Por equipo editorial
Héctor Rodríguez convertido en un burócrata reasume el Ministerio de Educación bajo la astracanada del discurso feliz que, según él, llena a los docentes venezolanos, lo cual no solo lo hace ignorante de nuestra realidad educativa sino que en forma irónica pretende que:
Es mentira que más del 82% de la infraestructura pública de escuelas, liceos y universidades están en ruinas.
Es mentira que la mayoría de nuestros niños y adolescentes no tienen motivación para asistir a clases, y que deserción estudiantil ha ido en aumento en la última década desde que el madurismo asumió el poder.
Es mentira que es de tal nivel la degradación del sistema educativo que nuestros estudiantes de primaria y bachillerato carecen de los conocimientos mínimos de castellano, matemática, geohistoria, cultura general, y peor, con muy anclados niveles de razonamiento y comprensión para sus diferentes estadios de edades cognitivas.
Es mentira que derivado de la destrucción de las escuelas, liceos y universidades, hasta los comedores han sido desmantelados, vulnerando con ello el derecho a la alimentación que resulta fundamental y complementario de todo proceso de formación educativa.
Es mentira que ante una realidad tan negativa en el entorno social de la educación, nuestros estudiantes apenas si reciben en promedio entre dos o tres días de clases, perturbados por el aniquilamiento del tejido integral de las familias que apenas sobreviven con mínimos ingresos que afectan considerablemente las posibilidades de mejorar tales condiciones de vida.
Es mentira que como producto de la destrucción salarial el déficit de educadores profesionalizados en áreas como castellano, inglés, matemática, física, química, entre otras, han sido sustituidos por mal llamados «docentes» de un programa que llaman «chamba juvenil» y quienes son formados en cuatro semanas, no para enseñar sino ideologizar a la población estudiantil en favor del madurismo.
Es mentira que los docentes perciben en promedio 10 dólares al mes de salario, lo cual ha sido una política generada desde lo más alto del poder, donde además han desconocido las prestaciones sociales de los trabajadores de la educación, y con ello, someter a la más terrible pobreza a quienes fueron parte del magisterio en sus distintas etapas y niveles.
Es mentira que usted como ministro de Educación ignora cualquier reclamo, porque al final, su presencia en tal despacho solo tiene el propósito de hundir la educación de manera más profunda en que lo hizo su antecesora, cuyas palabras en la ONU resultaron célebres por su falsedad al decir que al madurismo solo le importaba el destino «primordial» de los docentes.
Ministro Héctor Rodríguez, usted miente sobre la educación venezolana. Con usted y el madurismo en el poder solo queda mayor deserción estudiantil y docente. La realidad está en la conjugación del fraude educativo que jamás podrán ocultar ante la historia. Su presencia solo demuestra que la ignorancia está en el contexto de seres indolentes ante el porvenir de una nación que respeta sus instituciones y la democracia.
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