Es entendible el alboroto y la alegría por el retorno de la señal satelital de televisión, por ahora con la marca de Directv, aunque no sabemos si a la vuelta de la esquina se llamará distinto; pero eso, estemos claros, no es la solución a la crisis que vivimos todos los venezolanos, si acaso es un modo de distraernos, de calmar la tensión y posibilitarnos una forma de entretenimiento.
Eso lo sabe el régimen. Por eso se apuró a buscarle la vuelta, a intentar una solución. Pan y circo. Pero cuando no hay pan, al menos el circo debe funcionar.
Por eso regresó la señal de la televisión satelital, para que podamos distraernos y olvidarnos de que el agua no llega frecuentemente; de que los trabajadores de la salud se enfrentan desguarnecidos a una pandemia brutal, que los está acabando; de que no hay gas doméstico y de que la electricidad llega a cuentagotas. No hay gasolina, pero tenemos Directv.
La crisis es tan severa que ni siquiera la clase política ha sabido cómo enfrentarla. Desapareció del mapa. Los pocos devaneos son virtuales, casi que creen que por Zoom o con webinars vamos a la salir de un régimen que se atornilla cada vez más.
El coronavirus amenaza con infectarnos casi que en cada esquina, pero tenemos Directv. Gratis, además. Serán 90 días en los que podremos ver sin costo las comiquitas, telenovelas, fútbol, los programas de la doctora Polo, las series, alguna que otra película y el canal de comida, todo dispuesto para desestresarnos de la cotidianidad, que no veamos que la nevera está vacía o que no llega el agua a las tuberías.
No estamos en contra del entretenimiento. Muy lejos de eso. Pero cuando se usa como arma para inmovilizar aún más a la población, como forma de adormecimiento, no podemos quedarnos callados y aplaudir sin más. Todo al margen de que alguna buena tajada habrá sacado el régimen con este acuerdo.
Tenemos Directv. El régimen de Maduro no ha actuado con tanta celeridad para solucionar la crisis de la gasolina, del agua y del gas doméstico. Seguimos con hiperinflación. Algo saben ellos que nosotros no.
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