OPINIÓN

Perspectiva de las migraciones

por Albert Geovo Albert Geovo

Todos aquellos que han tenido que emigrar de sus lugares de origen conocen muy bien el agobio de llegar a un país desconocido, con otras costumbres, muchas veces la lengua y cultura no son las originarias, además del derecho positivo de cada país, que termina siendo un obstáculo para el desarrollo de las profesiones y saberes que se traen o heredan de las naciones de origen.

Lo más sencillo, trasladarse de una nación a otra, cada día se vuelve más limitado por los controles civiles, sumado a los controles médicos sanitarios que se han impuesto en los últimos dos años, más conocidos como pasaporte sanitario o cartilla de vacunación. Esta no es la primera vez que se impone una medida draconiana como esta, años antes de finalizar el siglo XX y principios del presente se exigió el certificado contra la fiebre amarilla a los viajeros provenientes de países con riesgo de contraer dichas enfermedades, lo que evidenció la antesala de lo que estaba por venir. Se puede inferir que esa vez fueron los primeros ensayos que se realizaron para ver cómo respondía la población, observando que lo hace muy bien, a los controles sanitarios que se han ido intensificando más, mientras la población se adapta de forma positiva a las condiciones actuales.

Pero se sabe que esto no es todo, una vez que se llega al país hay que enfrentar una serie de desafíos que es empezar de cero, lo que coloca al migrante en una condición de desamparo, sólo porque en las naciones de origen, la clase financiera, política y religiosa no supo o no quiso enfrentar los desafíos de cada nación en garantizar los derechos y libertades fundamentales para el desarrollo de la nación, siendo presa tentadora a los intereses extraterritoriales para la ruina y posterior saqueo de las riquezas nacionales, entre ellas, el uso del trabajo como mercancía de esclavitud.

Una vez que los candidatos se van, ya sea porque son obligados por las políticas públicas en materia económica o porque de manera intrusiva son forzados al éxodo, con gran asombro y estupor comienzan a darse cuenta de que el meollo del asunto no comienza en las naciones de origen, como es normal pensar, sino que la cosa comienza, precisamente, muchas veces en las naciones a las que se emigra, pero la inmoralidad del asunto escapa tanto a los obligados a emigrar como a los que los reciben, verdades abiertas que se ocultan durante mucho tiempo en el imaginario colectivo, producto de la mala educación de nuestro sistema educativo, doctrinante junto a los medios de información.

En la actualidad, existe un evento de despertar planetario a nivel mundial que demuestra que los gobiernos nacionales no gobiernan, solo obedecen las directrices de un gobierno mundial; además de que los errores de los países no son causados por sus capitanes, sino por quienes les dan las órdenes a priori con el objeto de transformarlos en servidumbre.

Por lo tanto, hoy más que nunca, la humanidad está obligada a defender con eficacia su libertad, no existiendo mejor manera que hacer valer sus propios derechos y libertades naturales.