Según informa El Debate de Madrid, gracias a la inteligencia artificial (IA) y a los papiros de Herculano se encontró la tumba de Platón, uno de los filósofos más conocidos entre aquellos que no se dedican a la filosofía.
El medio informa además que la tumba está ubicada en la Academia de Atenas, específicamente en un jardín que se había reservado para el famoso filósofo de la época clásica, discípulo de Sócrates y maestro del gran Aristóteles.
El jardín en el que la IA ha ubicado la tumba está cerca del Museion, de donde proviene la palabra «museo», lugar en el que, de acuerdo con la mitología griega, residían las musas.
Como se sabe, Platón enseñó en la Academia, término que proviene de un personaje llamado «Academus». Según El Debate, se sabía que Platón había sido sepultado allí, un local que fue destruido en el año 86 a.C., pero no se conocía el lugar exacto de su sepultura.
Este hallazgo, que tiene un valor histórico inconmensurable, fue informado por Graziano Ranocchia, un papirólogo (estudioso de papiros), durante la presentación de un proyecto de investigación sobre escuelas griegas.
Más allá del descubrimiento y del rol positivo que cumple la IA cuando se usa con fines altruistas y científicos, Platón dejó una serie de enseñanzas, algunas todavía vigentes. El autor de la famosa República fue el primero en la historia en proponer una utopía, llamada de los reyes filósofos, donde planteaba lo que para él sería la mejor forma de gobierno.
Sobre su famosa utopía, palabra que significa “lo que está fuera de lugar”, o sea, fuera de la realidad, se ha discutido mucho. Algunos sostienen que su propuesta es autoritaria y otros que no. Hay quienes afirman que fue autoritaria y elitista arriba, pero democrática abajo, y que respetó la libertad del pueblo, sobre todo la libertad económica donde todos pueden ser propietarios, menos los que gobiernan y los defensores de la ciudad, vale decir, los militares. Pero al margen de esta polémica, Platón nos dejó enseñanzas partiendo de la idea de que la política debe estar sometida a la ética: que la única razón moral que justifica la participación ciudadana en la polis es la capacidad de servir a los demás.
Palabras sabias que cobran actualidad por la gran corrupción de muchos políticos, un grupo en el que lamentablemente se encuentra el Perú, y que deberían ser estampadas en los frontis de Palacio de Gobierno, el Congreso, el Poder Judicial y demás edificios públicos como un mensaje de que en la política y en la administración pública no hay otra razón moral que no sea la capacidad y, desde luego, el compromiso irrenunciable de servir a los demás ciudadanos. A ver si de esta manera esos sinvergüenzas que entran a la política y al servicio público dejan de robarle al pueblo.
Artículo publicado en el diario El Comercio de Perú
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