En una entrevista que me hizo Idania Chirinos el viernes pasado para su programa La Tarde por NTN24 sobre la tristemente famosa fiesta en el tepuy, me preguntó que a qué atribuía yo el que esta vez la sanción social sí había funcionado, si hasta ese día habíamos sido una sociedad de cómplices, parte aprovechando las chambas de los “amigos” ricos y la otra parte guardando silencio. Una pregunta difícil de responder, porque tiene muchas aristas. Sin embargo, creo que lo que sucedió fue que el desparpajo de algunos de los asistentes de publicar en sus redes sociales el fulano sarao, colmó la capacidad de aguante, asombro y paciencia de una buena parte de la sociedad venezolana. Se sintió -al menos yo la sentí- como una bofetada. Como si me dijeran “aquí estamos nosotros, como si nada, gozando un puyero, ajenos a la situación del país, disfrutando del dinero de un “empresario” vinculado al régimen, a quien llamamos “amigo” porque nos invita a cosas tan chéveres como ir a celebrar su cumpleaños en un parque nacional, como si fuera el dueño de todo”. Se les fue la mano y la respuesta fue implacable… finalmente.
En la “otra Venezuela”, la Venezuela de la vida real, mientras tanto, un bebé resultaba asesinado por la Guardia Costera de Trinidad, mientras su madre intentaba emigrar en busca de un futuro mejor para él. Un niño falleció en espera de un trasplante de riñón que nunca llegó, porque el régimen de Nicolás Maduro suspendió el programa de trasplantes en 2017. Sí, el régimen al que pertenece el anfitrión de la fiesta inolvidable, los mismos que han repetido hasta la saciedad que la revolución es la vía para la redención del pueblo, que “solo el socialismo es el remedio para todos nuestros males”, y que tenemos “un gobierno del pueblo y para el pueblo”.
Tal vez fue esa la gota que rebasó el vaso: ver a personas conocidas queridas, seguidas y admiradas celebrando al enchufado, ajenos a los dolores causados por su combo. Y eso enardeció a muchos. Y esas personas queridas, seguidas y admiradas se convirtieron en un instante en los enemigos públicos número uno, incluso más que Maduro. Y es que cuando la traición viene del propio bando -o de quienes se pensaba que estaban en el bando de uno- duele mucho más.
Celebro que haya habido rabia colectiva, porque podría ser el primer paso para sanear una sociedad que, hasta ahora, ha tenido una moral adaptable y facilona. Donde el dinero ha lavado absolutamente todo. Y también donde las lealtades han existido mientras exista la chamba, porque si en algo somos expertos los venezolanos es en hacer leña del árbol caído. Que lo diga Alejandro Andrade, que fue tan celebrado por tantos: no solo cómo lo dejaron íngrimo, sino lo que dijeron de él. Es lo que están sufriendo en carne propia los asistentes a la fiesta del tepuy y lo que pudiera sucederle al «empresario» cumpleañero.
Espero que otros que, como ellos, han sido complacientes, amigos y hasta socios de los corruptos, comiencen a poner sus barbas en remojo. Espero también que estas actitudes nos sigan indignando y las sigamos reclamando. Porque solo así podremos salir de este horror, lo peor que nos ha pasado a los venezolanos después de la Guerra Federal.
@cjaimesb