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Los más importantes referentes de la nomenclatura revolucionaria lo han manifestado abiertamente: no nos sacarán del poder ni por las buenas ni por las malas. Han sido contundentes en eso con hechos comunicacionales, públicos y notorios. Muy claros han sido. Desde esta tribuna hemos insistido a la manera del párrafo 5 de una apreciación de inteligencia, como si se estuviera trabajando en un gabinete de Estado Mayor, que el régimen que encabeza Nicolás Maduro tiene tres posibilidades en este momento:
- Mantenerse en el poder. Están instalados en Miraflores ejerciéndolo desde hace 26 años.
- Recuperar el poder inmediatamente a la manera del 13 de abril de 2002. Después de esos eventos hicieron una reingeniería organizacional, legal, institucional que mejoró el dispositivo, la composición y la fuerza de la estructura militar para fusionar. Tienen veinte años ensayando; y,
- Si son superados en las posibilidades 1 y 2, pasar a una etapa de Guerra Popular Prolongada (GPP).
Para ensayar nuevamente frente a estas tres posibilidades, los días 22 y 23 de enero se desplegaron en todo el país con todo un dispositivo en lo que ellos llaman la fusión cívico militar y policial. El ejercicio Escudo Bolivariano 2025 que desde el año 2003 han venido realizando con el argumento de la invasión del imperio. Este año con mayor razón frente a la amenaza del inicio de la administración Trump en Estados Unidos.
Nada es casualidad en la revolución. Este ejercicio se desarrolla siempre haciendo énfasis en los estados venezolanos que hacen frontera con Colombia. Zulia, Táchira, Apure, Amazonas y Bolívar y se extiende hasta el Delta Amacuro, los cuales, frente a los departamentos colombianos de Goajira, Cesar, Norte de Santander, Arauca, Vichada, y Guainía; hacen la geografía de la Nueva Marquetalia. El sueño revolucionario frente al poder del imperio según la narrativa roja.
Son los dominios de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia no desmovilizadas llamadas como disidencia, del Ejército de Liberación Nacional y de las bandas criminales. Todos aliados del régimen desde los tiempos de Chávez presidente-Maduro canciller. Bastante agua ha corrido ya por debajo de ese proyecto político militar. En algún momento de los inicios revolucionarios en el poder, el mismo presidente Chávez en un discurso encendido en la Asamblea Nacional estableció retóricamente los límites de Venezuela en ese sector con la guerrilla colombiana como una fuerza beligerante, obviando la presencia del Estado colombiano y el venezolano en esa franja. Le concedió al calor de uno de sus afiebrados discursos un reconocimiento jurídico y político a la fuerza insurgente levantada en armas contra el Estado colombiano y en ese mismo impulso retórico al venezolano, que él representaba. Un claro mensaje a los militares venezolanos que aún se anclaban en la territorialidad y la soberanía. Eso es historia.
Como decíamos anteriormente, nada es casualidad en la revolución. Todo hace parte de un plan.
Está calientico aún el tema de la violencia reanudada en la zona del Catatumbo por una ofensiva del Ejército de Liberación Nacional, lo que ha originado un fuerte desplazamiento de colombianos hacia Venezuela en todo ese sector. En esa marejada migratoria vienen juntas, pero no revueltas, gente pacífica con combatientes guerrilleros activos que son habituales de la zona y la controlan. En Washington también está caliente la juramentación de Donald Trump como presidente.
Como el tema de la intervención militar propuesta por el expresidente Álvaro Uribe Vélez también está recién salido del horno de la opinión pública, y el ejercicio Escudo Bolivariano 2025 está en pleno proceso de despliegue y maniobra; la guerrilla colombiana que forma parte de la Organización para el Combate en los planes de defensa del régimen está ya diciendo presente, en la formación de lista y parte que comanda el ministro de la Defensa el general Padrino López desde su despacho en el quinto piso de Fuerte Tiuna.
Como decíamos anteriormente, nada es casualidad en la revolución. Así como no fue casualidad la presencia de Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega en la juramentación presidencial fraudulenta de Nicolás Maduro el pasado 10 de enero. Cuba y Nicaragua son los países que aportarían inicialmente los combatientes internacionalistas en este plan de defensa de la revolución. Los de Cuba están en Venezuela desde hace 20 años. En las tres posibilidades que se mencionan arriba en este texto, especialmente en la relacionada con la GPP. Los dos dictadores aliados de Maduro saben que la suerte política de este en el poder los arrastra en la permanencia al frente de sus respectivos gobiernos. Tienen la experiencia de combate y la ausencia de los escrúpulos políticos y morales para apoyar el único camino que le queda a la revolución venezolana para persistir en Miraflores: por las malas. Lo están haciendo.
No se debe ignorar la realidad de las posibilidades del régimen, continuar subestimándolo y sobreestimar las fuerzas propias. Esa realidad más este movimiento de la guerrilla desde Colombia, el terrorismo internacional, la delincuencia común empoderada, y los acuerdos políticos y militares con Cuba, Nicaragua, China, Rusia e Irán forman parte de las rutas disponibles del régimen para impedir su salida del poder.
Solo la fuerza los saca.
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