Diputado Bruno Gallo
¿Hasta cuándo abusarás Catilina, de nuestra paciencia?, preguntó Marco Tulio Cicerón en el Senado romano, cuando desbaratara una conspiración de Lucio Sergio Catilina. Se trataron de una serie de discursos del gran orador, que recogiera la historia universal por su talento y poder de convicción, que fueron imitadas en la Venezuela del siglo XIX por el intelectual Francisco Javier Yanes (1835) sobre el que el historiador Elías Pino Iturrieta señala en «Telón de fondo» (12.11.18): «Escribe Francisco Javier Yanes las Epístolas Catilinarias, uno de los textos imprescindibles de la literatura política que se ha escrito en Venezuela. Ni siquiera ronda en este escribidor la fantasía de redactar algo semejante, debido a que no calza las botas del notable autor en atención a sus méritos de repúblico fundacional, a las excelencias de su pluma y a la penetración de su análisis».
Por su parte, otros intelectuales, Cecilio Acosta e Ildefonso Riera Aguinagalde, se confrontarían entre (1867-1868), sobre lo que escribió Juan Miguel Matheus en La Gran Aldea («El mal no es de la raza», mayo 11, 2023).
«La polémica gravitó en torno a la fisonomía de la cultura política criolla -entonces tormentosa e inestable- y las posibilidades reales de los venezolanos de vivir en paz, justicia y libertad».
Posteriormente, los periodistas Juan Vicente González y Antonio Leocadio Guzmán. Por supuesto que aquellas «Catilinarias» no fueron censuradas y todo viene al caso por la reacción que tuvo la autocracia militar-cívico de este siglo XXI a la intervención del diputado Bruno Gallo cuando se propuso desde la Asamblea Nacional un acuerdo de duelo con motivo del fatal accidente en el que perdiera la vida el presidente de Irán, Ebrahim Raisi. Sin oponerse al mismo, dijo:
«Desde el punto de vista humano lamentamos la muerte de cualquier persona; sin embargo, yo en este momento quisiera rendir un homenaje solidario a las mujeres que no se tapan la cabeza, a las mujeres que no bajan la mirada, a las mujeres que quieren estudiar, a las mujeres que quieren ser iguales».
Como se debe recordar se refería a la muerte de una joven kurda en 2022, bajo custodia policial tras ser detenida por llevar el velo mal colocado. El hecho desató multitudinarias protestas que dejaron 281 muertos en Irán, según un informe oficial. Desde entonces muchas mujeres comenzaron a rebelarse contra el estricto código de vestimenta en la República Islámica.
Las palabras de Gallo sobresaltaron al presidente del cuerpo legislativo nacional, que delató una personalidad ajena a su formación psiquiátrica:
«Voy a solicitar por groseras, por inoportunas, por inadecuadas, por absolutamente ausentes de solidaridad hacia una tragedia ocurrida en un pueblo hermano que ha sido solidario, generoso y compasivo con Venezuela, que se retire del acta correspondiente la grosera intervención del diputado Bruno Gallo».
¿Qué se desprende de tan rabiosa e iracunda respuesta? En primer lugar, un desconocimiento a la normativa constitucional que precisa los alcances de la llamada «Inmunidad Parlamentaria «…
Artículo 199 «Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional no son responsables por votos y opiniones emitidos en el ejercicio de sus funciones. Sólo responderán ante los electores o electoras y el cuerpo legislativo de acuerdo con esta Constitución y con los reglamentos». Pero, más acá, esa Constitución vendida por Chávez como la mejor del mundo consagró en el constitucional 61 el derecho a la «Objeción de conciencia».
Luego, se denota una descarada advertencia a la mujer venezolana, mil veces protegida en sus derechos humanos y políticos; una hermana suya es vicepresidenta de la República, por lo que es importante que se anden con cuidado, porque mañana o pasado esos derechos pueden ser revisados y a buen entendedor pocas palabras.
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