El presidente de Colombia lleva un cierto tiempo creando ambiente en torno a su eventual reelección. En criollo, diríamos que se está calentando en el ring. En las ocasiones en las que en el país se hacen encuestas de opinión sobre la favorabilidad con que cuenta, el mandatario interviene para hacer ver que su gobierno está mas fuerte ante el electorado de lo que proclaman sus opositores.
“Si las elecciones fueran mañana volveríamos a ganar” declaró hace un par de meses con ocasión de los resultados que arrojó la encuesta del Centro Nacional de Consultoría (CNC) en los que la imagen favorable del Cordobés alcanzaría un 51,7%, mientras que la desfavorable se situaría en un 44,5%.
Mas recientemente el tenor ha sido otro. Ya existe una propuesta suya al Pacto Histórico, grupo político que lo respalda, para “ganar las elecciones del 2026 y hacer irreversible la transformación democrática de Colombia”. A través de su usual forma de comunicarse con el país – mensajes posteados en X- el presidente propuso una autorreflexión profunda y planteó convocar un gran “congreso progresista” que reúna las 1.500 personas de la colectividad del Pacto Histórico elegidas en 2023. El fin último de esta iniciativa, en palabras presidenciales, es “hacer irreversible la transformación democrática de Colombia y el Acuerdo Nacional para la justicia y la Paz”.
En este punto vale la pena aclarar al lector que la Constitución colombiana, desde la reforma del 2015, descarta la reelección presidencial. Además, esta carta magna, al igual que la legislación y la jurisprudencia, prohíben expresamente la participación en política del presidente de la nación. Petro está queriendo adelantar el debate electoral –con dos años de antelación– ya que se sentiría cómodo ante el apego del electorado que él supone tener amarrado. Las encuestas independientes dicen lo contrario. Esta anarquía y abuso de poder evidente de parte del mandatario está creando alarma entre algunos dirigentes de los partidos políticos quienes lo están denunciando sin ambages. Sin embargo, no olvidemos que el mejor activo del presidente cordobés es la dispersión y la división de las fuerzas democráticas colombianas.
Otros episodios en los que el mandatario tiene una gravitación determinante hacen pensar que en la Casa de Nariño se estaría manejando la posibilidad de anclarse en el poder. El tema tiene que ver con la convocatoria de una Asamblea Constituyente, lo que se logra a través de una ley ordinaria. Una Constituyente sí tendría la capacidad de extender el mandato presidencial. El presidente ha dejado colar la posibilidad de que ello ocurra con el fin de poder finiquitar su propuesta de reforma a la salud o una segunda reforma tributaria.
Todo lo anterior pondría a Colombia en una encrucijada peligrosa. El país tiene enormes retos que acometer en la dinámica interna antes de antes de pensar en las elecciones del 2026. Y aun si lograran las fuerzas del Pacto Histórico sortear los temas legales para llegar hasta allá, las mediciones de opinión a esta hora más bien castigan a la gestión de Gustavo Petro, además de que aún está fresquita la fenomenal derrota del gobierno en las regionales colombianas de hace pocas semanas. La medición de Invamer de fin de diciembre debería alarmarlo: 66% de los consultados desaprueba su gestión.
Pero Petro tiene la memoria corta: “Toca ir a otro gobierno progresista”. «Doscientos años no se solucionan en cuatro”, fue lo que dijo el presidente hace pocos días en Tumaco, luego del homenaje a la fallecida Piedad Córdoba.
Allí se los dejo.