OPINIÓN

¿Podrán los partidos acabar con las arremetidas de la antipolítica?

por Piero Trepiccione Piero Trepiccione

La política engloba todo aquello que nos rodea en una determinada geografía. Si la comparamos con una producción cinematográfica, lo primero que debemos reconocer es que, queramos o no, todos formamos parte del mismo guion, quizá unos con más participación que otros, incluso a algunos les tocará trabajar tras bastidores, mientras otros serán la imagen del filme, pero el resultado final es el reflejo de lo bien engranadas que estén todas las piezas.

Asimismo, si llevamos esto al terreno político tenemos a los actores, que son los líderes que vemos en los medios de comunicación o las figuras más representativas de los partidos, pero, aunque son éstas las caras más conocidas, la realidad es que detrás de todo ello hay muchísimas personas que desde sus comunidades, barrios, distritos, sectores, comunidades autónomas, etc. Que respaldan con criterio propio y mucho trabajo a estos protagonistas.

En este artículo, quiero destacar qué es la antipolítica y por qué es importante combatirla por medio de las diferentes coaliciones que representan las corrientes de pensamiento político en todos los terrenos.

La antipolítica, según el politólogo Moisés Naím (2022):

«Se trata de una poderosa fuerza centrífuga que deshace la capacidad de las viejas élites de gobernar y prepara el terreno para unas fuerzas centrípetas que quienes aspiran a convertirse en autócratas pueden aprovechar para volver a concentrar el poder, esta vez solo en sus manos».

La antipolítica es lo opuesto a la política, es una fuerza que acaba con todos los protocolos de diplomacia y normas de conducta establecidos durante años por los líderes en su afán de transmitir su mensaje a las diferentes audiencias. Es una fuerza abrazadora que persigue objetivos personales lejos de hacer frente a los intereses de los ciudadanos.

¿Por qué debemos evitar este fenómeno a toda costa y cuál es la verdadera amenaza?

De la antipolítica emergen los cimientos que sostienen el autoritarismo. Personas que son más bien guiadas por su afán de alcanzar el poder, que de gobernar.

Podemos identificar a un autócrata por medio de las denominadas «Tres Pes» de Naím, que son: populismo, polarización y posverdad. Una persona que se vende a sí mismo como la voz única del pueblo y que pretende «acabar» con los abusos y la corrupción, al mismo tiempo que está rodeado de escándalos mediáticos, es muy probable que estemos frente a un autócrata de las tres pes.

Debemos ser cada vez más críticos en los asuntos públicos, ser parte importante de las decisiones del Estado, porque ese letargo político que sienten las personas cuando están fatigadas de ver los mismos partidos, discursos o pensar que todos son corruptos, es lo que da paso a éstos seres de ofrecernos soluciones efímeras con la intención de alcanzar y mantener el poder.

Los partidos políticos se forman partiendo de estructuras, organización, liderazgos, ideales, sea cual sea la tendencia, color o perspectiva, como si se tratara de una pintura, su misión es dibujar sobre el lienzo e ilustrar que existen diferentes pensamientos, que los colores están allí para identificarse y aportar ideas distintas, soluciones y demás, no para ser señalados y catalogados como oponentes, cada color tiene sus matices y es por eso que en cada obra de arte la diversidad produce esa majestuosidad que la hace única.

Es mejor ser parte y colaborar, incentivar a otros, fomentar la participación ciudadana y más que adoctrinar, es mejor reflexionar y analizar. La política es un verbo en toda su expresión, por eso es importante que, como ciudadanos, no seamos criticones, sino críticos y participativos en los asuntos de importancia nacional, ya que una sociedad no se define por individuos, sino por colectivos, como nación.

La política, al igual que un juego de ajedrez, es una estrategia colaborativa. Una pieza importante no puede ejecutar un ataque sin el consentimiento de los peones, mientras que los peones no podrían ganar la partida si prescinden de las ventajas del resto de piezas. Al final, tienen que aprender a convivir unas con otras si quieren ganar la partida. Así son los partidos, deben existir, pero deben estimular más el compromiso y la participación ciudadana. Las personas no deben ser espectadores o simple electores, estos deberían ser más bien colaboradores.

Para finalizar, respondo a la interrogante que planteo en el título de este artículo. Los partidos sí pueden hacer frente a la antipolítica, y deben hacerlo, no sea que este fenómeno se convierta en el modelo de referencia con el cual alcancen el poder los futuros líderes y se adhieran al él de tal forma que no haya forma de relevarlos por medios democráticos.

La libertad es un tesoro que ha costado mucha sangre a lo largo de la historia, y es deber de todos protegerla de la tiranía.

Artículo publicado en Venezuelan Press