OPINIÓN

Pedalear en falso

por Luis Barragán Luis Barragán

Hay problemas políticos tanto o más fundamentales que los cotizados por las meras circunstancias, incomprendidos de acuerdo con los intereses de un régimen que bien sabe administrarlos y, en definitiva, banalizarlos. En la aldea monotemática que nos explica, cualquier vicisitud ajena a la biografía del poder establecido, constituye una hábil maniobra de distracción que nos victimiza, apostando inmediatamente por la asfixiante simplicidad de un vulgar estereotipo antes que arriesgar por la desafiante complejidad de las realidades que siguen un curso insobornable.

La primera plana de la prensa escrita del presente siglo de represión y censura no se compadece con la variedad noticiosa y la jerarquía temática alcanzada en la centuria anterior de mayores libertades públicas y profundidades de un debate competitivo que hasta el propio exilio político hoy desconoce, valga la curiosidad, con las excepciones de rigor. La barbarie le ha dado alcance al pensar y al quehacer de la política, ilustrada mejor por los laboratorios de guerra sucia, sin que quepa un mínimo de abstracción o conceptualización,  por lo que ahora se nos antoja una necedad explicar las viejas luchas a través de la política petrolera, sanitaria, agraria o industrial  que distinguieran a los partidos y atormentaran a las dictaduras, absolutamente comprensible para  todos.

A la vista del mundo entero, las consabidas y suficientemente advertidas triquiñuelas del estado Barinas, o las pugnas al interior del G-4 y su incidencia en el interinato, forman parte de un  espectáculo a la luz de la sempiterna antipolítica, importando un bledo convalidar la tesis del autoritarismo competitivo, o la distinción entre la dirección política opositora y la forma que adquiere en el Estado al que aspira a transformar. Luce descomunal el esfuerzo  para abordar el sistema Patria desde la perspectiva del derecho laboral, fallando los atemorizados colegios profesionales, o las clases medias ilustradas en una sociedad lumproletarizada,  cuando se requieren respuestas, salvo los pronunciamientos y orientaciones que han dado las academias aún para prevenirnos sobre los modestos y artesanales tapabocas de tela, como acierta en alertar la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.

No oficiamos al país a través de sus problemas fundamentales, porque requieren de ese esfuerzo que la videopolítica nos ahorra, centrada la atención en el anecdotario  del magnífico anfitrión de Bonny Cepeda y Pablo Montero, farandulizada la polémica. No versamos sobre la institucionalidad opositora, conformes con las negociaciones criminales de México; nadie explica la hiperinflación, ensayando un distinto proceso de socialización política; o se entiende el sistema comunal de defensa como una vanidad de especialistas, soslayándolo.

Pedaleando en falso, actuamos sin ejercer ni procurar la representación de las ideas, intereses y avatares de la ciudadanía, ya que, recordemos, en la absurda consulta realizada en la Universidad Central de Venezuela sobre unas elecciones internas hechas a la medida del régimen, obviamente la comunidad contundentemente se negó, pero nadie dijo ni dice nada, quedando al garete la manifestación profesoral y estudiantil; se plantea el llamado matrimonio igualitario que, por cierto, adversándolo, no impide que lo reconozcamos como una legítima demanda del sector LGBTIQ+, sin que haya dirigentes que la actualicen; se dice del cierre del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, como si lo hubiese estado, inexistente una palabra del sector cultural; o Gerardo Blyde, y la camarilla opositora correspondiente, se erige como vocero y cabeza de una oposición histriónica que naturalmente sabía de su derrota el 21 de noviembre, despreocupadísimos por dar una oportuna respuesta. En consecuencia, entre otros motivos, a falta de planteamientos y acciones proporcionales a la monstruosidad del régimen, y de la propia crisis de representación política que nos aqueja, es plausible, pertinente y viable elegir popularmente a los cuadros conductores de la oposición, como lo propuso María Corina Machado.

@luisbarraganj