A lo largo de la historia, las élites políticas y diversas autoridades han ostentado objetos como símbolos de poder. Entre nosotros, uno de los casos más conocidos es el de Vladimiro Montesinos, que tenía una abundante colección de relojes y los mostraba según la ocasión. Ahora tenemos el caso de la presidenta Dina Boluarte.
Si bien hay una relación entre ambos conceptos, estos son diferentes. Por ejemplo, la bandera es un símbolo relacionado con la patria y no es ostentosa; en cambio, hay coronas que son símbolos de poder, llenas de piedras preciosas y muy pesadas, que son totalmente ostentosas. La palabra «ostentar» viene del latín «ostentare» y significa mostrar o hacer patente algo. Un reloj Rolex, por ejemplo. La autoridad nos está mandado un mensaje de superioridad por poseer una bonita y costosa joya, que además es útil porque nos da la hora, como cualquier reloj del mundo. También nos está diciendo que al tener y mostrar un Rolex posee un estatus superior ante los demás que no podemos tener un reloj de esa calidad por su alto costo. En consecuencia, la idea de superioridad está vinculada al valor del objeto. Así se deshumaniza no solo la relación política, sino cualquier otro tipo de relación, porque quienes piensan que las personas valen por sus condiciones extrínsecas y no intrínsecas –es decir, solo por el hecho de ser seres humanos– las valoran por lo que tienen y no por lo que son. Esto no es novedad, ha sucedido y sucede, como dijimos anteriormente, a lo largo de la historia.
Los ostentosos siempre quieren llamar la atención, son egocéntricos y hay aquellos patológicos que te refriegan su ostentosidad en la cara. Los huachafos o huachafas por lo general son brutalmente ostentosos.
Los símbolos del poder son cada vez menos ostentosos. Este es un triunfo de la democracia, porque ya no es la ostentosa y pesada corona del rey o de la reina, sino una banda, que llamamos banda presidencial o el fajín de los ministros y ministras de Estado. Son símbolos modestos, si los comparamos con el poder ostentatorio de la aristocracia, palabra de origen griego que significa “los mejores”. «Símbolo» viene del latín «symbolum» y también «symbulus«. Dice el Diccionario de la Lengua Española que es “un elemento u objeto material que por convención se considera representativo de una entidad, de una idea, de una cierta condición”.
Mostrar públicamente un ostentoso reloj ante la opinión pública, sea este comprado, regalado o prestado, es una conducta insensible, sobre todo en un contexto de fragmentación social, desencanto con políticas electorales y seria crisis económica. Pero también vemos con preocupación que, a pesar de tanto cinismo y ostentación, una gran mayoría de peruanos ha caído en la indiferencia y el aburrimiento, que no sirven para nada, pero, por otro lado, que hay también un gran descontento e indignación, que si se manifiestan pueden servir para mucho, siempre y cuando se canalicen democráticamente.
Artículo publicado en el diario El Comercio de Perú
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