En la sociedad actual, es esencial abordar temas sensibles con responsabilidad y precisión. Uno de los temas más delicados y polémicos es la distinción entre pedofilia y pederastia. Ambos términos se utilizan para describir conductas inapropiadas con menores. Sin embargo, hay que entender que son conceptos diferentes con implicaciones legales y éticas distintas.
Cada vez que escuchamos acerca de un caso de abuso sexual infantil, se nos eriza la piel y con indignación, rabia e ira preguntamos ¿cómo puede haber personas tan enfermas como para perpetrar tal atrocidad en niños inocentes e indefensos?
El panorama se vuelve aterrador cuando, de acuerdo con la OMS, 1 de cada 5 infantes es víctima de deshonra sexual antes de llegar a los 17 años. Y no es privilegio de las naciones subdesarrolladas; 20% de los niños en Europa, Estados Unidos y Canadá han sido profanados sexualmente. Y con estas cifras, el abuso sexual infantil es otra pandemia que, incomprensible, inexplicable y hasta misteriosamente, no está en la agenda social ni política de los países avanzados.
Debido al estigma alrededor de este horrible tema es normal que haya conceptos asociados al abuso sexual infantil que no se conozcan tan bien como se debería. Y uno de los errores más habituales que se comete es considerar que un “pedófilo” y un “pederasta” son lo mismo. No son sinónimos.
La pedofilia: se refiere a una atracción sexual, erótica, carnal persistente y exclusiva hacia preadolescentes o muchachos menores. Se considera una orientación sexual atípica, especial y esencialmente un trastorno mental. Sin embargo, es crucial distinguir entre la seducción pedófila y el acto de cometer abuso sexual a pequeños, que es ilegal, prohibido y condenable, desde todo punto de vista, y en todas sus formas.
La pederastia: es un delito grave, práctica ilegal y abusiva que involucra relaciones o actos lascivos con menores de edad. Es abuso infantil y explotación sexual, independiente de si el perpetrador tiene o no atracción pedófila. La pederastia se considera un delito gravísimo y conlleva severas sanciones penales.
En el aspecto legal, la pedofilia en sí misma no es un delito, ya que se refiere a una orientación sexual. Sin embargo, el abuso lujurioso a menores, es infracción, violación, quebrantamiento, puede estar vinculado a la pedofilia si el perpetrador tiene esa atracción hacia los niños. La pederastia, por otro lado, es siempre un delito, agresión, falta terrible, ya que involucra actos ilegales con menores de edad.
El enfoque en el comportamiento, se centra en la sugestión sexual, que puede ser un problema psicológico y, en muchos casos, debe abordarse con terapia y tratamiento adecuado. La pederastia en cambio, es la comisión de actos ilegales, arbitrarios y abusivos, por lo que su orientación principal es el enjuiciamiento y la protección de los menores.
Es básico reflexionar desde una perspectiva integral y responsable. Educación y concientización, para sensibilizar a la sociedad sobre este tema, para identificar posibles señales de abuso y tomar medidas preventivas. Terapia y tratamiento, para quienes luchan con atracciones pedófilas, pero no han cometido delito, deben acceder a métodos de ayuda y evitar acciones perjudiciales.
Las víctimas necesitan apoyo psicológico, protección y asistencia legal para superar las secuelas traumáticas del atropello. Las autoridades deben garantizar que delitos de pederastia sean investigados y los perpetradores llevados ante la justicia, para imponerlos de un castigo ejemplar.
Es esencial es comprender las diferencias para abordar el problema de manera adecuada. La pedofilia, como trastorno mental que requiere atención clínica; la pederastia, como delito sexual contra menores, debe tratarse con seriedad, dureza y formalidad en el sistema legal.
@ArmandoMartini