Sobornos a congresistas, financiamiento del narco, corrupción de uno de sus hijos y una tonelada de escándalos rodean al presidente de Colombia. Detrás de esa nube oscura se esconde el deseo de eternizarse en el poder.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha estallado en furia. Se siente ofendido y ofuscado porque el Consejo Electoral (CNE) ha determinado examinar las abundantes denuncias sobre violación de los topes de financiamiento de campañas electorales.
De acuerdo con la ponencia presentada ante el CNE, Petro habría violado los topes de campaña en más de $5.300 millones. Una cifra sin precedentes que pone en tela de duda la Colombia humana y transparente que dice promover el exguerrillero izquierdista.
Petro no está por encima de la ley. El artículo 109 de la Constitución establece que la violación de los topes máximos de financiación de las campañas, debidamente comprobada, será sancionada con la pérdida de investidura o del cargo. Por esta razón Petro amenaza con quemar Roma.
Lleno de insultos y huérfano de pruebas. El presidente Petro llamó “vagabundos de la politiquería” a los magistrados del CNE y aseguró que investigar su campaña es “profundamente inconstitucional y es el inicio de un golpe de Estado en Colombia”.
Gustavo Petro sigue abrazando y promoviendo la violencia. Por estos días ha vuelto a sacar la bandera de muerte y sangre del M19. El exguerrillero sigue humillando al centenar de victimas del holocausto del Palacio y a las víctimas del terrorismo guerrillero.
El presidente llama a la violencia y la intimidación. “Los invito, les solicito, independientemente de qué pase conmigo a rodear pacíficamente los centros del poder en Colombia, hasta que se restablezca el orden constitucional en este país”, dijo en tono amenazador.
Petro quiere dinamitar las bases de la democracia y la separación de poderes. Un acto de prepotencia y gran estupidez. “Si deciden violar el voto popular del año 2022, se instaura en Colombia el poder constituyente, de una vez, a través de la movilización masiva del pueblo colombiano”.
Nadie está por encima de la ley. Las campañas electorales y sus financiamientos no son secretos de alcoba. Petro debe respetar la separación de poderes y la institucionalidad. El CNE puede revisar los financiamientos de todas las campañas, incluso las del todopoderoso Gustavo Primero.
Las amenazas veladas a la Policía y el Ejército. “Cada soldado, cada patrullero y patrullera de la Policía Nacional y a sus oficiales, los invito a no volver atrás, a los tiempos en donde se enfrentaba al pueblo con fusiles, torturas y golpes”,6 dijo el presidente exguerrillero.
La violencia total de Petro. Los llamados al terror y a la intimidación no son parte de una paz total sino todo lo contrario. El presidente de Colombia se ha quedado atrapado en la filosofía del M19. No se puede secuestrar y amenazar a las institucionales ni a la democracia.
Colombia cuenta con una extraordinaria fortaleza republicana. Tienen separación de poderes y una democracia vibrante. No existe un golpe blando contra el presidente. Existen pesos y contrapesos que evitan el nacimiento de un dictadorzuelo al estilo Nicaragua o Venezuela.
Petro está sepultado por un alud de denuncias de corrupción y en lugar de responder con pruebas irrefutables riposta con violencia y caos. Una estrategia de tiranos que se sabe cómo comienza, pero jamás cómo termina.
El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega.
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