La cercanía de China al gobierno palestino fue puesta de manifiesto con la firma, en junio de este año, de un acuerdo estratégico. En la foto el primer ministro Li Qiang y el presidente Mahmoud Abbas

Resulta difícil imaginar la posición final que asumirá Pekín frente a la arremetida del Yihad islámico palestino contra Israel y sus consecuencias. Lo previsible es que asistiremos a una sumatoria de alianzas en los próximos días y semanas de un lado y de otro del nuevo conflicto en la Franja de Gaza. Lo que no es claro es que éste sea el momento que favorezca, a China al menos, a decantarse a favor de uno o de otro contrincante. Hasta el sol de hoy, el mensaje de las autoridades es apenas de preocupación. Dada la proverbial prudencia milenaria de los chinos no debe ser de otra manera.

Es bueno, sin embargo, recordar que siempre ha sido una prioridad del gobierno de Xi Jinping elevar el tono de su presencia en Oriente Medio y en ese terreno nada ha cambiado. Parece que lo geopolítico y en lo estratégico, más bien China mantiene una vela prendida a cada santo.

Si miramos las relaciones históricas del gigante de Asia con Israel, estas no son en absoluto deleznables y entran igualmente dentro del espíritu de la expansión de lazos diplomáticos sólidos en la región: desde la provisión de armas de fabricación israelí hasta el fortalecimiento de lazos comerciales. Son muy cuantiosas hoy las inversiones de empresas chinas en tecnologías de punta, así como también en agricultura e infraestructura portuaria. Es útil saber que son operadores chinos quienes manejarán el Puerto de Haifa hasta 2046, donde están desplegados navíos de la armada americana. Los distancian, sin embargo, los acercamientos de China con Irán y la estrechísima interacción israelí con la India en lo militar.

Otros hechos significativos nos llevan a la inquietud. La cercanía de China al gobierno palestino fue puesta de manifiesto con la firma, en junio de este año, de un acuerdo estratégico entre el coloso asiático y el gobierno palestino. Li Qiang, el recién designado primer ministro, fue inusualmente expresivo cuando afirmó, en la ocasión de la visita del presidente palestino a Pekín, que Mahmoud Abbas es “un gran amigo de China, quien ha hecho importantes contribuciones a las relaciones entre las dos naciones”. Los honores militares que se le rindieron fueron encabezados por el propio Xi Jinping.

También dentro del mismo espíritu de pisar fuerte en la zona y animados de la creencia generalizada de que Estados Unidos está alejándose lentamente de ese entorno, en este año 2023 China fue exitosa en promover un acercamiento entre Ryad y Teherán que culminó con el restablecimiento de relaciones entre los dos viejos rivales. La victoria de China en este terreno ha sido palpable.

En lo que atañe a Irán, es bueno saber que el grueso del arsenal balístico de ese país cuenta con componentes chinos al igual que los sistemas militares aportados por Irán a Hamás y a Hezbolá.  El juego se enreda.

Por lo pronto, en el caso de las acciones militares actuales entre Hamás e Israel, China apenas ha hecho un llamado a un cese de hostilidades para evitar mayores derramamientos de sangre. Pero lo que ocurre en la región no es una refriega de poca monta. Asistimos en Cisjordania a un conflicto de un alcance global y a un ajedrez complejo con grandes dolientes y liderazgos marcados. No es posible pensar que las grandes potencias puedan mantenerse al margen de un conflicto de esta envergadura… En Pekín piensan que la hora china aún no ha llegado.

 


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