OPINIÓN

Por más mujeres en la política venezolana

por Betilde Muñoz-Pogossian / Latinoamérica21 Betilde Muñoz-Pogossian / Latinoamérica21

Tener a más mujeres tomando decisiones a la par de los hombres puede ser el camino para acercarnos más rápido a una transición democrática en Venezuela. La gente dice que no se pueden esperar los mismos resultados si se sigue haciendo lo mismo. ¿Por qué no incorporar a más mujeres y su visión en la mesa de toma de decisiones sobre Venezuela?

En los análisis sobre la participación de las mujeres en la política, Venezuela es un caso atípico en la región. Los temas que se discuten en otros países dan envidia: si tener o no reformas en materia de paridad y cuotas, como fortalecer la equidad de los sistemas de financiamiento político, como fortalecer el liderazgo, y garantizar cobertura equitativa de candidatas y candidatos en medios. Todos estos temas se pierden en Venezuela, o digamos, pierden prioridad, en Venezuela dado el contexto de emergencia humanitaria compleja en la que se encuentra el país. Sin embargo, la crisis puede ser también una oportunidad para crear mejores condiciones para aumentar la participación de las mujeres en la política, ahora y en el futuro.

Al pensar en las mujeres venezolanas y la política es clave tener en cuenta que…

  1. Necesitamos más mujeres en la política venezolana, y una perspectiva de género en todas las decisiones.
  2. Necesitamos fortalecer los marcos legislativos para facilitar esa representación.
  3. Necesitamos exigir más de los líderes democráticos: necesitamos que más mujeres se sienten, con ellos, en los espacios donde se están tomando las decisiones.

Revisemos brevemente estos tres puntos.

Necesitamos más mujeres en la política venezolana. Tenemos mujeres activas y con influencia, pero necesitamos más. Necesitamos también una perspectiva de género en todas las decisiones, especialmente ad portas una transición democrática. Sabemos que las mujeres representan 50% de la población y 50% del electorado, y si se mantienen tendencias regionales (que usualmente es así), las mujeres deben ser el 50% de la militancia, o miembros, de los principales partidos políticos. Es decir, la fórmula 50-50-50. Sin embargo, solo tenemos 2 mujeres en la presidencia de partidos y 19% de representación de mujeres en la Asamblea Nacional. Notable la participación de mujeres como Manuela Bolívar, Delsa Solórzano, Adriana Pichardo, Olivia Lozano y Adriana D’Elía, entre otras. Pero necesitamos más.

América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo con mayor representación de mujeres en los congresos después de los países nórdicos, con un promedio de 30% de representación. Usualmente considerada una “masa crítica”. Venezuela, sin embargo, está lejos de esa masa crítica.

Adicionalmente, es clave transversalizar la visión de las mujeres en todas las discusiones y las decisiones. Al tiempo que es importante reconocer el esfuerzo en incorporar una perspectiva de género, el Plan País se hubiera beneficiado de hacer esta visión más explícita y hacer estos temas más visibles.

Necesitamos fortalecer los marcos legislativos en Venezuela para facilitar la participación de las mujeres. Por supuesto, hay que trabajar en cambiar los patrones de socialización en Venezuela, trabajar en contra de los estereotipos sobre el rol de las mujeres y los hombres, en mejorar la educación para fortalecer valores de equidad y derechos humanos como la base de los cambios estructurales que permitirán que más mujeres entren a la esfera pública. Pero como las instituciones importan, y con reformas legislativas se puede ir trazando el camino para un mayor empoderamiento político de las mujeres venezolanas.

Los países de la región han ensayado las cuotas (usualmente de 30%) por varios años ya como una medida de acción afirmativa para revertir la subrepresentación de las mujeres en la política. La posición de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre las cuotas también avala esta implementación. La investigación también ha demostrado que funcionan. Más allá de las cuotas, ya un grupo de países de la región (Bolivia, Costa Rica, México, Nicaragua y, más recientemente, Chile) han incluso adoptado medidas de paridad como una medida permanente de su legislación con el propósito de que el electorado reciba una oferta paritaria de candidaturas a la hora de elegir. Solo Venezuela y otros 2 países (Guatemala y Uruguay) no implementan formalmente las cuotas.

Repasemos brevemente la historia de las cuotas en Venezuela.

La cuota se remonta a 1998, específicamente al artículo 144 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, que requería que los partidos políticos incluyeran 30% de mujeres en sus listas de candidaturas.

Este artículo de 1998 fue declarado inconstitucional por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y  derogado por la Corte Suprema de Justicia en la sentencia de fecha 19-05-2000, sobre la base de una supuesta contradicción con la Constitución de 1999 que prohibía la discriminación basada en la raza, sexo, creencia o estatus social.

En 2005, el CNE aprobó una medida administrativa en la que dejaron a un lado la cuota, y se fueron por la paridad. Con ello, obligaron a los partidos políticos a aplicar 50% de paridad de hombres y mujeres en las listas. El problema es que era una medida administrativa y solo se aplicó a discreción del CNE y con muy limitada efectivada (el CNE permitió que colocaran a las mujeres en distritos perdedores, o como suplente en las listas. El resultado fue que 70% de los miembros titulares fueron hombres, y 70% de los suplentes fueron mujeres. Esta medida fue deficiente en su implementación. Los miembros de la actual Asamblea Nacional pueden proponer y aprobar una nueva ley de paridad, con los candados necesarios (y ya probados en otros países) para aumentar la representación de mujeres.

Finalmente, necesitamos demandar más de los líderes democráticos de Venezuela. Necesitamos más mujeres sentándose en la mesa con ellos para tomar decisiones. Importa en cuanto a los números (representación simbólica) e importa en términos de contenido (representación sustantiva, de sus perspectivas, visiones y opiniones). Vemos fotos y videos de las misiones internacionales, vamos a reuniones y discusiones en las principales ciudades en donde los venezolanos de la diáspora y los exiliados políticos están dándolo todo para ayudar a lograr la transición a la democracia en Venezuela. Saludamos y respetamos ese esfuerzo. Sin embargo, los que parecen estar decidiendo y tomando el liderazgo son todos varones, y eso no está bien. Necesitamos más mujeres a la par de ellos contribuyendo con sus visiones y mejorando las propuestas y decisiones.

Además, hay un beneficio adicional de tener la participación de mujeres en estos procesos. Su participación puede ser instrumental al éxito y sostenibilidad de la paz y la democracia en Venezuela. Varios estudios señalan que cuando las mujeres son incluidas en los procesos de paz, el acuerdo de paz que resulta tiene 20% mayor probabilidad de durar al menos 2 años, y cuando las mujeres se sientan en la mesa de negociación con sus pares hombres, el acuerdo tiene 35% mas probabilidad de durar al menos 15 años”.

De forma que tener a más mujeres en la mesa no es solo un imperativo moral, es beneficioso para la paz y la democracia en Venezuela. A largo plazo, tendremos una mejora en la calidad de las decisiones y una democracia más fortalecida. La investigación también nos dice que el nivel de paridad en la representación está directamente relacionada con la consolidación de la democracia. Y como diría Madeleine Albright tan elocuentemente, las mujeres en el poder con seguridad “van a traer temas que los demás ignoran, van a apoyar ideas a las que los demás se oponen y van a tratar de terminar los abusos que otros aceptan.”

Así que tener a más mujeres con poder político paga. Todos ganamos.

 

Las opiniones expresadas aquí son personales. No representan las de la Organización de los Estados Americanos