Plebiscito sin convocatoria

La semana que culmina ha sembrado un hito histórico en el país. Quienes conocemos de cerca los pueblos andinos -volcados totalmente en las carreteras y calles- sabemos perfectamente cuál es la plana dirigencial en cado uno de los municipios; notamos que allí se avizora una ola incontenible en las mesas de votación; sin precedentes en el transcurrir electoral nacional. Los municipios de los Andes conservan una tradición organizativa única y una combatividad elevada, como las montañas sonrientes al paso de la caravana gigantesca, desde Timotes de Mérida, hasta San Cristóbal del Táchira; desbordada como el río Chama en tiempo de buenos aguaceros.

Una esperanza viene rodando desde lo más alto del Pico Bolívar: incontenible, invencible, inalcanzable. En las fértiles tierras andinas se confirma la célebre afirmación de Washington: “La libertad cuando comienza a echar raíces es una planta de rápido crecimiento”. Y los frailejones tardan para crecer, pero cuando lo hacen son fuertes y valerosos, luchan por mantener sus flores de oro.

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Definitivamente, el andino es un frailejón de libertad y democracia. Bajo esta vitrina: un plebiscito sin convocatoria que va descubriendo verdades:

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