Constitución. Legalidad. Tránsito por la vía democrática. Unidad nacional. Patriotismo. Amor por el país y la familia. Resultados electorales contundentes. Voluntad popular ya expresada, documentada, pública y notoria. Esperanza de cambio de modelo y transformación de la nación. Promesa de bienestar y progreso. Respaldo abrumador, absoluto, sustentado y decidido de la comunidad internacional. Fuerza espiritual. Honestidad, sinceridad, convicción, respeto, ética y moral, entre otros valores indispensables. ¿A qué sector e intereses atienden todos estos elementos?
La respuesta es fácil y la conoce cada uno de los venezolanos.
Un país que sufre y padece bajo el autoritarismo, con el tiempo, necesariamente debe forjar el camino de su reivindicación y bienestar en medio de las necesidades, control y presión permanente, asumiendo los riesgos que trae consigo la decisión de sumarse irrevocablemente al cambio y oponerse a la violencia, crueldad e indolencia de los gobernantes que se niegan a reconocer y menos a aceptar su fracaso y responsabilidad en la degradación, implosión, destrucción, división, empobrecimiento y situación de precariedad que abruma y acorrala a toda la sociedad. Un pueblo que con todo derecho se resiste a continuar aguantando, avalando o haciéndose cómplice por omisión, cobardía o ignorancia de la destrucción, saqueo y debacle de la nación.
En el pasado la ilusión de cambio y transformación de una realidad, en un momento determinado de la historia política de Venezuela, impulsó a esa sociedad a dar un paso que inició un camino tortuoso y denigrante, que lamentablemente impactó de forma severa el desarrollo del país que ha involucionado en todos los aspectos. Una nación hoy presa de los postulados del fallido socialismo, impulsado por la izquierda retrógrada apuntalada y sustentada por un andamiaje cívico, militar, policial, adherido al poder mal concebido y mal ejercido, pero que innegablemente los hace a todos, sin excepción, corresponsables de la inocultable situación reinante.
La revolución bolivariana impulsora del modelo socialismo del siglo XXI, el cual aseguran sus líderes y seguidores que aún se encuentra en construcción, fue un proyecto que se fundamentó en una nueva Constitución que plasmó un nuevo pacto social, que luego de su aprobación ha sido progresiva y sostenidamente violada como instrumento garante de los derechos ciudadanos y mal interpretada, manipulada o simplemente ignorada en procura de amoldarla para el control absoluto del poder en todos sus ámbitos.
El descontento del pueblo venezolano por el estado de necesidad e ilegalidad imposible de superar en socialismo se ha convertido en el sepulturero de esa vieja esperanza y promesa revolucionaria.
Mas de 2 décadas de espera, corrupción, promesas y espejismo de un bienestar que nunca llegó, obligaron a los venezolanos a buscar y construir una salida a la crisis.
Evidentemente los hechos y resultados de las actuaciones del pueblo y la de sus gobernantes plantean una confrontación que solo persigue que prevalezca la verdad y se respete la voluntad popular.
Quienes canalizan, lideran y defienden posiciones de ambos bandos avanzan tomando en cuenta todos los factores internos y externos que influyen en la solución a la crisis. Los resultados son elocuentes y se van alineando en favor de la verdad, diezmando la manipulación y la mentira.
Sin embargo, la balanza donde se colocan los logros alcanzados predicen cuál será el resultado final de esta era, en la que el el ventajismo se desvanece frente al peso de la concreción e imposición paulatina de la voluntad expresada por el pueblo venezolano, bajo un liderazgo responsable que no sucumbe pese a las adversidades, frente a una contraparte abusiva pero debilitada, sin respaldo popular, no reconocida por el mundo, que además erróneamente es enemiga y verduga de su propia Constitución.
La responsabilidad de lograr llegar hasta el final sigue dependiendo del esfuerzo, actitud y participación activa de cada uno de los venezolanos dentro y fuera del país. A Dios gracias, hoy tenemos claridad meridiana en cuanto a lo que estamos enfrentando, además de fe, firmeza, confianza y esperanza en que juntos lo lograremos.