Desde que la inmensa mayoría de los venezolanos asumió la convicción de que la lucha que dábamos, en medio de inmensos riesgos -de todo orden-, era contra un régimen dictatorial con propósitos hegemónicos, siempre hemos sostenido que la estrategia medular está en colocar en la agenda de acciones, en un espacio privilegiado, salir primero de la dictadura y después todo lo demás. Han sido ya más de dos décadas dando la pelea para vencer ese esquema purulento y peligroso que inicio Hugo Chávez y ahora se prolonga bajo la égida de Nicolás Maduro.
Ese proyecto nació en medio de la virulencia que le imprimió su promotor original, que no reparó a la hora de conspirar desde las propias entrañas de la Fuerza Armada Nacional, para atentar contra el orden constitucional establecido en el país. Quedan para la posteridad esos dos arponazos golpistas del año 1992. Después se desarrollan desde la piel podrida de ese modelo, las ponzoñas del narcotráfico y el terrorismo, el más escandaloso derrape de corrupción y la aplicación de métodos de persecución política, detenciones arbitrarias y torturas como parte de un evidente patrón de conducta, hasta llegar a ser perpetradores de crímenes de lesa humanidad.
En el marco de estos 22 años de resistencia los venezolanos hemos hecho de todo para tratar de salir de ese pandemonio, lamentablemente no lo hemos podido conseguir. La razón está fundamentalmente en los giros imprevistos que se han dado, cada vez que hemos estado a las puertas de pasar el umbral de esta era tan tenebrosa. Al día de hoy se reincide en el intento de procurar esa salida mediante otro diálogo, esta vez con el rótulo de intento mexicano.
Como venezolano deseo que algo bueno salga de ese esfuerzo y la mejor noticia sería que se logró imponer, concertadamente, un proceso electoral absolutamente confiable y garantizado mediante la observación ilimitada de la comunidad internacional que apuesta por una solución pacífica a la catástrofe que impacta, no solo a los venezolanos, sino también a las naciones de nuestro continente.
¿Qué me preocupa de ese diálogo en México?
La sede, es una desventaja, ya que está controlada por un gobierno que se inclina a favor de sus socios del Foro de Sao Paulo.
La imparcialidad del moderador, o sea el rol de Noruega, teniendo en cuenta su cuestionable desempeño en el diálogo de La Habana entre los miembros de las FARC y el gobierno de Colombia. Transcurridos más de 4 años de ese diálogo, lo que tenemos es que los jefes de esa narcoguerrilla colombiana están instalados “a pierna suelta” en territorio venezolano. Además, ya Noruega desempeñó un papel en el fallido diálogo de Oslo y el de Barbados, consumados en el año 2019.
Que miembros de la delegación de la oposición sean vetados por el dictador y que “se agache la cabeza” para complacer esas intemperancias, inaceptables desde todo punto de vista.
Que algunos miembros de la delegación de la oposición estén más pendientes de ver cómo resuelven sus aspiraciones de ser candidatos a gobernadores o alcaldes, comprometidos, como evidentemente están, a avalar el proceso de elecciones regionales montado por la dictadura para el próximo 21 de noviembre, en vez de poner la mira en lo realmente trascendental, que es la libertad de Venezuela. La situación de la oposición venezolana es crítica, está muy dividida, infiltrada y con agendas ocultas entre los directivos, algunos de los cuales están entregando la cabeza de Juan Guaidó, para liquidar el interinato, a cambio de que el régimen los deje actuar dentro del país “para ser cola de un ratón” que vivirá de las miserias que les tire la dictadura.
Que, a cambio de nada, que valga realmente la pena para lograr la libertad de Venezuela, se levanten las sanciones a los depredadores relacionados con esa narcotiranía, que le devuelvan los activos, como el oro resguardado en Inglaterra y que le validen sus mamotretos, entre ellos el aparato judicial que le serviría a Maduro para boicotear el curso del proceso que marcha en la Corte Penal Internacional.
Que no se tenga claro que Maduro no es presidente legítimo de un gobierno que no tiene legalidad, sino que es capo de una banda delincuencial muy peligrosa, cuyos integrantes están siendo solicitados por organismos policiales y judiciales del mundo, por la comisión de los graves delitos que les son imputados.
Siempre he dicho, manteniendo mi coherencia a la hora de analizar esta tragedia, que desunidos ni solos podemos superar esta calamidad. Hoy no se puede esconder la vergüenza representada por una dirección política que no deja de sorprendernos con los saltos que pegan para variar sus posturas de la noche a la mañana. Y en cuanto al respaldo internacional requerido, este debe centrarse en el combate articulado contra los traficantes de narcóticos, para eso es de entender que se tienen acciones especializadas. Y otro capítulo es lo que está pasando, algo que es real y no mágico, en la Corte Penal Internacional. Las órdenes de captura se pueden cursar: unas por narcotraficantes y corruptos y otras por ser criminales de lesa humanidad.
@alcaldeledezma
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