Perseverancia tiene que ver con ánimo, constancia, firmeza, y ello a pesar de cualquier pesar. Perseverancia no es espera paciente o hasta resignada, sino es dinámica de lucha. Si los que perseveran son muchos, muy bien; pero aún si no son tantos, muy bien también, porque no se puede subestimar el poder del testimonio y del ejemplo.
La lucha por abrir caminos a la reconstrucción integral de Venezuela tiene que ser perseverante. Eso es posible si se está claro en el porqué. El cómo también se puede hacer realidad por el mismo motivo.
Para la hegemonía el continuismo es su razón de ser. Continuismo despótico y depredador que está al servicio de una variedad de intereses, ninguno de los cuales responde al desarrollo político, económico y social de la nación venezolana. Todo lo contrario.
Muchos no lo quieren entender, o si lo entienden, no les importa, en la medida que puedan extraer beneficios patrimoniales. Me refiero a no pocos voceros o factores políticos de la oposición que suelen dar más vueltas que un carrusel.
El fundamento de la perseverancia es un deber patriótico, con los venezolanos de hoy y los del porvenir, pero también es un mandato constitucional que exige la defensa de los derechos humanos, en todos sus órdenes.
Si de algo podría servir el nuevo fiasco que se avecina con las tramoyas de negociación y sus sucedáneos comiciales, es que la perseverancia en la lucha se renueve a favor de un cambio efectivo.
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