Yesterday, December 7, 1941—a date which will live in infamy — the United States of America was suddenly and deliberately attacked by naval and air forces of the Empire of Japan. (…) No matter how long it may take us to overcome this premeditated invasion, the american people in their righteous might will win through to absolute victory.
Un día como hoy (8 de diciembre) pero de hace 80 años exactamente, el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, se dirigía al Congreso Nacional y daba el famoso “Discurso de la infamia” cuyas palabras más significativas hemos transcrito. Solicitaba al Poder Legislativo que declarase el estado de guerra entre ambas naciones, lo cual se hizo de inmediato con un solo voto en contra (el de la republicana Jeanette Rankin, por ser pacifista). El ataque a su principal base en el Pacífico (Pearl Harbor en la isla de Oahu en Hawai) el día anterior; el cual fue su mayor desastre militar con 4 acorazados hundidos, 4 dañados y otros 12 barcos afectados, más de 340 aviones destruidos y dañados, junto a la terrible cifra de 2.403 soldados fallecidos y más de 1.200 heridos; había unido a la primera potencia económica del mundo bajo un solo objetivo. Hasta el momento la división entre aislacionistas y los que abogaban por apoyar la lucha de la democracia británica en contra del nazismo alemán, no había permitido una resolución ante la Segunda Guerra Mundial. Todo eso desapareció en un instante (algunos dirían que en las dos horas que duró el bombardeo) y gracias a que Adolf Hitler cuatro días después les declarara la guerra. La consecuencia final será la “americanización” del mundo.
Una crítica a esta tesis advertiría que de la Segunda Guerra Mundial surgieron dos superpotencias, pero es claro que Estados Unidos no solo terminó venciendo en los dos principales frentes: Europa Occidental y el Pacífico, sino que a lo largo de la toda la Guerra Fría (1947-1991) poseía el mayor ejército y el control de la economía mundial (en la segunda mitad de agosto de este año dedicamos dos artículos a la ventaja en recursos e industria de los Aliados, en especial Estados Unidos), y hoy su modelo político, económico y cultural se ha terminado imponiendo. El inicio de esta realidad comenzó en Pearl Harbor, porque la “infamia” movió no solo a convertir su industria (la primera del mundo) en la mayor productora de armas sino que su inmenso crecimiento jamás se habría dado sin este impulso, este esfuerzo y sacrificio coyuntural. Creo que la mejor imagen de la americanización del mundo es la escena de la película El imperio del sol (Steven Spielberg, 1987) en la cual el niño protagonista ríe de felicidad porque desde el cielo caen cilindros en paracaídas llenos de comida lanzados por la aviación estadounidense. Una muestra de cómo “América” alimentó a muchos ejércitos y pueblos, siendo un buen ejemplo la Ley de Préstamo y Arriendo con la cual el Reino Unido, la Unión Soviética y China pudieron resistir el avance del Eje.
Otro ejemplo de “americanización” es cómo el recuerdo que tenemos de la Segunda Guerra Mundial ha sido construido por la historiografía y la cinematografía estadounidense, dando a su intervención un papel protagónico (¿Quién no ha visto Tora! Tora! Tora! de 1970 y Pearl Harbor de 2001?). Desde que comenzamos este proyecto de investigación cuando se cumplieron los 80 años de la invasión a Polonia el primero de septiembre de 2019 hemos estado haciendo seguimiento a los museos, medios y redes sociales para identificar el papel de los estudios históricos en las percepciones que tienen las personas de los hechos. En esos dos años es algo evidente que el evento más repetido por estos tres ha sido el ataque a Pearl Harbor. Esta semana antes del 7 de diciembre y lo que pudimos ver de dicho día antes de mandar este artículo es de una abrumadora presencia. Y en Estados Unidos ha sido algo increíble por las actividades en los museos y lo mejor de todo es que a Hawai fueron 63 sobrevivientes de la guerra en el Pacífico, de los cuales 6 estuvieron ese día memorable. En mi adolescencia cuando empecé a desarrollar de manera disciplinada mi pasión por el tema pensé que en el 80 aniversario no quedaría nadie, y ahora observo esta grata sorpresa de escuchar a abuelos que a pesar de la debilidad de tener aproximadamente el siglo de vida nos cuentan aquellos eventos que tanto nos atraen.
El espacio de un artículo no nos permite desarrollar las principales ideas de la historiografía en torno a Pearl Harbor, pero queremos volver a decir que quedamos abrumados por la cantidad de investigaciones y títulos en general sobre el tema. Nos parece que solo se puede comparar en lo referente a la Segunda Guerra Mundial en número de publicaciones con aquellas que han desarrollado una visión general y el Holocausto, y muy en tercer lugar: el frente oriental. Los grandes asuntos que se debaten lo iniciaron primero la propia historia oficial creada por el Presidente Roosevelt con su discurso: la infamia, el sacrificio y el levantamiento de la nación hasta la victoria final; pero después está el estudio de los orígenes del engaño: ¿por qué no vieron los diversos “avisos” del ataque? (Walter Lord, 1957, Day of Infamy); y el inicio del predominio naval de los portaviones porque al menos sí atendieron a una de las alertas y los tres más importantes se retiraron y se salvaron dejando en ellos el peso de la lucha. Aunque se le ha prestado mucha atención a este evento histórico, después la historiografía y la divulgación sobre la Segunda Guerra Mundial ha dejado en un lugar apartado el resto de las batallas en el Frente del Pacífico salvo Midway, la acción de los kamikazes y los bombardeos atómicos.
El discurso del presidente advirtió que el ataque a la base naval no fue la única acción, y de esa forma agregó: “Ayer el gobierno japonés también lanzó un ataque contra Malasia. La pasada noche fuerzas japonesas atacaron (inicio que repite constantemente agregando una ciudad o región): Hong Kong, Guam, las Islas Filipinas, la isla Wake y la isla Midway.” Tal como explicamos la semana pasada el plan era una gran ofensiva para crear un perímetro defensivo en torno al imperio asiático del Sol Naciente que controlara China, el Pacífico en frontera con Pearl Harbor, el sureste e incluso las islas al norte de Australia y hasta llegar a los límites con la India ¡Y que intentaría evitar que el “gigante dormidoque habían despertado” (palabras del almirante Isoroku Yamamoto al referirse al ataque que él había diseñado) desatara toda su furia sobre el Japón!” Todo esto lo haría la Marina y el Ejército nipón en menos de seis meses lo cual es una proeza militar, pero al mismo tiempo significaría el sufrimiento de todos estos pueblos que serían esclavizados al igual que hacían los nazis en Europa. Si un mensaje se fortaleció a partir del 7 de diciembre de 1941 fue que la Segunda Guerra Mundial era la lucha entre la democracia y el totalitarismo. Esta serie la continuaremos en enero próximo, Dios mediante, la semana que viene retomamos la que dedicamos al fracaso de la “Operación Barbarroja” para explicar la contraofensiva soviética en torno a Moscú y después los dos artículos sobre las Navidades en la Segunda Guerra Mundial.