Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero;
Nacionalismo cuando el odio por lo demás es lo primero.
Charles de Gaulle
En días recientes estuvimos viendo en la televisión argentina (canal 19 de La Nación) un programa en el que se estaba hablando de la cantidad de problemas y perjuicios que acarrearía a las empresas de ese país que el gobierno presidido por Alberto Fernández haya declarado el pasado martes como día feriado para recibir a la campeona mundial, la selección nacional de fútbol. Unas deberán pagar doble si se trabaja, otras deberán relegar asuntos pendientes para otros días. También el Poder Judicial, al parecer, se detendrá y una cantidad enorme de asuntos que se están ventilando allí se pospondrán. Sea como fuere, la economía es la primera víctima porque baja la productividad. Pero los negocios pequeños no se detuvieron, aprovecharon el «boom» del consumo y estuvieron abiertos ese día de fiesta generalizada, total o máxima. Al parecer querían demostrar que hay patriotismo, colocándose unas franelas con la bandera celeste y blanca, dando saltos, y alistándose para recibir a la selección victoriosa. Como no le pueden dar pan a las masas, en cambio le dieron un gran circo.
En los predios cercanos al Aeropuerto de Ezeiza se desvalijaron automóviles. Por si esto fuera poco, hubo otros grandes excesos, como lo fueron el haber pintarrajeado el obelisco del centro de Buenos Aires, y hasta destruyeron los techos de los negocios de venta de diarios al montarse encima. Incluso salieron heridos —según el diario Clarín—21 miembros de la policía. Lo más triste del caso es que un muchacho que se lanzó sobre el autobús que trasladaba a la selección cayó al piso y al parecer lucha contra la muerte, y ni siquiera un vocero de la selección lamentó el hecho. Horacio Rodríguez Larreta, gobernador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es responsable por no haber previsto estos desmanes. Como también lo es el presidente Fernández al no haberle ordenado al Ejército y a la Gendarmería colaborar con la policía para el mantenimiento del orden público.
Ahora, Rodríguez Larreta se encuentra compitiendo para ser candidato a la presidencia de Argentina. ¿Acaso no le ha llegado el principio de Peter? ¿Tiene algún plan para detener la inflación que ya alcanza niveles inmanejables?
En este contexto, nos preguntamos: ¿fue una explosión de patriotismo? Samuel Johnson, el gran polígrafo británico, decía al respecto: «El patriotismo es el último refugio de un bribón»; nosotros corregiríamos: «Es más bien el primero». Con el patriotismo se encienden las guerras, si no, habría que preguntarle a Putin, «gran patriota ruso». El verdadero o genuino patriotismo es ser puntual en sus labores, empleos, deberes. Atender a la familia, no abandonar hijos a diestra y siniestra. Pagar sus compromisos a tiempo. Tener cortesía con los amigos, extraños, clientes, empleados y patrones. Los estudiantes deben estudiar más y rendir más, y así serán auténticos patriotas. En Venezuela, militares de alta graduación que juraron servir con lealtad a la patria, están involucrados en casos espeluznantes de corrupción que han sido revelados por la justicia norteamericana porque no existe la venezolana. En fin, las dictaduras son las que más claman por el patriotismo, porque representa un cheque en blanco para obligar a las masas a pasar hambre y toda clase de necesidades. Patriotismo es conservar el poder adquisitivo de la moneda de un país, no endeudándose para cubrir déficits fiscales, gastar con prudencia, y castigar la delincuencia y no involucrarse en casos de corrupción. No destruir empresas como Pdvsa y ayudar al bienestar de la población, no maltratar a sus ciudadanos con cortes de electricidad y problemas con la gasolina.
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