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¿Por qué la oposición venezolana no logra derribar a Maduro? (parte 2)

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Getty Images

María Corina, en Venezuela todos cometen la misma equivocación al pensar que el problema de los criminales es el dinero. El dinero es la mansión del nuevo rico que empieza a derrumbarse en 10 años, el poder es el edificio de piedra que se sostiene por siglos, por tanto no se puede respetar a una persona que no ve la diferencia.
¿Para qué te presentas a un proceso si crees que de antemano está amañado? ¿No es eso en cierto modo legitimarlo? ¿Es que acaso lo peor que ha hecho este régimen ha sido robar unas elecciones? ¿No son las ejecuciones sumarias de cientos y cientos, miles de personas, algo mucho peor?  ¿Por qué negocias y aceptas un acuerdo para presentarte a las elecciones sin haber fijado las mínimas garantías? ¿Qué sentido tiene inflar un globo para terminar convenciendo a todo el mundo de que no vale la pena jugar contra Maduro?  Y que bueno, dado que al fin y al cabo hay oposición y se respeta la pluralidad política, las cosas no son tan malas.
Volvemos a lo mismo de antes, el mal de los males que dura ya más de 20 años: la falta de coherencia. Ilusionar al pueblo venezolano con una falsa posibilidad de salir de la tiranía usando ni más ni menos que medios de la propia dictadura, su propio sistema electoral. En verdad. El problema es que Venezuela no necesita protestas, necesita una alternativa y un plan de cambio real.
Venezuela necesita más que unas protestas para sacar a Maduro del poder, hace falta un plan que incluya insurrección con apoyo de una coalición internacional armada, negociación con sus adláteres (quiebre de las fuerzas armadas), desobediencia y resistencia pacífica. ¿Que por qué pacífica? Porque no vas a ganar a los gorilas con las armas que ellos tienen y tú no.
Si Venezuela es una tiranía, la forma de combatir la dictadura no son unas elecciones convocadas, organizadas y celebradas por el tirano. ¡Es de locos! Tu fuerza no son los votos ni las actas, sino la aplastante mayoría de venezolanos que quieren que el tirano caiga. Tu plan no tiene que ser ganar unas elecciones, sino sobre todo trazar una estrategia de rebelión, denuncia y resistencia. Por ejemplo, es más importante señalar con nombres y apellidos a todos los colaboradores del régimen que el número de votos. Si colaboras con Maduro serás denunciado y reprobado públicamente. No podrás salir de Venezuela, no podrás llevar, no podrás hacer vida con tus vecinos. Te van a presionar para que dejes de colaborar con el régimen y serás señalado allí donde vayas. Tu foto circulará en redes y ni siquiera podrás recibir remesas a tu nombre. Este es solo un ejemplo de una forma de presión que no va a funcionar en un día, pero sí lo puede hacer en un plazo razonable de tiempo. Si el régimen intenta detener a alguien, la comunidad le protegerá. Habrá huelgas, sentadas y nadie respetará las directrices del gobierno. Hay que convertir a los presos políticos en íconos, hay que ponerles nombres y hay que exigir su liberación. Si no, no se negocia nada con el chavismo.
Los únicos responsables de lo que ocurre en Venezuela son los tiranos criminales que están en Miraflores. Pero la forma en la que se llegó a las elecciones del pasado domingo 28 de julio también fue más que turbulenta. Edmundo González Urrutia, quien terminó siendo candidato por accidente después de que el chavismo imposibilitase presentarse a media oposición, es una cara nueva. Es verdad que es un viejo conocido porque hablamos de un diplomático de carrera que siempre colaboró con las coaliciones opositoras y que no formó parte de los desmadres estratégicos del pasado. María Corina Machado, en cambio, sí es una cara más conocida. Una mujer que estuvo oponiéndose al chavismo desde el minuto uno, o al menos eso es lo que se puede deducir de ella. Un perfil que fue clave en la etapa de revueltas populares que promovió Leopoldo López en 2014, y que también acompañó al gobierno interino de Juan Guaidó en 2019. La diferencia es que Machado nunca tuvo un rol realmente protagonista o aspiraciones presidenciales hasta que el desgaste de los otros opositores y la represión chavista le hizo ir dando cada vez más pasos al frente. La pregunta ahora es, ¿está el dúo González/Machado cayendo en los mismos errores del pasado?
¿Estamos otra vez ante cantos de fraude que quedarán en poco tiempo en nada, mientras el aparato represor forjado estos años hace el trabajo sucio?
Pues bien, hoy la oposición tiene algunos puntos a su favor que quizás se puedan aprovechar. Y digo quizás porque, en fin, ya hemos visto cómo ha sido su trayectoria. Así que uno puede ser un poquito escéptico. Tanto en Caracas como en varias ciudades de Venezuela, centenares, miles y miles de personas ya se han echado a la calle para protestar y enfrentarse al régimen.
Desgraciadamente, como decimos, no parece nada especialmente nuevo. En Venezuela se ha protestado mucho y muy fuerte en los últimos años y el chavismo ahí ha seguido. Sin embargo, en esta ocasión, al contrario que en las anteriores, la gente ha salido a las calles sin que nadie les convoque. No ha habido un liderazgo político detrás que les diga… Vamos ¡protestad!  ¡Tenemos que echar abajo este régimen! Han sido ellos mismos, los venezolanos, los que han salido por su cuenta.  Y esto es una buena noticia. Incluso los habitantes de Petare han sido de los primeros en bajar al centro de Caracas y sumarse a las protestas. Hablamos de una de las barriadas más pobres y peligrosas de Latinoamérica y un lugar que tradicionalmente era chavista.  Todo ha ocurrido de forma más o menos espontánea.
Eso es, de hecho, lo que abre una oportunidad de oro para conseguir que se produzca de una vez por todas el cambio. Ahora hay que aprovechar ese impulso para organizar la resistencia. Una resistencia que, repito, vaya mucho más allá de las meras protestas callejeras. María, esta tiene que ser ahora tu obsesión. Olvídate de las actas. Si Venezuela es una tiranía, es evidente que no puede haber elecciones libres. Ahora hay que organizar una oposición real y evitar que de la ira se pase a la decepción y la aceptación. No hace falta una rebelión, hace falta organizar una revolución real. Empezar ya con la transición. No hay que pactar con Maduro porque no se puede confiar en Maduro. No repitamos los mismos errores de los últimos 20 años. Ahora hay una ventana de oportunidad clara, no la desperdiciemos haciendo lo mismo de siempre.
Durante años los ojos estuvieron puestos en el chavismo. Ahora toca dejar de mirar a Maduro y empezar a mirarse a sí mismos. La oposición tiene de nuevo a los venezolanos dispuestos a no dejar que la dictadura se perpetúe. Ha llegado el momento de gestionar y aprovechar esa oportunidad.
Alguien dijo por allí que hay que disfrutar el éxito y la derrota dar gracias por él. Pero no dejes que la gratitud se convierta en soberbia. Vienen muchos retos en los próximos años y el carácter de una persona no se determina por como disfruta de la victoria, sino por como se enfrenta a la derrota, nada nos ayuda a soportar los tiempos adversos mejor que nuestra fe en el Señor.
¡María, no cometas el mismo error que la oposición venezolana lleva cometiendo 20 años!

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