Las dos recientes consultas arrojaron, cruzados todos los datos, que el régimen pierde las elecciones de 2024, abrumadoramente. Repugnante, impopular y malquerido. El “escenario Nicaragua” está instalado con el ejercicio abierto de la violencia por sus huestes represivas.
Los venezolanos somos los inhabilitados. El régimen, minusválido de apoyo popular, acentúa todo lo malo que hemos visto, en el marco de su naturaleza totalitaria. Es un movimiento alicaído y diezmado, sin credibilidad y su peso colapsó a menos de dos dígitos. No tiene gente y carece de capacidad de convocatoria. Decide tapar el sol con un dedo, darle la espalda a la verdad y a una mayoría con objetivos democráticos.
No es líder quien no tenga quien lo siga. El camino electoral es el camino del hundimiento de la banda de maleantes.
No vale la mayoría opositora si no logra fuerza para crear capacidades de proyectar que puede defenderse. El reto es construir eso, ya la mayoría está consolidada. Superponerse a un sistema fraudulento.
Los datos, correctamente analizados, indican que María Corina Machado es la presidenta electa. Las manifestaciones internas -a ojos vista- indican la desaprobación, sin vuelta atrás, del ecosistema criminal que usurpa el poder. En contraste la comunidad internacional luce tibia.
El país está agotado. El TSJ del régimen ha fregado a todos los inocentes del país. El fraude está montado con máquinas bidireccionales. En tiempo real saben quien está ganando y saben cómo frenar eso. El CNE es un gran laboratorio para las mejores prácticas del fraude.
Qué podemos decir que ya no sepamos. Queremos votar libremente sin Plan República, máquinas y captahuellas y con observación internacional seria. Contando papelito por papelito.
Entre tanto la líder del coraje recorre el país pregonando sus ideas liberales con coherencia y consistencia. No cohonesta la agenda del mal y la burla de la soberanía popular, que tiene proscrita la alternabilidad del poder. Deliberar es necesario. Preconiza el arte de vivir entre los que son diversos; vida, libertad y propiedad, con arreglo al orden social; las capacidades de ser dueños de nuestro propio destino concretando el proyecto de vida.
El poder del débil cambia la historia, desplazando la fuerza bruta hacia la política del ciudadano, que remarca su sentido existencial.
Necesario es elaborar un registro razonable de cómo se han perdido 25 años, para aprender de los horrores y errores. No hay que evadir la realidad.
Nuestra solidaridad con Henry Alviarez, Pedro Urruchurtu y Claudia Macero, ciudadanos ejemplares y comprometidos en hacer realidad una mejor Venezuela, tierra de gracia, y el voto que elige.
¡Libertad para Javier Tarazona, Emilio Negrín, John Álvarez y Roberto Abdul! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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