OPINIÓN

Para cuidar los bienes

por Fernando Rodríguez Fernando Rodríguez

Si a ver vamos, quienes nos pretendemos “modernos” tendemos a menospreciar a los líderes: residuos populistas, espantosos antecesores, sostenidos por emociones y no por racionalidad práctica. Aquello que debe privar en la acción social, en puridad digamos, deben ser los consensos  democráticos; la sagacidad  y la cultura de los ciudadanos, su  apertura a la pluralidad  y otras virtudes semejantes. Pero todos vamos a decir que en determinadas circunstancias, si no en casi todas, algún lugar preeminente o muy preeminente deben tener los que detentan sabia y carismáticamente el poder o los que se oponen a este. Sobre todo en un mundo en que los banderas y tiranos oscuros y antidemocráticos abundan y abusan, con la condescendencia o el temor de sus pueblos. Entre los activos de la oposición venezolana, además de un apoyo exterior pocas veces visto, tenemos un líder, uno que llaman Juan Guaidó. A mantenerlo.

De resto y hasta nuevo aviso no vemos militares con alguna afición a las libertades. Ni escisiones grandes y profundas en las filas del gobierno. Ni masas populares enardecidas lanzadas a las calles. Ni grandes posibilidades comunicacionales. Imagino que poca plata…

Sumar los cincuenta y tantos países -¿alguien sabe exactamente cuántos son?- que nos mandan saludos y nos exhortan a seguir luchando, una que otra sanción de cuando en vez que no terminan por derribar al porfiado, es otra pertenencia que debemos cuidar. So pena de quedarnos en la inopia y en manos del tirano y sus bandas de pérfidos perfiles, desde colectivos criminales a falsos opositores que dan pena.

Ese cuidado pasa por la seguridad misma de Guaidó, no solo porque sus adversarios no tienen un ápice de moral sino porque al tipo si algo lo caracteriza es su valor, y a veces su temeridad. El último ejemplo es su templanza ante las agresiones de Lara. Otra cosa que hay que preservar es la necesidad de convencer a la gente que quiere representar a todos los que sufren y pelean y no depende de ningún tutor ni partido específico. El que haya salido de la organización donde militaba es en ese sentido un buen paso, ojalá no sea meramente formal. Un punto también en el que hay que insistir para asentar su liderazgo es que de alguna forma, sé que es difícil sortear el bloqueo sistemático y vil, hay que potenciar su capacidad de comunicación, sin duda hasta ahora muy limitada. Lo que tiene mucho que ver con convocatorias a la calle fallidas y otras adversidades. Hay que inventar comunicológicamente hablando. A no ser sino porque, inevitablemente en poco tiempo, habrá que entrar en el debate nacional por el punto axial más inmediato, las elecciones. Sea cual sea su posición definitiva, esta debe ser pronta, clara y difundida en una selva muy oscura.

Creo que sabemos que la notable e importante solidaridad internacional tiene sus límites, y su vital importancia por supuesto. Que no van a venir, y ojalá y no lo hagan, a sanear por las armas el país. Que las sanciones personales son eso, individuos afectados en su imagen y movilidad, y las colectivas tienen el problema contrario que por darle a unos cuantos terminan dañando a los muchos que se quiere apoyar, sobre todo si la medicina no actúa con celeridad. Pero esa otra “carta” también hay que manejarla como se debe. No andar, verbigracia, viendo comunistas en todas partes y enemistándose con gente buena que necesitamos, porque no todos deben ser bolsonaros. ¿Un ejemplo? Pues España, nada menos, que fue la primera en defender a Guaidó, y Borrell de paso en Europa, de los malandros larenses, para hablar de lo más reciente. Y mira que duró esa pistolada de Delcy caminando por Barajas. No hay que pedirles demasiado ni tan poco, que rollos hay por doquier y cada uno tiene el suyo por estos días tan calenturientos  y de virus amarillos.

En la medida que fortalezcamos a Guaidó y tengamos un venturoso 10 de marzo en que las calles se inunden de ciudadanos pacíficos pero arrechos, en esa medida tendremos menos que pedirle a los amigos de allende las fronteras. Lo cual es muy sano, cuídate que los dioses te cuidarán. Cosa de equilibrios