En estos últimos años se ha hablado hasta la saciedad de la igualdad, sea de géneros, sea de política, sea de oportunidades. Sin embargo, a pesar de que los políticos del nuevo milenio han hecho uso de esta palabra hasta corromperla, muy poco se ha logrado para obtener esa paridad que nos permita a todos alcanzar, en idénticas condiciones, las oportunidades, derechos y realizaciones de los sueños que nos merecemos.
Por lo tanto, las estrategias diseñadas que supuestamente logran alcanzar el clímax de la equidad, se quedan en una ristra de buenas intenciones, que solo sirven para enfriar un poco el ambiente y seguir vendiendo falsas ilusiones, para poder así seguir manteniendo a sus clientes políticos, esperanzados que en algún momento, el gobernante de turno, decida una vez por todas, ponerlas en práctica.
Toda sociedad en el mundo, unas más avanzadas que otras en políticas públicas, luchan cada día por alcanzar justicia e imparcialidad en la gestión de la diversidad y así lograr acciones positivas, que generen en la comunidad, paz, tranquilidad y opciones, sin ser discriminado por su género, preferencias sexuales, credo o grupo social.
Ahora bien, para entender un poco en qué consiste el término igualdad, la podemos ubicar en dos dimensiones, que nos permite entender la importancia de la misma. La primera, consiste en la igualdad de trato, es decir, que todos somo iguales ante la ley, sin importar las condiciones políticas, económicas y sociales de las personas, por lo tanto, no se puede marginar, diferenciar, distanciar, excluir, segregar, separar, distinguir a nadie, supuestamente. Pero…
La segunda dimensión consiste, en que todos, absolutamente todos, debemos disfrutar de igualdad de oportunidades y llegar tan lejos hasta donde nuestras capacidades nos lo permitan. Lo anteriormente descrito tiene que ver con un término que a veces se confunde, que es la equidad, la cual consiste en que cualquier hombre y mujer, tienen derecho a las mismas opciones en el ámbito en el cual se desenvuelven y es precisamente allí, donde entran en el juego los poderes públicos, la cual deben promulgar y luego aplicar medidas para que se puedan equilibrar las diferencias, de esta forma evitar desventajas sociales y prevenir así el nacimiento y la diseminación de prejuicios que a la larga se arraigan en la comunidad. Pero…
Volvamos de nuevo a hablar de las políticas públicas. Tanto en nuestro país, como en muchas naciones del mundo, no hay un diseño de normativas que permitan que todo ciudadano sienta que su sacrificio y esfuerzo es recompensado, porque se maneja en una sociedad en la cual las reglas del juego, no son iguales para todos. Pero…
Por esta razón, las constituciones de los diferentes países del mundo y sus respectivos cuerpos de leyes, están abarrotados de buenas intenciones, que muchas se quedan en el papel y otras, ni siquiera son tomados en cuenta. En pocas palabras, no hay acciones positivas que permitan el crecimiento y el desarrollo de una nación, para adaptarse de esta forma a los nuevos tiempos. No es calificar a las personas de blancos, negros, amarillos o morados, la cosa no es así. Se debe partir de un sólo término, somos seres humanos, para ser más concretos, homo sapiens, con características que son determinadas por nuestras adaptaciones a los diferentes climas y realidades que nos tocó vivir.
Pero cuando logremos evolucionar y pensar que todos somos iguales, sin importar lo alto, lo bajo, lo gordo, lo flaco o el color de piel, allí comienza el primer paso para la igualdad entres hombres y mujeres. Pero… Sigamos con lo nuestro, hablando de medidas que se deben diseñar en pro de luchar en contra de la desigualdad y evitar tensiones sociales innecesarias, creando una marginalidad latente que a la larga puede ocasionar efectos devastadores en una nación.
Sin embargo, antes de continuar, me gustaría hacer un inciso, para explicar la diferencia entre igualdad y equidad, para evitar confusiones. Por lo tanto, la igualdad consiste en la resolución en aplicar normas y leyes del mismo modo, sin importar tu color de la piel, tu preferencia sexual, si eres rico o pobre, ateo o religioso, de izquierda o de derecha. Y con respecto a la equidad, consiste en ser justos y ecuánimes en el momento que nos toque impartir justicia, para eso se parte del principio antes mencionado, que es la igualdad, pero entre en juego algo importante en este punto, que son las necesidades individuales, el contexto y la circunstancia de cada hombre y de cada mujer.
En resumen, la diferencia entre estos dos términos es que en la igualdad el peso de la ley se aplica a todos de forma igualitaria, mientras que en la equidad se pueden hacer excepciones, pero evitando que se comprometa el propósito de la imparcialidad. Pero…
Pese a todo, para seguir entendiendo la importancia de la igualdad, hay que subir un peldaño más en la larga escalera de la imparcialidad, me refiero a cómo gestionar la diversidad. Esto consiste en que las autoridades y los diferentes actores que hacen vida en una nación, están aceptando que la sociedad sea diversa y sin importar las diferencias que haya, hombres y mujeres tienen la capacidad de aportar méritos y beneficios en el área en la cual se desempeñan. Pero…lamentablemente muchas naciones valoran más la afiliación política que el mérito que puede aportar cada ciudadano. En pocas palabras, aún estamos muy lejos para disfrutar la libertad y para ser libres.
No obstante, trataré de explicar un poco más sobre la autodeterminación, sin entrar en tierras movedizas. El concepto de libertad, dependiendo de la contextualización que se dé, puede tener muchos significados. Por lo tanto, representa para algunos un término determinado, para otros no. Aquí entra en juego la ideología, sea laica como teocrática, cada sociedad construye el término de libre albedrío según sus propias circunstancias. Pero si analizamos la letra pequeña, en muchas sociedades no existe la igualdad, por ende la libertad es una ilusión que solo sale reflejada en el imaginario público. Hay que aclarar que libertad e igualdad no han significado lo mismo a lo largo de la historia de la humanidad. Por esos términos, se han librado batallas que han llevado a ninguna parte, pero alimentando el terror, la persecución, la discriminación, el encarcelamiento y la muerte.
Por consiguiente, la libertad, la independencia, la autonomía en muchos países del mundo, se ha convertido en un privilegio, pero se ha prostituido tanto el término, que a veces para que un grupo sea libre, es necesario perjudicar a otros. Pero… Si nos enfocamos ahora en la igualdad, es casi lo mismo, me refiero cuando un grupo de hombres y mujeres apelan a preceptos centralistas y la imposición de supuestos gobiernos de izquierda, pero los jerarcas viven y disfrutan de bienes y servicios, que solo les puede ofrecer las naciones capitalistas. En pocas palabras, se busca homogeneizar la opinión pública, pero se traicionan los términos de la igualdad, discriminando a aquellos que no profesan la ideología del régimen de turno. Pero…
Entonces volvemos al principio de todo, ¿qué es la igualdad? ¿Cómo se logra? ¿Incluye a todos? A ver, para comprender la definición de igualdad es complicado, debido a que es vaga y poco precisa, por lo tanto esa forma abstracta nos lleva a plantearnos otra pregunta, ¿igualdad ante qué? Si hablamos, por ejemplo, de ser iguales ante la ley, nos lleva de nuevo a una paradoja, veamos si me puedo explicar. Si como sociedad exigimos que la ley sea igual para todos, a pesar de existir desigualdades, eso no quiere decir que las diferencias en una comunidad, grupo o asociación van a desaparecer, sino que esas disparidades se convertirían en algo legal. Eso sucede con grupos extremistas, que critican cualquier normativa que apele a mejorar las relaciones entre los integrantes de una sociedad.
Por lo tanto, la reflexión anterior en vez de aclarar dudas, genera más preguntas, tales como ¿la igualdad de oportunidades es suficiente para producir el cambio? ¿La igualdad podrá unificar a la sociedad? ¿Todos somos iguales ante la ley o hay unos más iguales que otros? ¿Hay que oprimir para generar igualdad en el país? Pero…
Y una nueva interrogante nos embarga, ¿qué es la libertad? ¿Para ser libres hay que ser iguales? ¿La igualdad otorga la libertad? Eso es otro tema, trataremos de concluir sobre la igualdad para no dispersarse más de la cuenta. Pero de algo si estamos seguros, es que la igualdad sin diversidad no es igualdad, eso sí, evitando que las personas hagan lo que quieran y es aquí donde de nuevo entra el Estado con su cuerpo de leyes, para evitar la instauración de la anarquía, porque se llega al punto de confundir la igualdad extrema a un libertinaje extremo, porque equivocan las necesidades individuales con libertad, sin tomar en cuenta que hay un colectivo, en este caso la sociedad, que debe ser protegido. Un ejemplo sería la libertad que tenemos para manejar un carro, perfecto, todo aquel que está habilitado, el Estado le otorga una licencia de conducir. Sin embargo, ¿se puede beber alcohol y conducir? ¿Se puede hablar por teléfono móvil y conducir? ¿La norma impide que seamos iguales en nuestro derecho a tomar bebidas espirituosas o hablar por un teléfono móvil? Así como el derecho que tenemos de estar informados, pero ¿también debemos divulgar chismes, calumnias y difamaciones, porque tenemos derecho a la información? Pero…
Para concluir, podemos afirmar que la igualdad es aquello que nos otorga las mismas oportunidades, en la cual nadie está por encima de otros, que todos somos seres valiosos y podemos aportar lo mejor de cada uno para que tengamos una vida digna por igual. Por lo tanto, la igualdad y la libertad no es propiedad de nadie ni es un regalo que dan grupos políticos, iluminados o falsos mesías. Es de toda la humanidad. Pero…
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