OPINIÓN

Pdvsa y el poder

por Humberto García Larralde Humberto García Larralde

 

Chávez entendió, desde el comienzo de su presidencia, lo central que era  controlar a Pdvsa para sus apetencias de poder. Disponer de enormes rentas provenientes de la exportación de crudo resultó clave para el éxito de su proyecto político. Como renta se entiende un ingreso extraordinario que obtiene el propietario de un recurso, muy por encima de la ganancia “normal” que obtendría de explotarlo en condiciones de abierta competencia. No obedece a esfuerzos productivos excepcionales sino a las particulares circunstancias del mercado, que le permiten aprovecharse de precios monopólicos de venta. No representa, por ende, una retribución a ningún factor de la producción. 

Venezuela, como miembro de la OPEP, ha vendido su petróleo casi siempre a precios muy superiores a sus costos de producción, obteniendo sustanciales rentas. Obviamente, mientras más altos fuesen los precios de venta con el mismo volumen de producción, mayor la renta. En los 13 años que estuvo Chávez en el poder, pudo captar unos 525.000 millones de dólares en rentas internacionales por la venta de crudo, neto de sus costos de producción, incluida lo que puede considerarse una ganancia “normal”. Además del gasto público financiado por los impuestos a Pdvsa, pudo usufructuarlas desviando, para sus fines políticos, el flujo de caja de la empresa. Entre 2001 y 2012 se sustrajeron, según cifras de la propia Pdvsa, 45.000 millones de dólares para financiar directamente las numerosas misiones creadas bajo su gobierno; otros 67.000 millones de dólares para fondos, planes y otros aportes sociales; y 60.000 millones de dólares para fondear a Fondespa y a Fonden. En total, el gobierno de Chávez distrajo 284.300 millones de los proventos de Pdvsa, adicional a lo cobrado por ISLR, regalías y otros impuestos menores. 

La discrecionalidad con la que dispuso de estos cuantiosos recursos, dada la anuencia de una Asamblea Nacional mayormente partidaria y la escasa transparencia y rendición de cuentas de la gestión de estos recursos, le permitió a Chávez capitalizar personalmente los réditos políticos que depararon estas transferencias. El consumo privado (real) por habitante se incrementó en 55,3% durante sus 14 años del gobierno. Lamentablemente, no guardó correspondencia con la evolución de la productividad laboral a lo largo del período, que apenas se incrementó en 2,9%. Si se le resta la renta petrolera al PIB, la variación en la productividad no rentística prácticamente se estancó, variando apenas en 0,6%. La popularidad de Chávez se basó en reemplazar la “siembra” del petróleo en otras actividades productivas, por su consumo presente. Y el aumento de éste fue abastecido, en buena parte, por las importaciones. Éstas se triplicaron con relación a los catorce años anteriores a la gestión chavista.  

Dos consecuencias, de enorme importancia, se desprenden de tan “exitosa” política. 1) Privó a Pdvsa de los recursos con los cuales mantener y/o ampliar adecuadamente su capacidad productiva, con lo que la producción se deterioró, progresivamente, desde los 3,07 millones de b/d en 2013 hasta los 500.000 y tantos b/d que alcanzó en 2020. 2) La diversidad de conductos por los cuales se transfirieron estos dineros, y la escasa transparencia y rendición de cuentas con que se efectuó, alimentaron una prolífica madeja de corruptelas y complicidades en el usufructo irregular de la renta petrolera, que alimentó las lealtades y compromisos con el poder. Fue el desangre de “Pudreval” y otros escándalos ampliamente denunciados por distintos medios. Pero fungió de argamasa efectiva del régimen chavista y nutrió sus bases de apoyo mientras estuvieron por las nubes los precios internacionales del crudo. Dominando esta trama estaba Rafael Ramírez. Sus numerosos contactos, comisionados, familiares y allegados estratégicamente ubicados le confirieron un enorme poder: fue apodado el zar del petróleo.

Maduro heredó esta estructura de alianzas y quiso seguir aprovechándose de ella para garantizar la sostenibilidad de su gobierno, consciente de que no gozaba de la ascendencia de su mentor y que tampoco proyectaba el carisma con el cual aquel logró cautivar tantas voluntades. Pero para capitalizar, personalmente, los réditos que deparaba el gasto discrecional financiado por el petróleo, debía desplazar a quien controlaba los resortes y los contactos de tal dispendio. Además, había que abrirle mayor espacio a la cúpula militar. Al no provenir de la FAN, ponía especial atención en contentarlas. Logró sacar a Rafael Ramírez y, al poco tiempo, luego de las gestiones de Eulogio del Pino y de Nelson Martínez, pudo colocar al general Manuel Quevedo, de la Guardia Nacional, como presidente de Pdvsa, en compañía de otros oficiales en la directiva. Cabe recordar que Del Pino y Martínez fueron apresados por supuestas corruptelas, muriendo este último en la cárcel.

Pero los planes de Maduro se tropezaron con el desplome de los precios petroleros a finales de 2014. Aun así, logró aprovechar 74.300 millones de dólares adicionales sustraídos del flujo de caja de Pdvsa hasta 2016, último año en que se publicaron cifras al respecto, sin contar los ingresos fiscales por ISLR y regalías. Si bien siguieron atendiéndose algunos programas sociales, rivalizaban, ante los precios reducidos, con las apetencias de numerosos enchufados. Para eso estaban las oportunidades del diferencial cambiario, que permitían gigantescas fortunas a quienes accedieran a los dólares de Cadivi para luego revenderlos a los precios del mercado petrolero, maná solo posible porque Pdvsa estaba obligada a vender sus divisas a un precio absurdamente rezagado (bajo). Mientras, continuaba el desagüe de su caja hacia usos no corporativos y arreciaba el impacto de la inflación en sus costos.

Cabe señalar que entre 2014 y 2018, año anterior a la imposición de sanciones a la venta de petróleo venezolano por parte de Estados Unidos, nuestro país fue el que sufrió la caída más profunda de su actividad económica de todos los que integran la OPEP. Mientras el PIB sumado de sus miembros se redujo en un 10% durante ese lapso, el de Venezuela cayó en más del 50%. Si bien los precios reducidos del crudo afectaron (negativamente) a todos –solo Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos crecieron–, su impacto sobre la economía venezolana fue mucho mayor. Indicativo de que sus proventos se dedicaban, cada vez más, a atender otros fines, como parecen comprobar los numerosos reportes sobre corruptelas publicadas por Armando Info, Insight Crime y otros portales del periodismo de investigación. 

En este contexto, la gestión militar de Pdvsa fracasó. Queda la duda de si su pasantía tuvo que ver con la proliferación do empresas de todo tipo para contratar con el Estado, dirigidas, también, por militares. En 2019, Estados Unidos sanciona la venta internacional de petróleo venezolano. Maduro nombra a su mano derecha, Tareck el Aissami, para asumir el negocio, siendo que sus conexiones con Hezbolá e Irán, habrían de ayudar a evadir los controles. Tan habilidoso fue él y su equipo en esconderles a los gringos sus transacciones que también les permitió birlar a la nación de unos 20.000 millones. Pero Tareck y Cía. caen, no por corruptos, sino porque había logrado acumular enormes sumas, recursos con los cuales disputarle entre las mafias el poder a Maduro, que ya mostraba, visiblemente, sus costuras.

El último eslabón de esta cadena ha sido la detención del coronel Pedro Tellechea, quien, por sus dotes profesionales, lo habían puesto al frente de Pdvsa para enderezar el desastre dejado por El Aissami. Se especula que estaba vinculado con los hermanos Rodríguez. Las denuncias de que contrató a una empresa controlada por la CIA para el Sistema de Control Automatizado de la empresa podrían estar tapando manejos de quienes estarían cuestionando el liderazgo de Maduro. Ante la derrota contundente que le proporcionó el pueblo venezolano el 28J, el control de los ingresos petroleros, con todo y lo disminuidos, son ahora más cruciales que nunca para la sobrevivencia de más de un enchufado. 

Y aquí es donde la cúpula fascista se ha colocado a sí misma en la cuerda floja. Su golpe de Estado contra la voluntad popular, arrogándose una victoria en la que nadie cree, invita a que se le reimpongan sanciones y/o que se reduzcan los aportes de Chevron y otras. Porque Pdvsa está destruida. No alcanza para satisfacer las apetencias de todos. ¿Qué estará tramando Diosdado a todas estas?

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