Blanca dio pie a un jolgorio para los guariqueños. También se edificaron las plantas potabilizadoras y la gente comenzó a recibir agua potable. Hoy mis paisanos padecen de sequías prolongadas. ¡Imperdonable!

En Guayana están el Orinoco y el Caroní. El lago del Guri es más grande que Dubai. y resulta que la gente de Ciudad Bolívar, Puerto Ordaz, Upata y San Félix se la pasan cazando unas goteras para ver si llenan una perola con agua. Igual sufre la ciudadanía de Delta Amacuro. ¡Insólito!

La conclusión. Se requieren técnicos y buenos gerentes al frente de las empresas hídricas. Los tenemos. Es indispensable aplicar planes de regeneración de los embalses, plantas potabilizadoras, plantas de salinización y operaciones de mantenimientos permanentes de acueductos. Habrá que retomar proyectos inconclusos como el Yacambú-Quíbor para garantizar agua para Lara.  Ah, siempre atender los desarrollos de cara al futuro. Hay que cuidar la naturaleza. El agua vale más que el petróleo y el oro juntos. Serán inaplazables políticas de protección ecológica.

@alcaldeledezma