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Perdón y reconciliación

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Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargo a nosotros la palabra de la reconciliación. (2 Corintios 5:9)

El perdón y la reconciliación son dos conceptos profundamente teológicos. Dios en Cristo perdona nuestros pecados y nos reconcilia con El y nos ofrece la posibilidad de reconciliarnos los unos con los otros. El pecado individual nos separa de Dios, pero el pecado social e institucional nos separa a unos de los otros.

El simbolismo de la muerte de Jesús en la cruz, herramienta utilizada por los romanos para aplicar la pena capital, nos muestra este concepto del perdón y la reconciliación: Una madera vertical que nos indica el perdón de Dios y una madera horizontal que nos muestra la posibilidad de reconciliarnos con otros seres humanos, unidas por clavos que representan la capacidad de infligir dolor y sufrimiento. La humanidad representada en los dos reos crucificados junto a Jesús nos muestra la aptitud que muchos tienen ante el perdón y la reconciliación: lo aceptan o lo rechazan.

Muchas personas malinterpretan el perdón. Asumen que el perdón requiere reconciliarse con la persona que te lastimo: sentarse con el perpetrador, hablarlo y abrazarlo. Creen que el perdón es lo mismo que la reconciliación.

La verdad es que no son lo mismo. Están relacionados, pero no son lo mismo.

El perdón es un proceso interno en el que trabajas a través del dolor, obtienes una comprensión de lo que sucedió, reconstruyes un sentido de seguridad y dejas ir el rencor. La parte infractora no es necesariamente parte de este proceso.

Por otro lado, la reconciliación es un proceso interpersonal en el que dialogas con el agresor sobre lo sucedido, intercambias historias, expresas el dolor, escuchas el remordimiento y comienzas a restablecer la confianza. Es un proceso mucho más complicado que incluye, pero va más allá del perdón.

El perdón es una decisión individual, la reconciliación involucra a dos o más personas. Nelson Mandela el gran líder sudafricano entendió perfectamente el significado del perdón, cuando al salir en libertad después de estar 27 años injustamente preso, reflexionando sobre su experiencia en la prisión dijo lo siguiente:

“Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que si no dejaba atrás toda la ira, el odio, y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero”.

Madiba entendió que el perdón no sería suficiente sino que tendría que avanzar hacia un proceso de reconciliación. Hablando de la reconciliación expreso:

“Tienes que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero. Todavía hay mucha discordia, odio, conflicto y violencia en nuestro mundo en los albores del siglo XXI. Una preocupación fundamental por los demás en nuestra vida diaria y en nuestra comunidad bastara para hacer del mundo ese lugar mejor con el que soñamos con tanta vehemencia”.

Y esta filosofía de vida fue algo que puso en práctica no solo en la escena pública sino en privado, en la intimidad de su casa, lejos de las cámaras de televisión. Abundan los testimonios desde sus carceleros, hasta sus guardaespaldas, y de personas que trabajaron muchos años con El. Siempre se comportaba de manera generosa, respetuosa, amable y cortes, sin que mediara ningún interés personal o político.

En Venezuela al inicio del 2021 es necesario que todos reflexionemos de manera individual y como sociedad acerca de la necesidad del perdón y la reconciliación en la búsqueda de caminos de diálogo y de entendimiento político, para lograr acuerdos de convivencia institucional y comunitaria.

Como dijo Mandela: “Lo más fácil es romper y destruir. Los héroes son los que firman la paz y construyen”.

 

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