Nos enfocamos en comunicar mejor en los actuales tiempos revueltos. Estamos al servicio de la gran fuerza del pueblo indignado. Cuando no hay un juez en la tierra, tenemos que apelar al Cielo. Sin justicia no hay país, sino bandas de latrocinios.
Los errores de la estrategia opositora han debilitado la fortaleza lograda en el frente internacional, que había logrado consolidar el presidente Guaidó. Notamos algún quiebre en los aliados nucleares: Estados Unidos, Colombia, Brasil y Chile. El tiempo se extiende y conspira porque pueden llegar a concluir que los que mandan son los capaces de mantener la estabilidad del país.
Los países no quieren empantanarse en fracasos. El cambio de retórica ha sido errático y cómplice. El régimen es una hidra con muchos tentáculos que induce al error.
Creímos la oferta del quiebre militar y el restablecimiento del orden democrático. Debemos saber ya, que la FA como institución no existe. Repudiamos el insistente error de extraviar la mirada y darle prioridad a las elecciones. Esto hace que lo demás pierda prioridad, se desinfle y se pierda la gran oportunidad.
Perdemos el país y nuestras vidas. La clase política se equivoca y no aprende de la experiencia. Algunos forman parte del sistema. La mayoría ha luchado durante 20 años para que el sistema cambie. Le estamos pidiendo que se destruya a sí mismo: una estupidez. Denunciamos a esa falsa y fatal unidad que nos acusa de querernos dividir. Son los pastores del autoengaño. Quieren seguir respirando el mismo ambiente moral del chavismo, cuando desaparecen 90.000 dólares y pretender el silencio. El cambio de paradigma apunta a que se investigue ejemplarmente en la AN. Cada quien sigue jugando para sí mismo: prometer y no cumplir.
El régimen tiene tentáculos en la AN. Ha sido incapaz de nombrar un nuevo CNE. Los mismos financistas de la tiranía quieren que todo cambie, para que nada cambie. Ya no podemos hablar de engañadores sino de estafadores.
No hemos hallado la estrategia, a mitad del río cambiamos inexplicablemente de caballo. Ya la intervención humanitaria ha dejado de estar sobre la mesa.
El estallido está aguantado. El manejo comunista de la comida crea una ominosa relación de dependencia. Los errores causan desaciertos, resignación y desmovilización. Se pierde capacidad de lucha.
Todo lo montado sobre la base de la mentira tiene patas cortas. Hay que desmontar el sistema que se ha instalado, y echar a la oposición que juega dentro de ese sistema, junto a los financistas crápulas.
Si algo podemos hacer es abrir los ojos y no comportarnos como rebaño. El totalitarismo ha llevado a la sumisión, para que dejemos de comportarnos como ciudadanos. Seguimos de pie porque la vida sigue; si perdemos la esperanza, morimos. Dios quiera que aprendamos la lección de la historia para construir un gran país.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!