“El verdadero jefe es Barzini”
Sentencia de Don Vito Corleone, El Padrino
(citado por Francisco Suniaga en su artículo “La gran chapuza, refiriéndose a Padrino López)
“Por las malas”, casi siempre ha sido así. Con toda seguridad, ahora lo sabemos, todas las elecciones ganadas por Maduro. En ellas se ha ganado alterando, manipulando y cambiando los resultados que la gente se ha dado.
Creo haberlo escrito un sinnúmero de veces, casi hasta el cansancio: el régimen chavista es una dictadura no tanto por el uso de la fuerza, que ciertamente se ha usado: la represión de 2014 y 2017 es un ejemplo espectacular de tal uso, 43 personas asesinadas en 2014 y entre 127 y 157 en 2017, fundamentalmente jóvenes. El régimen chavista es una dictadura porque sus aparatos de poder autoritario pueden cambiar los resultados que no le favorecen.
Solo que esta vez la ventaja fue demasiado grande como para torcer el resultado y que fuera asumida por la gente que cansada de esperar los resultados se iba a dormir con el desconsuelo de haber perdido una vez más.
Además, fue un proceso conducido con inteligencia y competencia por un equipo que ha trabajado en el tema electoral desde hace más de treinta años. Me refiero a Súmate, creada por MCM, quien construyó una estrategia que se articulaba en torno a la cuestión del “Acta electoral” porque por experiencia sabía que allí estaba el nudo gordiano de los sucesivos fraudes cometidos por el chavismo en la mayoría de los eventos electorales y ese nudo fue cortado. De allí el desespero del régimen hoy.
Pero aun cuando han sido descubiertos, fundamentalmente por chapuceros, siguen moviéndose con desvergüenza y cinismo, que ha caracterizado la actitud y la manera de conducirse habitualmente las figuras más importantes del régimen.
Ese cinismo y la desvergüenza con la que actúan esconde sus patologías mentales que se expresa a través de la transferencia en otros de lo que ellos son. “Proyección negativa”, la llamaría Freud, concepto construido por el padre del psicoanálisis para tratar a la personalidad paranoide.
Y hay mucho de eso en los representantes más conspicuos del régimen, empezando por el mismo presidente y que alcanza su clímax en Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello, Tarek William Saab y Vladimir Padrino López, quienes presentan rasgos marcadamente de neurosis, psicosis y perversión, especialmente después de haber quedado en evidencia el fraude electoral del 28 de julio.
Basta ver la histeria discursiva de Jorge Rodríguez, devenido en una especie de “Reina de corazones”, el personaje de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas, que sin juicio alguno mandaba a decapitar a todo aquel que se le opusiera. Él la ha cambiado, la decapitación de MCM y Edmundo González Urrutia por cárcel, pero igual que “la Reina de Corazones” su objetivo no es otro que decapitar al movimiento opositor.
Los invito, también, a ver la desmesura del fiscal Tarek William Saab, que señala que no ha habido muertos, aunque ya van 11 jóvenes caídos por las balas de la policía y de los colectivos armados; y remata diciendo que la sangre que se ve es… “salsa de tomate”.
Han acusado de fascista al movimiento opositor, en un acto más de proyección, pues, recordemos que uno de los primeros actos fascistas cometidos por “esta revolución”, absolutamente nazi socialistas, fue cometido por el mismo Hugo Chávez cuando ordenó uno de los actos más perversos cometido por gobierno alguno sobre su país: la publicación de la famosa “lista Tascón”, ¿recuerdan? Ibsen Martínez nos lo recuerda y nos dice que quienes “figuraron en esa base de datos fueron despedidos de sus cargos, si eran funcionarios o inhabilitados para contratar con el Estado. Una incalificable violación del secreto del voto. Un oprobioso apartheid se tendió sobre la vida pública venezolana”.
Hoy el régimen, no con camisas pardas sino encapuchados, ha asesinado a más de diez jóvenes que protestaban contra el fraude cometido, ha detenido en una razia, esa sí, fascista, a miles de testigos de mesas y ha secuestrado a dirigentes políticos, de quien se teme sean torturados. Todo esto tiene su remate en la expresión que nos recuerda a un personaje del Tercer Reich, se trata de Tarek W. Saab, quien en la tarde del día jueves nos ha dicho que “lo que está pasando (la represión a escalada ampliada y desnuda) es lo mejor porque se depura la sociedad”.
Maduro y Padrino han calificado el movimiento opositor hoy como un golpe de Estado, una proyección más de lo que ellos están cometiendo, pues lo que ocurrió el 29 de julio en la madrugada no es un fraude solamente, es un autogolpe de Estado que profundiza la ilegitimidad del régimen al que nadie reconoce y con el que nadie comparte razones. La dictadura está en crisis y su derrumbe ha comenzado por donde comienzan todos los derrumbes de las autocracias: por la destrucción de sus símbolos del poder, por eso ruedan las cabezas de las estatuas de Chávez, cuyo mito, también, ha sido destruido por Maduro.