OPINIÓN

Petro encarna el desastre 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

Petro dirige a Colombia hacia el desastre institucional y la destrucción de la república, y reafirma el giro del continente favorable a los intereses de la usurpación, de mantenerse indefinidamente en el poder. Petro es un personaje conocido, de vieja data guerrillera y una gestión fallida como alcalde de Bogotá. No hay nada bueno que esperar. Corona por medios democráticos lo que buscó por otros. Se vale de la dimensión psicológica en donde se asienta el significado de lo simbólico, para apartarse de los símbolos de la república. Lo constatamos en la toma paralela de posesión popular espiritual, continuación del relato de la deuda ancestral. La espada de bolívar vilmente utilizada para posesionar al movimiento guerrillero.

La corriente de la historia muestra que en términos simbólicos estamos ante un golpe de Estado. Los dictadores preparan el camino para ubicarse en otro orden de ideas, separarse del orden republicano que los llevó hasta allí. Introducir otros al margen de la Constitución. Se basan en símbolos que no tienen autoridad sobre ellos. Clausuran el orden que los llevó al poder y van preparando y adecuando a las personas a un orden espurio jurídico, político, económico y social; impulsando el derrumbe y cambio completo del sistema, según el modo  guerrillero.

Se abrió el paraguas para igualar la baja de terroristas con los crímenes de soldados y policías. Se desvela el pacto de impunidad con las mafias. Ya se muestran acomodos en los pusilánimes cohabitadores que asumen el cambio, porque ya no se puede hacer nada y así se vacían de las ganas de luchar. La senadora María Fernanda Cabal, tempranamente, comprende la farsa y asume la oposición frontal.

Lamentablemente son muchos los que abonan poco a la razón y la comprensión. Más allá del espectáculo hay una realidad, la capacidad para observar la realidad sin tutela hay que fortalecerla.

Es imperativo volver a la centralidad de la verdad como fundamento de la política.

No perdamos el foco en el “ser” que nos humaniza. Tener claro a que dedicamos nuestros pensamientos, en que invertimos nuestros esfuerzos y en que se basa nuestra vida. Estamos dispuestos a hacer el camino hasta el final, al servicio del proyecto republicano con fidelidad.

Lo que no es para la libertad no sirve para Venezuela. La esperanza no debe morir, somos más que ellos.

Nota: En las primeras horas de este infausto tiempo cuando se estaba conformando y organizando la oposición contra esta ignominia saqueadora del pasado, presente y futuro, en una reunión me tocó sentarme al lado de Vasco Da Costa. Me impresionó por su pensamiento y verbo claros contra esta felonía irracional. Una valentía única es su testimonio. Sufrió cárceles injustas a lo largo de dos décadas. Permaneció un año encerrado en una celda de castigo, que asemejaba una alcantarilla, construida bajo tierra, sin puertas ni ventanas cuyas dimensiones eran aproximadamente 2×2.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!