Todos sabemos que los políticos mienten, juegan a su conveniencia, no les importa prometer algo que luego no van a cumplir. Así ha sido tradicionalmente en nuestro país. Es increíble el desparpajo con el que manejan los tiempos con medias verdades y luego aparecen en público como si nada.
Sin embargo, lo que hemos visto con Luis Parra, flamante usurpador de la presidencia de la Asamblea Nacional, no tiene parangón alguno. El hombre se echó unas cuantas toneladas de cinismo encima para ofrecer entrevistas, incluso se atrevió a ir a la Conferencia Episcopal, y decir cualquier cosa, no importa que se contradiga.
Parra aseguró que había 150 diputados en el hemiciclo el día de su juramentación fantasma y que esta fue aprobada por la mayoría. Lo dijo. No importa si no tiene asidero con la realidad, es lo de menos. Además afirmó que la lista de asistencia se la robaron, catapultando ya a esta situación a hacerse merecedora de que alguien escriba un guión de telenovela. Sus apariciones públicas, cada una más triste que la otra, lo muestran desconcertado, huidizo, esquizofrénico, haciendo afirmaciones torpes, que dan pena ajena. Es la muestra más clara de que el chavismo en esta oportunidad falló de manera estruendosa al realizar su jugada. ¿La planificaron?
La mentira es una de las armas que ha mantenido al oficialismo con vida. Aquí se repite la historia. ¿No íbamos a ser una potencia mundial en muchísimas cosas? ¿Dónde quedó la cacareada recuperación de la economía? Nicolás Maduro tuvo el cinismo en estos días de afirmar que la salud había avanzado notablemente. ¿Es eso cierto? Así una y otra cosa. Todos podemos enumerar. Ahora es el presidente del Parlamento, un personaje triste y de nula credibilidad, hasta hace pocas semanas un desconocido, sin mayor carta de presentación que estar apoyado por el régimen.
¿Hasta dónde nos llevará este 2020? Confieso que no tengo ni idea. De un lado, Juan Guaidó y el grupo opositor tratando de armar una estrategia que recupere la confianza de la población, lo que aún se ve muy lejos, en busca de convencernos de que ahora sí, que ya es el momento, que llegará el cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres, y por el otro, este señor Parra y el chavismo (y algunos fieles colaboradores), cada vez más empantanados en su propio estiércol, sin nada que ofrecer, solo empeñados en mantenerse en el poder.
Vistas las cosas nos toca a los ciudadanos hacer un serio ejercicio de supervivencia, no solo de política y de vida, sino también emocional. Los que seguimos en el país necesitamos urgentemente repensar lo que hacemos, cómo lo hacemos y hacia dónde vamos. Hay muchos mentirosos, de uno y otro bando, aunque ciertamente Parra lleva la voz cantante. Por ahora no tiene competidor.