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Pánicos del fasciochavismo

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El atroz proceder del actual régimen ante la elección presidencial que adelantó para el próximo julio como trampa y se les devolvió como problema obedece a la definición del ahorcado Benito Mussolini (1883-1945), fundador del derechista fascismo europeo: “La libertad es un medio que debe ser controlado, la guerra es una necesidad que eleva el espíritu y las energías humanas y pone un sello de nobleza y dignidad en los pueblos que tienen el valor de aceptarla.

Son preferibles 500 rifles a 5 millones de votos.

Hay quienes califican de simple dictadura o gobierno autoritario al sistema militarista que prohíbe libertades básicas para la convivencia social, leyes regidas por una Constitución democrática cuya meta radica precisamente en evitar el libertinaje criminal de todo fascio porque es totalitario, copia el modelo soviético. Para Venezuela con el estilo tropical de la  injerencia castrocubana. La cresta de sus fuerzas militares sostiene, manda y dirige al partido único en el trono.

Su cartilla primaria exige votación sin dar chance a elegir previa repetición del mismo lenguaje que lo denuncia, por eso redactan el reciente manual “antifascista” frente al espejo que los refleja, normas que los autorretratan en vivo y violan con inmunidad  absoluta sus propias leyes, a la libre siguen los secuestros, prisiones, torturas y desapariciones. Hoy, aterrados porque carecen de pueblo crece su represión: inhabilitaciones con invención de cargos para encarcelar a dirigencias disidentes, cierre de vías terrestres, aéreas fluviales y marítimas, hoteles, pensiones y casas de quienes albergan a la candidata María Corina Machado en su recorrido por el país rural y citadino de la provincia, retardos para inscripciones a nuevos votantes, cero actualización del Registro Electoral, revocan a observadores demócratas mundiales para colocar a camaradas totalitarios. Fragmentan desde caos y confusión programados por su oficialista Consejo Nacional Electoral.

Lo más relevante de esta fasciodemencia castrense con actores histéricos que abren sus fauces ante ilegales asambleístas incitando su obediente miedo, son conductas que reflejan en sus propios temores. Su método represivo cruel se corresponde con el terror que les origina la diáspora ya de 8 millones de venezolanos entre parias casi analfabetas y refugiados de anteriores olas con oficios prácticos y títulos universitarios, residentes en varios países civilizados donde sobresalen por su aporte de variada índole. Es continua su premiación internacional en ciencias tecnología, artes y materias humanísticas.

Esta generación foránea con su descendencia aprenden la importancia de activar una moderna ciudadanía global. Dirigirán desde afuera y adentro la transición y reconstrucción venezolanas. Tal como sucedió al caer la dictadura tradicional perezjimenista cuando regresó marcada por la experiencia del duro exilio el equipo fundador de la democracia.

El terror del fasciochavismo frente a esta verdad se comprueba en los números que desde el exterior acaba de proporcionar David Smolansky, destacado organizador de la dispersa venezolanidad. Según su reporte, si las del 28J fueran elecciones limpias y su credibilidad estuviera garantizada, 8 millones diaspóricos pudieran votar por ciberlíneas; pero solo a 6.500 se les permitió inscribirse pretextando que pueden hacerlo únicamente quienes tienen cédula o pasaporte vigente. No existen embajadas ni consulados en gran parte de los países donde residen. A la vez, son los únicos que  pueden renovar esas credenciales, burda tramposería habitual, ahora perfeccionada debido al profundo temor que los domina. Del señalado total mundial solo pueden votar 67.000.

La farsa queda desnuda sin la menor vergüenza. A pesar de estos pesares, si no suspenden el evento, corresponde a los secuestrados -que desafiaron al fasciochavismo en las elecciones primarias- impedir la costumbre del fraude con ”el acta mata voto”. La nación libre se vestirá con ropa de retazos, hecha de cada papeleta presencialmente bien contada y reportada, una por una.

En medio de la incertidumbre sembrada por expertos manipuladores hay una certeza. El neofascismo es resultado de la rutina que practican armados sádicos muy cobardes en disfraz de patriotas valientes. De tanto engañar acaban tragándose el cuento revolucionario. Son impostores. Algunos tendrán atención médica por sus trastornos de personalidad, otros merecen compasión por acceder debido al hambre, muchos podrán escapar o simular una rendición sincera pero los alcanzará el brazo largo de la justa justicia.

Se torna más clara esta realidad desde la novela intemporal Calle Katalin de la escritora húngara Magda Szabo editada por Monteávila en 1972, traducida con ajustada presentación de su paisana y luego venezolana Judith Gerendas (1940-2024), con 25 años de intensa labor literaria y universitaria en la UCV. Pues el fascismo tiene nuevos nombres  y máscaras a diestra y siniestra, pero permanece intacto a oscuras y renace cuando se le permite.

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