OPINIÓN

Pedagogía de la ilegalidad

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

En totalitarismo no hay vida, propiedad ni libertad. De la pedagogía de la ilegalidad se desprenden actuación, pensamiento, principios y valores negativos. El ecosistema criminal entraña una manera de comportamiento, de pensamiento y de expresión. Con sus propios papeles, valores, normas, que no requiere de personas ni líderes, sino que se va materializando con la actuación de quienes les toque jugar un rol, porque de otra forma sería una teoría abstracta. No nos planteamos ni por un un segundo tolerar y aceptar pasivamente a un régimen inhumanitario y monstruoso. Otros hablan tan tranquilos del año 24, con olvido de la usurpación que mancilla la dignidad nacional.

La democracia cedió erróneamente la cultura a la ultraizquierda y esta procedió a desvirtuar los códigos valorativos y el lenguaje. Afectó hasta la estética y la urbanidad. Qué sentido pudieran tener para un sistema alterado los derechos humanos, la verdad y la libertad. Ningún sentido porque prevalece la mentira como dogma.

El régimen totalitario no se plantea ni piensa en la validez democrática de elecciones. Acepta derrotas calculadamente cuando no está envuelto el poder, como sucedió en Barinas y de paso saca la ganancia de darse un barniz democrático. No tiene disposición de permitir el cambio. Jugarán a su antojo con el referéndum revocatorio, la discrecionalidad será la pauta a lo largo del proceso. No saldrán de Miraflores con votos. No perdamos el foco en la naturaleza de quienes estamos enfrentando. Han pactado con los peores enemigos de la democracia de Occidente.

Para nosotros se trata de una lucha épica-existencial llena de valores profundos para conquistar a la verdad. El régimen totalitario devora todo el poder, la tiranía está montada en un ecosistema criminal. Bloquear la realidad para hacerla menos grave es un engaño.

Son elementos esenciales de la democracia representativa el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, el acceso al poder, su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho, la celebración de elecciones periódicas, libres y justas basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la voluntad del pueblo, el régimen legal de partidos y organizaciones políticas, y la separación e independencia de poderes.

No podemos asumir vivir en democracia sin generar y educar demócratas en las acciones de los líderes. La democracia no brota por generación espontánea. Forma para ser honrados trabajadores, justos, libres y solidarios, respetuosos y responsables. La democracia es ejercicio de la política y las dictaduras de delincuencia, que destruyen a la república y la nación. La democracia es uno de los derechos del pueblo.

Los venezolanos dignos rechazamos la amenaza rusa de enviar tropas al país, ante el silencio cómplice de la corporación criminal. Su solo planteamiento es una lesión a la soberanía. Sale para Cuba de Amuay un cargamento con 100.000 barriles de gasolina, otro crimen más. Todo se inscribe en la pérdida del control del territorio por parte del Estado.

Más de lo mismo cuando Garrido va raudo y veloz a reconocer a Maduro. Antonio Gramsci afirma que no hay hegemonía total, el régimen convoca a elecciones amañadas cuando le conviene. Todo regresa ahora a la dinámica poselectoral.

La principal derrota de la oposición es su inconsistencia lógica y narrativa. La verdad indica el camino de lo que hay que hacer e insufla e inspira la fuerza para cumplirlo. Fundamental es proceder con coherencia entre lo que decimos y hacemos, acompañar la palabra con los actos que la hacen creíble. Crecer en autenticidad y coherencia para ser eficaces en la palabra. Nos ponemos en camino partiendo de que la verdad es la fuerza para romper la esclavitud de la rutina. Salir de la oscuridad y lanzarnos a la acción. No perdamos el foco de la lucha por la libertad y la democracia.

¡Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!