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Petro como la mujer del César: además de ser demócrata, debe aparentarlo

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Gustavo Petro: Colombia y Venezuela tendrán que desalojar a grupos armados en la frontera

El Silbón es una leyenda propia del folklore de nuestros llanos. Los caminantes sin compañía en las noches sin luna cantaban y silbaban para no sentirse solos y así alejar el ánima en pena de un joven que asesinó a su padre; igualmente, en las fábulas de Esopo se encuentra la del lobo con piel de cordero, que a pesar de su apariencia nunca pudo dejar de ser lobo.

El triunfo de Gustavo Francisco Petro Urrego hace honor a la fábula de Esopo. A la tercera fue la vencida, al haber sido candidato en 2010, 2018 y ahora en 2022, en unas reñidas elecciones ante un desconocido e improvisado candidato, surgido del desencanto y desesperación del pueblo colombiano ante el fracaso de los partidos del estatus, liberales y conservadores. Los colombianos no se comieron el cuento del mal menor y prefirieron votar por lo malo conocido, que lo bueno por conocer.

Por la trayectoria política de Gustavo Petro, un colombiano me dijo: a Venezuela le irá mejor que a Colombia, porque si en Venezuela existen expectativas que el gobierno finalmente se está convenciendo de que con medidas intervencionistas en los diversos sectores de la economía no hay posibilidad desarrollo económico y social, en Colombia están empezando a transitar ese desierto que es el socialismo del siglo XXI.

El modelo de Petro es muy distinto al de la “perestroika” llevado a cabo por una serie de medidas  reformista en la Unión Soviética tras la llegada al poder (1985) de Mijaíl Gorbachov, caracterizada por una apertura hacia los países del bloque occidental y la liberalización del sistema económico. En el caso de Petro por muy buenas intenciones que tenga, las alianzas políticas del Pacto Histórico conformado por siete partidos: Colombia Humana, Unión Patriótica-Partido Comunista, Polo Democrático Alternativo, Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), Partido del Trabajo de Colombia, Unidad Democrática y Todos Somos Colombia y los “rebullones” no precisamente los de Juan Primito en la novela de Doña Bárbara que revolotean alrededor de la Casa de Mariño, comenzando por Piedad Córdoba, sin olvidar la nefasta presencia del español Zapatero, le harán muy difícil de cumplir su promesa de llevar a Colombia a la tierra prometida.

Ciertamente, dentro de la nueva ola del socialismo del siglo XXI de Ortega en Nicaragua, Boric en Chile, Lula en Brasil, Petro es el más preparado no porque posea un título académico, sino porque dejando atrás su actividad guerrilla urbana tiene una carrera de servidor público como personero y concejal en Zipaquirá; miembro de la Cámara de Representantes de Colombia; alcalde mayor de Bogotá y senador de la República, antes de ser electo presidente en este tercer intento.

El peligro de este lobo con piel de cordero como presidente de Colombia, no es la llegada del socialismo al poder, sino su personalidad antidemocrática que ya demostró cuando fue alcalde de Bogotá; por lo que el peor riesgo del petrismo no es su orientación ideológica de izquierda, sino la personalidad despótica de su líder, alejado del socialismo europeo y más cercano a sus vecinos dictadores latinoamericanos bajo seis premisas: 1) la tiranía como forma de gobierno como fue su paso por la Alcaldía de Bogotá; 2) el autoritarismo como modelo jurídico; 3) la exclusión como modelo político; 4) la expropiación como modelo económico al estilo de Daniel Ortega y ahora Pedro Castillo; 5) la ineficacia como modelo de gestión y  6) su anuncio que lo primero que haría como presidente sería “cerrar la exploración de petróleo en Colombia”

La victoria de Gustavo Petro genera unos retos iniciales, muy importantes para Colombia, los cuales parten de la comprensión en cuanto a que no es posible que los problemas puedan solucionarse de un momento a otro, debido al contexto sociopolítico y su historia, la cual tiene diferentes causales y actores.

Quienes visualizan a un Petro democrático, respetuoso de los derechos humanos, no se les puede criticar; Colombia merece un buen gobierno, la cuestión esta que como dice el viejo refrán, la mujer del César además de ser honesta debe aparentarlo y Petro hasta ahora no se ha deslindado de los regímenes dictatoriales de los castro, los Ortegas y cuanto bicho con uña llega al poder; mientras el Foro de Sao paulo y el Grupo de Puebla avanzan peligrosamente en sus estrategias dirigidas a hacer de la región una zona roja rojita.

En cuanto a Venezuela, Petro tendrá que dejar claro si las conducirá como unas las relaciones de Estado, que van desde su posición ante los conflictos de las FARC en territorio venezolano; de las actividades del ELN y de otros grupos armados organizados, hasta las relaciones comerciales entre ambos países.

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