Ningún país en América Latina, ni uno solo, ha sufrido atentados criminales como los que ha padecido en carne propia Colombia. El presidente Gustavo Petro debió haber sido el primero en condenar los ataques contra Israel.
El guerrillero secuestró al presidente. El cargo de jefe de Estado le quedó grande. Las palabras le resultaron emboscadas. Gustavo Petro ha sido incapaz de condenar firme y categóricamente los atentados contra Israel.
Desde su infame intervención en la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado ha dejado claro su postura antisraelí. “Las mismas razones que se usan para defender a Zelenski, son las mismas con las que se debería defender a Palestina”, dijo el exguerrillero en Nueva York.
Lejos de condenar los ataques terroristas contra Israel, el presidente de Colombia pidió que “se reconozca de manera integral al Estado Palestino”. El mandatario trinó que no le “parecen justos los gobiernos que se acostumbran a bombardear niños” en desafortunada alusión a Israel.
Vandalismo contra Embajada de Israel. Mientras el presidente trinaba sin condenar ataques terroristas, un grupo de encapuchados arremetió contra la Embajada de Israel en Bogotá, pintando símbolos nazis e insultos en sus paredes. Otro crimen sin castigo.
El presidente Petro se radicalizó. En lugar de hacer coro con las democracias de América Latina y el mundo, se alineó a las críticas emitidas por Cuba, Nicaragua y Venezuela. Las tres dictaduras terroristas de las Américas.
La dictadura de Cuba. El presidente de Colombia sigue siendo un altoparlante de la dictadura de Raúl Castro, con 64 años en el poder y ninguna elección libre. La Habana victimiza a Palestina y sataniza al sufrido pueblo de Israel.
Del lado de Daniel Ortega. El jefe del Estado de Colombia se posiciona muy cerca del dictador y guerrillero de Nicaragua, quien llamó a la paz, sin condenar el ataque terrorista perpetrado por el grupo islamista Hamás.
La narrativa de Nicolás Maduro. La cercanía de Petro con Venezuela no es solo geográfica. El dictador bolivariano pidió el restablecimiento total de los derechos de Palestina y exigió a Israel “cesar de inmediato actividades”.
Presidente Petro aísla a Colombia. Ningún país democrático de América del Sur ha criticado de forma tan visceral y viciosa al pueblo de Israel. La posición agresiva y ambigua del presidente de Colombia solo beneficia al agresor.
Latinoamérica un refugio para miles de judíos. La violencia supremacista de Hitler, que llevó al asesinato de 6 millones de judíos, hizo que América Latina fuera un oasis de paz para la comunidad hebrea. Un nuevo comienzo y una nueva esperanza.
Peligroso relativismo. El posicionamiento del presidente de Colombia no solo minimiza la agresión sufrida por Israel, sino que alimenta una falsa narrativa antisemita, los ataques a la embajada de Israel en Bogotá son solo una muestra de lo peligroso de su discurso.
América Latina abrazó al pueblo de Israel en el pasado y no puede darle la espalda en el presente. Es fundamental condenar los ataques terroristas y pedir por la paz en Jerusalén. No se vale la miopía ideológica.
Hoy más que nunca se necesitan líderes honestos que defiendan la verdad y la justicia. La paz y la seguridad. Que se paren firmes ante los terroristas y que digan con voz fuerte y clara: Dios bendiga al pueblo de Israel.
El autor es exembajador de Nicaragua ante la OEA, periodista exiliado y exmiembro de Cuerpo de Paz de Noruega FK.
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