Integrar células humanas en organismos robóticos es otra dimensión que prevería en el futuro incorporar un cerebro a un cyberorganismo…
Hasta el presente…
…La evolución de la robótica y la biotecnología ha llevado a la creación de organismos cibernéticos, donde unidades robóticas se integran con cuerpos humanos para mejorar o restaurar sus funciones. Sin embargo, el uso de piel viva humana en robots representa una dirección inversa, lo que envuelve repercusiones éticas y científicas de esta tecnología “cyberhumana”; un término que podría describir un organismo robótico que incorpora elementos humanos, como tejidos biológicos o células vivas. Este concepto implica una simbiosis donde lo biológico y lo cibernético se combinan para crear un ser no humano con componentes de este: un ser híbrido.
Hasta ahora, los dispositivos cibernéticos se integran con el cuerpo humano para cubrir fallas biológicas, como las prótesis de extremidades manejadas por el cerebro humano a través de señales bioeléctricas en movimientos de la prótesis. Otro caso es el de los implantes cocleares que son mecanismos electrónicos que proporcionan una sensación de sonido a personas con pérdida auditiva severa o profunda. El implante convierte el sonido en señales bioeléctricas que estimulan directamente el nervio auditivo. Por otra parte están los marcapasos cardíacos, los ojos Biónicos que permiten a personas con ceguera retiniana recuperar la visión parcial, y las bombas de insulina que la administran y regulan continuamente en el cuerpo de personas con diabetes tipo uno.
Esta integración de cybertecnología y medicina logra mejorar vida de las personas, restaurando funciones perdidas y proporcionando nuevas capacidades.
Lo que viene…
La incorporación de células humanas en organismos cibernéticos ya no es una utopía científica, sino una realidad procedente de laboratorios en el mundo. Científicos de la Universidad de Tokio han demostrado cómo la piel viva creada a partir de células dérmicas humanas puede integrarse con robots para proporcionar capacidades sensoriales y de autoreparación. La integración de células humanas en organismos robóticos, llevando a la creación de «cyberorganismos», representa una frontera muy compleja para la ciencia y la biotecnología.
Las probabilidad inimaginable de incorporar cerebros humanos o úteros artificiales en robots abren posibilidades para la investigación, aunque obviamente plantean cuestiones éticas, conflictos de conciencia, cuestiones religiosas, e incógnitas por resolver y la decision humana de hacerlo o no.
El cybercerebro
La posibilidad de integrar un cerebro humano o tejido cerebral en un robot podría mejorar considerablemente sus capacidades cognitivas, y de procesamiento de información y —eventualmente— incorporar la sensibilidad y emoción humana. También sería un avance hacia la creación de robots con una superinteligencia artificial y con la habilidad de tomar decisiones autónomas.
También se podrá utilizar tejido cerebral en robots lo que coadyuva a los científicos para estudiar enfermedades neurodegenerativas y otros trastornos del cerebro. Las Investigaciones actuales en neurociencia y bioingeniería ya están explorando la creación de cyberorganismos cerebrales para estudiar el desarrollo y las enfermedades del cerebro humano. No obstante, la integración de cerebros humanos plantea trascendentales temas éticos, incluyendo la conciencia y la identidad del cyberorganismo. Además, existen retos tecnológicos enormes relacionados con la conexión de tejido cerebral vivo con sistemas electrónicos y su mantenimiento a largo plazo.
El cyberútero
Un útero artificial podría revolucionar la reproducción asistida, permitiendo el desarrollo de embriones fuera del cuerpo humano. Esto podría ayudar a parejas con problemas de fertilidad y a mujeres con condiciones médicas que les impiden llevar un embarazo a término. Permitirían a los científicos cuidar el desarrollo fetal en un entorno controlado, mejorando nuestra comprensión del desarrollo prenatal y de cómo se pueden prevenir y tratar las complicaciones durante el embarazo.
La posibilidad de desarrollar fetos fuera del cuerpo humano plantea cuestiones éticas, sociales y legales sobre la maternidad, la paternidad y los derechos del feto. La sociedad tendría que enfrentar debates sobre la identidad y el cuidado de los niños nacidos de esta tecnología. Incluso, podría ser una alternativa al aborto.
Será necesario equilibrar la innovación con una reflexión moral profunda y un dirección orientada en el bienestar humano biopsicosocial.
El debate sobre la legalización del aborto ha sido un tema de discusión durante más de un siglo, con momentos clave en diferentes períodos y regiones del mundo. Hoy en día, las leyes sobre el aborto varían significativamente entre los países. Algunos tienen leyes muy restrictivas, mientras que otros permiten el aborto libremente hasta cierto punto del embarazo. ¿Cuánto tiempo tomará el debate? Seguramente más que lo que la bio y la cybermedicina requiere para disponer del útero artificial. En las últimas décadas, el aborto ha seguido siendo un tema controvertido. En muchos países, se han producido debates y cambios legislativos significativos. En Irlanda, el referéndum de 2018 llevó a la legalización del aborto, revirtiendo una prohibición constitucional. En Estados Unidos por el contrario, la Corte Suprema de Justicia revirtió una decisión propia del máximo tribunal que protegía la decisión de abortar, y se reabrió el debate que será sometido ahora a las leyes estatales, a las decisiones de sus respectivos tribunales y a referendos regionales. Pensamos que el debate sobre la gestación en un útero artificial tomará un buen tiempo aceptarlo —o no— socialmente y legislar su uso e implementación.
El uso de piel viva humana en robots
Lo que se denomina «piel viva» se refiere a materiales biológicos derivados de células humanas que se utilizan para recubrir la superficie de robots, otorgándoles una apariencia y funcionalidad más humanas a estos organismos cibernéticos. Los Investigadores de la Universidad de Tokio han desarrollado una piel robótica utilizando colágeno y células dérmicas humanas, creando un biomaterial que no solo se siente como piel humana, sino que también puede sanar y regenerarse.
La piel viva en robots crea un realismo y tolerancia social porque al dotarlos de una apariencia más humana, se facilita su aceptación en roles donde la interacción con ellos es importante como en el cuidado de ancianos o en la educación.
Esta piel, integra sensores que admitan que los robots perciban a través del tacto, la temperatura y la presión, mejorando su capacidad para interactuar con los humanos. La capacidad de la piel viva para regenerarse reduce los costos y la complejidad del mantenimiento de los robots, al lograr que se autoreparen.
Otras investigaciones y avances recientes
Investigadores en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) están desarrollando piel sintética que puede integrarse con tejido humano para mejorar la cicatrización y reducir el rechazo. En la Universidad de Stanford, se está experimentando sensores táctiles avanzados que pueden ser incorporados en piel viva para proporcionar a los robots una percepción táctil casi humana.
De la misma forma, el uso de piel viva en robots de asistencia médica consigue mejorar de manera considerable la calidad del cuidado con los pacientes, proporcionando una interacción más humana y empática con ellos.
A medida que esta tecnología avanza, es vital balancear la innovación con consideraciones éticas para asegurar que su implementación beneficie a la sociedad de manera equitativa y respetuosa de las creencias.
Implicaciones éticas y científicas
En la obtención y recolección de células humanas para crear piel viva se deben seguir estrictos protocolos éticos para garantizar el consentimiento informado y el respeto a los donantes. Igualmente, la utilización de tejido humano en máquinas puede desafiar nuestras nociones de identidad y derechos, ya que difumina la línea entre lo humano y lo artificial. En cuanto la seguridad y privacidad los robots con piel viva pueden recolectar datos sensibles a través de sus capacidades sensoriales, lo que plantea preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de la información.
Las consecuencias de los robots «humanizados»
El uso de órganos humanos como la piel en el presente o —en el futuro— del cerebro, así como el uso de úteros artificiales en robots, plantea una serie de contradicciones y consecuencias éticas, sociales, políticas, legales, económicas, religiosas y de creencias. Estas innovaciones biotecnológicas aunque se vean como avances en la medicina y la robótica, originan y suscitarán fuertes debates sobre la naturaleza de la humanidad y lo que llamaríamos “derechos de los robots”.
Dignidad humana y consentimiento
Colocar órganos humanos en robots genera interrogantes sobre la dignidad humana y el consentimiento informado. Se debe responder de dónde proceden los órganos y cómo se afirma el respeto y el decoro de los donantes? La manipulación de tejido humano requiere extremas normas legales para evitar la explotación de personas vulnerables y su mal uso.
Conciencia y derechos
Si los cyberorganismos llegan a alcanzar algún grado de conciencia, aparece la cuestión de sus derechos. Dos preguntas surgen: ¿Los robots conscientes podrían reclamar derechos similares a los humanos? ¿La humanidad tendría que considerar si estos “seres” conscientes, merecen protección y reconocimiento legal?
Implicaciones sociales
El impacto en la humanidad por la presencia masiva de robots con habilidades cognitivas y otras aptitudes afectaría la dinámica social. Como sería el caso de los robots de compañía para ancianos que podrían reducir la interacción humana familiar directa de ellos, afectándolos emocionalmente.
Por otro lado, la presencia de robots avanzados podría exacerbar las desigualdades sociales. El acceso a robots con capacidades humanas y úteros artificiales podría estar limitado a los países más prósperos o a las personas con mayor capacidad económica aumentando las brechas existentes.
Implicaciones políticas y legales
La integración de órganos humanos en cyberorganismos y el uso de úteros artificiales requerirán leyes, regulaciones y normativas que garanticen su uso ético y seguro. Los legisladores deberán desarrollar marcos legales que aborden estos progresos biotecnológicos, comprendiendo los derechos de propiedad, la responsabilidad con la sociedad y uso legal.
Aparte que el tema de los derechos de los robots, porque si los robots llegaran a desarrollar algún grado de conciencia, las naciones y el mundo podrían afrontar demandas para reconocer sus derechos. Esto incluirían discusiones sobre los derechos de los robots para poseer propiedades, el alcance de su autonomía, su protección contra el abuso y los límites de su libertad.
Surge la Roboética
La roboética es un campo interdisciplinario que se ocupa de los aspectos éticos, legales y sociales relacionados con el diseño, desarrollo, implementación y uso de robots y sistemas de inteligencia artificial (IA). La roboética busca asegurar que los robots y la IA se desarrollen y utilicen de manera que beneficien a la sociedad y minimicen los riesgos y perjuicios potenciales.
Implicaciones económicas
No se puede desconocer lo que ya ha surgido con la inteligencia artificial como sería la afectación de su existencia en el Mercado Laboral: La integración de robots con capacidades humanas podría comienza a transformar el mundo laboral, desplazando a trabajadores en amplios sectores, lo que al mismo tiempo, crea nuevas oportunidades de trabajo que requiere cambios profundos en los sistemas educativos y universitarios además que en el desarrollo, mantenimiento y regulación de estas tecnologías. Así, la implementación, de estos sistemas cibernéticos, será extremadamente costosa, tanto para todos los países, incluyendo los más desposeídos, e igualmente que para la gran mayoría de las seres humanos.
Implicaciones religiosas y de creencias
Las religiones pueden tener diferentes perspectivas sobre la creación de vida artificial y la modificación de la biología humana. Algunas creencias ven estos avances como una intervención indebida en el orden natural, mientras que otras consideran los beneficios potenciales para la humanidad.
La integración de cerebros humanos en robots plantea preguntas sobre la conciencia y en algunas religiones la interrogante es sobre la existencia del alma. Si un robot con un cerebro humano desarrolla conciencia, se preguntan: ¿Tiene alma? Las implicaciones religiosas y filosóficas de esta cuestión son profundas y complejas.
Definitivamente integrar órganos humanos en robots y el uso de úteros artificiales representan fronteras extraordinarias en la biotecnología y la robótica, no obstante asimismo suponen situaciones por resolver de toda índole. A medida que avanzamos hacia un futuro donde la línea entre lo biológico y lo artificial se desvanece, es vital encontrar y resolver de manera responsable y equilibrada las dificultades, los enigmas y las incógnitas para maximizar los beneficios mientras se minimizan los riesgos y se respetan los valores fundamentales de la humanidad.
Como psicólogos no podemos dejar de pensar que la civilización humana puede estar creando otra forma de existencia consciente. Basta esperar que un cyberorganismo o robot, con algún grado de conciencia. se pregunte a sí mismo ¿Quién me creo?, para que los humanos nos convirtamos en sus creadores… Pero este tema lo trataremos en otra ocasión.
Los autores son psicólogos. Autores de Maestría de la felicidad y de ¿Quién es el Universo?