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Política de Donald Trump reflota la permanencia de Putin y Maduro

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El ascenso de Donald Trump esperado por muchos desde la perspectiva de un salvador moral ha impactado con la eclosión de un autócrata que se cree con el poder de la unilateralidad de sus decisiones y con el rango de imponerlas al resto del planeta, exhibiendo una conducta totalitaria que en apenas 30 días de su gobierno ya muestra los daños que es capaz de hacer.

En su primer mes ha avanzado como un tren descarrilado con un programa de deportaciones masivas, intentando también anular la ciudadanía por nacimiento, derecho consagrado en la 14ª enmienda de la Constitución estadounidense, propuesta de tal irracionalidad que resalta el cuestionamiento de su propia nacionalidad, siendo hijo de madre inmigrante de Escocia y su padre hijo de inmigrante de Alemania; en consecuencia, su pretensión es un enredo consigo mismo. Siguiendo con sus acciones atacó con fuerza diplomática y planteó la necesidad de arrebatarle la administración del Canal de Panamá a esa nación, mientras delinea finamente un acercamiento notable con los regímenes de Venezuela y Rusia, todo en el marco de una política internacional agresiva.

Trump da la espalda a Europa 

Estos acontecimientos producen la necesidad de estudiar al politólogo y sociólogo Samuel P. Huntington, quien es reconocido por sus investigaciones sobre las relaciones entre el gobierno militar y civil; profesor de Ciencias Políticas y director en la Universidad de Harvard, y del John M. Olin Institute for Strategic Studies, y autor de más de una docena obras de estudios profundos, llegando a formar parte del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. El análisis de su estudios resultan imperativos para valorar la actual coyuntura que atraviesa el desarrollo político de Estados Unidos con la administración II de Donald Trump, que apenas ha comenzado.

Huntington llegó a exponer lo que según él sería el Nuevo Orden Mundial; hablando de un mundo multipolar y multicivilizacional en el que las identidades culturales son en un nivel más amplio identidades de civilizaciones que configuran pautas de cohesión, desintegración y conflicto, encerrando así el sentido de pertenencia a un grupo social que comparte rasgos culturales entendido este como valores, creencias, lengua, instrumentos de comunicación y los parámetros definidos para el establecimiento particular de las relaciones sociales.

Pudiendo afirmarse desde el planteamiento de Huntington y  desde su nivel de influencia en la alta política norteamericana, donde ayudó a identificar que la civilización occidental está formada por tres componentes principales: Europa, América del Norte y Latinoamérica, resultando ahora absolutamente inverosímil comprender la disposición de Donald Trump de favorecer a Putin en su expansión sobre Ucrania, en perjuicio de Europa un aliado fundamental en todos los procesos históricos que ha experimentado el pueblo y gobierno de Estados Unidos y en franca contravía, con las posiciones en cuanto a la concepción y desempeño del poder por parte de Estados Unidos.

Evidentemente Donald Trump ha actuado en solitario y en contra del criterio de los gobiernos europeos, favoreciendo descaradamente a Putin, quien además de quedarse con el territorio ocupado y garantizarse que Ucrania se quede fuera de la OTAN, tendría un simbolismo que le daría grandeza, con el reconocimiento por parte del poderoso Estados Unidos como un igual, vale la pena preguntarse qué necesidad tiene Donald Trump de favorecer al dictador ruso. 

La sola excusa del gasto militar no es suficiente para Europa y abre una poderosa fractura entre aliados sin ninguna utilidad, difícilmente algún analista podrá encontrar sustento para el actual desempeño de la Administración Trump. Europa sabe con certeza la esencia de Vladimir Putin, un hijo directo de la URSS, exdirector de la KGB, y un neo estalinista, que aviva el expansionismo ruso, presente incluso antes del zarismo, siendo ya sorprendente el empeño de Trump en reimpulsar a Putin, nada debe extrañar en lo sucesivo algún planteamiento de acuerdos con Irán, así de abrumadora es la política Donald Trump.

Caso Venezuela: ¿apostar todo a Trump sería un error o un acierto? 

La causa de la democratización de Venezuela ha sido traicionada por todos los hipotéticos aliados en el contexto internacional, desde España con el gobierno de Pedro Sánchez, con Rodriguez Zapatero de pívot ejerciendo una dantesca y asombrosa corrupción, hasta los Estados Unidos con la administración Biden y el lobby petrolero y ahora la administración Trump a la que personalmente le apuesto muy poco, pasando por los países vecinos absorbidos por una falsa izquierda inmoral e ineficiente, representada en la corrupción de Lula Da Silva y Odebrecht y Petro con su insípido plan de paz fortaleciendo desde Venezuela al ELN quienes realmente son  los gestores del poder en Colombia detrás de Petro.

De manera que el liderazgo venezolano encarnado en María Corina Machado, y depositado masivamente en Edmundo González pudiera esperar mucho de Donald Trump, sí bien ciertamente apenas empieza su administración; hay señales tempranas, algunas desnudadas en este enfoque, que obligan a encender las alarmas, en oposición del criterio en las recientes declaraciones de María Corina Machado con la periodista Sebastiana Barráez, creyendo aún MCM que Trump tendrá menciones especiales a Venezuela. 

Percibiendo a Trump como un aliado que va en retroceso, o simplemente no es ningún aliado, también hay que reconocer que otros bloques gravitan en la política de Estados Unidos, en vista de que no pareciera existir una política cohesionada en los republicanos, en cuanto a una firme determinación sobre Nicolás Maduro. Trump se plantea con reticencias incandescentes cuando es consultado sobre la deposición de Maduro, y mantiene un enviado especial de su despacho el Sr. Richard Grenell directamente con Caracas, mientras el madurismo confía en la articulación del lobby petrolero de Chevron quienes manifiestan conversar con el presidente de Estados Unidos y sus más cercanos colaboradores sobre la necesidad de mantenerse en el control del petróleo de Venezuela, para evitar mayor influencia de China, al menos ese es el argumento que sostienen mientras todos aprovechan las utilidades del negocio petrolero, y sepultan además con toneladas de polvo las acciones prometidas entre ellas la Ley Bolívar.  

En otra línea diametralmente opuesta sin posibilidad de matices, se encuentra la aversión del secretario de Estado, Marco Rubio, y de los senadores María Elvira Salazar, Rick Scott y Mario Díaz Balart, quienes se mantienen en la exigencia de la dureza y la confrontación decidida que todos hasta el propio Donald Trump ofrecieron durante el desarrollo de la campaña electoral, con respecto a los regímenes totalitarios de América Latina. Desde ya es un desafío enorme para los senadores y los republicanos en general, sobrevivir a las políticas de Donald Trump de seguir en esa desbocada dirección.

Donald Trump seguirá mostrándose como un enigma, y tendrán María Corina y Edmundo González, sin dejar de articularse con la Casa Blanca, que replantear los esquemas organizativos y las formas de resistencia ante el desarrollo político de quienes desprecian la democracia y se hacen del poder de facto para someter a la población, corresponde en los actuales momentos redefinir los esquemas organizativos, articular a todos los factores sociales en el propósito de la democracia, en una plataforma tan amplia y plural que garantice la participación y las voces de todos los que están ganados a rescatar la democracia, le urge al país la construcción de una nueva estructura, que entienda la fase histórica donde nos encontramos y pueda ayudar a organizar y a orientar las bases sociales del país hacia donde nos dirigimos.

Quedando claro siempre ante la mirada de quienes luchan por la libertad y la democracia en el mundo, que tanto Putin como Maduro representan el mismo lado de la historia, el mismo lado oscuro y perverso, pero firme contra ellos tan bien han emergido los liderazgos como el de Zelenski, María Corina Machado y Edmundo González y el desaparecido Navalny, ellos son el recordatorio de que enfrentar a los tiranos es un sacrificio personal inmenso que muy pocos son capaces de asumir.

Y quienes respaldan de una u otra forma a estos sistemas, se han olvidado de la  causa de la libertad de los pueblos, de la simpatía con los oprimidos y los deseos de prosperidad de millones de personas.  

¿Qué defenderán ahora?


Jufraga12@gmail.com

@jufraga12

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