Una de las innovaciones que trae el artículo 272 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, en la que se establecen las bases de cómo debe funcionar el sistema penitenciario en Venezuela, es que este funcionara bajo la dirección de penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarias.
Esto igualmente se encuentra establecido en las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, hoy conocidas como Reglas Mandela, en la cual de la regla 74 a la 82 se habla de cómo debe ser el personal penitenciario, allí quiero destacar la regla 74.1 cuando dice “La administración penitenciaria seleccionara cuidadosamente al personal de todos los grados, puesto que de la integridad, humanidad, aptitud personal y capacidad profesional de dicho personal dependerá la buena dirección de los establecimientos penitenciarios”.
Muchas veces escuché a mi maestro Elio Gómez Grillo decir que “la cárcel era su personal y cualquier otra cosa más». También Eugenio Cuello Calón, reconocido jurista español, ha expresado en su conocidísima obra La moderna penología que …»el personal penitenciario si no lo es todo, lo es casi todo…».
Lamentablemente en Venezuela, una de las más graves deficiencias de nuestro sistema penitenciario es su personal, desde la ministra para el Servicio Penitenciario, la actual y la anterior, que saben de cárceles lo que yo puedo saber de biología molecular, nada. Esto es lo que ha convertido al sistema penitenciario actualmente en el desastre más grande que ha vivido la historia venezolana, tomando en cuenta que nuestras cárceles nunca han sido ejemplo de excelencia, ni antes y mucho menos en la actualidad.
Paradójicamente, en Venezuela, gracias a la iniciativa de Elio Gómez Grillo, el 3 de febrero de 1992 se fundó, acompañado de grandes figuras del mundo académico venezolano y otros grandes conocedores del mundo penitenciario, el único instituto universitario de Latinoamérica y de los pocos del mundo, para esa época, en formar a profesionales universitarios en el área del penitenciarismo de naturaleza civil, el Instituto Universitario Nacional de Estudios Penitenciarios (Iunep), hoy cerrado por los destructores del país.
El Iunep fue cerrado y absorbido por la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) dejando de lado la formación de educadores que puedan redimir a los encarcelados, que era la gran misión de esta institución, para convertirlo en un simple formador de policías de cárceles. Una gran prueba del fracaso de la formación de penitenciaristas en la UNES es la cantidad de denuncias por tratos crueles, inhumanos y degradantes a los privados de libertad por parte de estos cabos de presos inspirados en la época gomecista. Gómez Grillo siempre pensó que la formación de penitenciaristas, en caso de no existir el Iunep, era en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), pues lo que se busca es formar educadores y no policías de presos.
Esto sin dudas, no es responsabilidad de los que allí estudian, ni los que allí han egresado, que no tienen la culpa de los errores cometidos por los asesinos del Iunep.
Quiero terminar el articulo rindiéndole un homenaje a mi maestro Elio Gomez Grillo, con unas líneas del último libro que escribió en vida, Prosa de prisa para presos, donde deja claramente expresado lo que es ser un penitenciarista: “El penitenciarismo es, sencillamente, una alianza de filosofía y de ciencia y también de humanidad y misericordia. No es un oficio de salón, no disfruta de tribunas ni de escenarios para exhibiciones frívolas, no sirve para cautivar amistades exquisitas ni para obtener riquezas materiales. Se ejerce en rincones oscuros y humildes y se trabaja con hombres oscuros y humildes. Los penitenciaristas somos los albaceas de los vencidos en un mundo de triunfadores (…) A los penitenciaristas se nos dice una y otra vez que somos cultores de una causa perdida. Tenemos que responder que, después de todo, somos caballeros, y que el no llegar nunca es justamente lo que nos hace más grandes”.
@cnietopalma