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Pónganle un ojo a las licencias

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Después del 28 de julio una pregunta que recibo con mucha frecuencia es qué va a pasar con la economía venezolana. Desde luego, quien tenga una respuesta absoluta, un “si o no” en cuanto al tema, creo que no será del todo honesto. Y sin duda, mucho dependerá de lo que suceda en la arena política, a saber, si Nicolás Maduro se mantiene en el poder o si Edmundo González finalmente logra una transición hacia la democracia.

Para el momento en que escribimos estas líneas Maduro sigue en el ejercicio de la presidencia. Dadas las noticias y los acontecimientos de los últimos días, este escenario pudiera estar sujeto a cambio. Sin embargo, lo tomaremos como base. Se partirá de la premisa de que Maduro sigue en la presidencia (más allá de las razones, medios, mecanismos y apego a la legalidad). El cómo y por qué Maduro sigue en el poder ha sido objeto de muchísima cobertura en medios, redes sociales y otros espacios públicos.

Si este escenario se mantiene, creo que el mayor termómetro que medirá el comportamiento de la economía venezolana será el destino de las licencias petroleras que han sido emitidas por la OFAC. Y me perdonan el reduccionismo, amigos economistas y analistas de entorno. Estoy consciente de que la macroeconomía tiene muchísimas otras variables, y que no es un secreto que temas como la inflación, el tipo de cambio, la liquidez monetaria o nuestras reservas internacionales son vitales para la comprensión de lo que puede suceder en el comportamiento económico del país.

Pero en lo personal, estimo que tal es nuestro nivel de precariedad en el ámbito institucional, y tan pequeño es el tamaño de nuestro PIB, que al final será el sector petrolero y el de energía el que defina hacia dónde podrá dirigirse la economía nacional. En dos platos, habrá que ver qué sucede con las licencias.

Ante ello hay dos posibles escenarios. Si se mantienen las licencias, la economía vendrá comportándose muy probablemente de la misma manera en que lo viene haciendo en los últimos dos años aproximadamente. Un crecimiento liliputiense, algunos sectores con algo de reactivación, junto a una población que, mayoritariamente, seguirá batallando contra la incapacidad de generar riqueza de forma sostenida, y un poder adquisitivo bastante mermado. Si, por el contrario, se retiran las licencias, el escenario será muy parecido a lo que vivió Venezuela durante el período 2018 a 2020. Mucha menor cantidad de divisas disponibles en el país, empobrecimiento mayor, y la toma de decisiones por parte del Estado tendientes a hacer frente a la coyuntura. En este último escenario, la inversión extranjera sería mucho menor de lo que ya es, con lo cual, en buena medida, la economía se la montaría sobre sus hombros el pequeño y subcapitalizado sector privado venezolano.

Si me preguntan, en cualquiera de los dos casos, el panorama no es alentador, aunque siempre habrá quien encuentre vender pañuelos en medio de un funeral. Sin embargo, en el plano general, no son buenas noticias para el país.

¿Cambiaría el escenario ante un mandato de Edmundo González? De entrada, diría que la prioridad de esta presidencia sería la de tender puentes hacia la democracia, por lo que su foco sería eminentemente político. Es previsible, sin embargo, que el esquema de licencias y sanciones sea eliminado bajo un mandato democrático lo cual beneficiaría a la economía del país, y abriría canales de inversión que lamentablemente hoy están vetados. Las principales industrias, incluida la petrolera, tendrían mucha más inversión de la que tienen hoy, con las consecuencias que ello implica para el país.

Mientras tanto, sin embargo, la premisa es otra. Y por duro y simplista que suene, vean lo que sucede con las licencias si quieren tener una predicción medianamente atinada de lo que pasará con la economía venezolana en el corto y mediano plazo.

 

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