Pronto se cumplirán veinte años de la abrupta llegada del zapaterismo al poder. Desde entonces, la democracia española no ha dejado de empeorar. De nuevo se restableció el marco mental de la Guerra Civil y se volvió a enfrentar a una España contra la otra. Ahora nos encaminamos hacia el paroxismo de ese proceso. Finalmente, tendremos que darle la razón a Jaime Mayor Oreja, que lo anticipó hace mucho tiempo. Estamos ante un político, Sánchez, que, en realidad, contra lo que él y sus corifeos señalan, está contra la verdadera mayoría social y malbarata el país a cinco partidos que apenas suman millón y medio de ciudadanos. Sánchez sigue la estela de Zapatero e insiste en ser un presidente de España empeñado en fomentar el independentismo, cuya cuota de simpatía y éxito electoral no ha crecido nada desde 1989, exabruptos y alteraciones al margen, como fue la de 2017 en Cataluña.
Torcuato Fernández Miranda, una de las mejores cabezas del pensamiento político español, recordó en una ocasión las razones por las que la democracia fracasaba en España en todos los intentos de su implantación. Se refería a cuatro problemas: el militar, el religioso, el social y el territorial.
En la España de nuestros días no solo no hay problema militar, sino que las fuerzas armadas se han convertido en una de las instituciones más queridas y prestigiosas, y un garante de la paz. En materia religiosa, vivimos en un país donde se puede profesar cualquier credo y, por tanto, no hay conflicto, salvo el que de vez en cuando suele montar el gobierno socialista de turno contra los católicos, pero, honestamente, no existe esa confrontación. Cuando nos referimos a la cuestión social, más allá de la destrucción masiva de la clase media, hoy no existe un conflicto en esa materia como ocurría en 1936 con casi 80% de la población trabajando en el campo.
La única complicación seria que ahora mismo atenaza a nuestro país es la cuestión territorial. Asunto que se agrava con Zapatero y alcanza su mayor grado de conflictividad con Sánchez, dispuesto a ceder en todo con tal de seguir durmiendo en la Moncloa. No nos olvidemos de que perdió las elecciones y de que invoca, al más puro estilo bolivariano, a la «mayoría social». ¿Cuál? ¿La del millón y medio de cinco partidos? Pues bien, ahí estamos, bordeando el abismo, con el PSOE, una vez más, llevando a los españoles al guerracivilismo, haciendo fracasar la democracia. Dignos hijos de Largo Caballero.
Artículo publicado en el diario El Debate de España