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Polonia y Alemania: memoria, transformación, reconciliación e inclusión

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Hoy conmemoramos el 30° aniversario de la firma del Tratado sobre buena vecindad y cooperación amistosa entre la República Federal de Alemania y la República de Polonia, resultado de un proceso de reconciliación de más de 20 años y un punto de inflexión en las relaciones polaco-alemanas.

La historia de la vecindad polaco-alemana es extensa y compleja. Hubo momentos de amistad y cooperación, pero también épocas difíciles, como la ocupación alemana de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, dejando entre ambos países ciertas heridas que parecían imposibles de cicatrizar.

El destino de ambos países fue resuelto en 1945 durante la Conferencia de Yalta, cuando Polonia y Alemania Oriental quedaron incluidas en la zona de influencia soviética. Se modificaron las fronteras de ambos países, causando el éxodo de millones de polacos y alemanes, marcando, también, el inicio de una lucha política, económica, militar, social, informativa, científica y, sobre todo, ideológica, que todos conocemos como la Guerra Fría. Alemania Oriental y Polonia se sumergieron en el sistema totalitario impuesto por Moscú.

Durante las primeras décadas después de la Segunda Guerra Mundial, los polacos vivieron  con el trauma de la guerra, alimentado por una propaganda que descartaba cualquier posibilidad de reconciliación con Alemania.

El primer gesto de intercesión llegó de las iglesias católica y luterana de ambos países: en 1965, durante el Concilio Vaticano II, 34 obispos polacos, entre ellos Karol Wojtyla, quien más tarde se convertiría en Juan Pablo II, firmaron la Carta Pastoral dirigida a los obispos alemanes, en la que “perdonaban y pedían perdón” por los hechos ocurridos durante la guerra. La carta, que tuvo una respuesta inmediata de 41 obispos de las dos Alemanias, marcó el primer paso sobre el camino hacia la reconciliación.

Por otro lado, la cooperación entre las sociedades civiles seguía creciendo. Durante las represiones del gobierno comunista contra el sindicato Solidaridad en los años ochenta, diversas organizaciones alemanas prestaron ayuda a sus “amigos polacos”, transformando el mito cultivado durante décadas por la propaganda comunista sobre la Alemania federal como el enemigo de Polonia.

El año 1989 fue crucial para ambos países, por un lado, las negociaciones entre el gobierno comunista y la oposición organizada alrededor de Solidaridad, dieron como resultado las primeras elecciones parcialmente democráticas en Polonia, en las que triunfó el bloque opositor y, por el otro lado, la caída del Muro de Berlín, dando inicio a una transformación democrática en Alemania Oriental y luego a la unificación alemana.

El  17 de junio de 1991, Alemania a través de su canciller Helmut Kohl y Polonia a través de su primer ministro Jan Krzysztof Bielecki, firmaron el documento clave para las relaciones de ambos países: el Tratado sobre la buena vecindad y cooperación amistosa, documento que complementaba el Tratado fronterizo polaco-alemán de 1990 y que establece que ambas partes se esforzarán en la creación de una Europa en la que se respeten los derechos humanos y libertades básicas, promoviendo los contactos culturales, especialmente en los jóvenes. Es así como en los años noventa se crearon numerosos programas bilaterales que propiciaron el intercambio de cerca de tres millones de jóvenes estudiantes.

El acuerdo puso fin a un periodo en el que las cuestiones fundamentales entre las dos naciones fueron debatidas.

Desde los primeros pasos de la Polonia democrática, Alemania fue un apoyo en los esfuerzos diplomáticos para la adhesión de Polonia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 1996, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999 y a la Unión Europea en 2004.

Hoy en día, ambos países se unen a través de alianzas estratégicas, tanto en el ámbito de la sociedad civil como en el formato político del Triángulo de Weimar, un mecanismo de cooperación entre Alemania, Francia y Polonia, que potencia las fortalezas individuales de cada país, generando valor a través de sus competencias y transfiriendo virtuosamente entre ellos los conocimientos, pensamientos y prácticas, en la búsqueda de acuerdos que beneficien e impulsen a cada miembro a cumplir sus metas.

Polonia y Alemania continuaremos cooperando estrechamente, somos aliados y socios de la Unión Europea, tenemos una frontera abierta y mantenemos una relación estratégica como filosofía de colaboración, potenciando el alcance de nuestros objetivos y contribuyendo al crecimiento individual a todo nivel.

 

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