En esta oportunidad te comentaré algunas ideas que giran alrededor del fenómeno periodístico resultado de la filtración de un gran número de archivos que posee o poseía una firma de abogados en Panamá. A este fenómeno se le ha denominado Pandora Papers (que pudiera traducirse como los documentos o papeles Pandora); denominación que se asemeja al nombre código de una acción, proyecto o misión.
No es la primera vez. Ya ocurrió con los Archivos FinCen, los Panama Papers y los LuxLeaks.
“Alguien” –cuya identidad nadie ha mencionado- tuvo acceso a los archivos de la firma de abogados. Ese “alguien” logró transferir a medios de memoria un número indeterminado de archivos o de páginas de los archivos de os clientes. He oído la cifra de doce millones de páginas lo que sugiere que se trata de páginas de documentos. No sabemos si son todos los archivos o si ese alguien aplicó criterios prestablecidos para seleccionar los documentos. Tampoco sabemos si son todos los documentos existentes en los archivos generales de la firma de abogados o una parte de ellos. Por una vía y por motivos desconocidos, ese “alguien” entregó –filtró- los documentos los cuales llegaron a una organización denominada International Consortium of Investigative Journalists (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación). Desconozco los detalles del consorcio y no me parecen relevantes para este artículo. En algún eslabón de la cadena tuvieron participación dos –o quizás más de dos- grupos muy importantes de medios de comunicación de países del primer mundo. Se ha mencionado que los archivos se distribuyeron entre cerca de 600 periodistas de investigación relacionados con más de cien países quienes revisaron y analizaron los archivos que les hicieron llegar presumiblemente relacionados con personas del país al cual estaban más vinculados. Pareciera que varios gobiernos han tenido acceso a todo o parte de los archivos y presumo que se trata de los archivos que conciernen a sus países.
Observa que nos han llevado a pensar que la labor de investigación fue realizada por los periodistas de investigación, que pareciera que no acudieron por ayuda o asistencia a organismos de policía o de inteligencia, no se ha oído de delaciones ni de represalias ni que los organismos de policía o de inteligencia detectaron la operación que estaba en curso. Debió haber sido una labor periodística extremadamente discreta si no secreta, ciertamente que arriesgada y muy bien coordinada. Podemos presumir que, desde que comenzó a actuar ese “alguien” hasta las publicaciones que recibimos actualmente casi que diariamente, hubo una planificación bien concebida.
Los periodistas han tenido una participación importantísima al exponer a los pueblos, naciones u organizaciones las inequidades que llegaron a conocer y a investigar. A ellos –los periodistas virtuosos y con ideales altruistas- , palabras de aliento y gratitud por sus intentos, sus logros y sus éxitos aun cuando en algún momento hayan pensado que mordieron el barro del fracaso. Viene a la memoria un logro excepcional y punto de quiebre en la Historia entre el siglo XVIII y XIX que fue la abolición de la esclavitud (cuyos principales explotadores eran miembros de las clases altas y comerciantes enriquecidos). Y hubo muchos, muchísimos otros.
Sí quiero ser enfático. No les otorgo poder ni valor a los periodistas malintencionados, desviados o desquiciados. Por el contrario, admiro a los periodistas y comunicadores que marcan sus nombres y apellidos con hierros al rojo vivo sobre la faz de la tierra por su valentía, hidalguía, nobleza, entereza, ecuanimidad y objetividad.
Como verás, no me dedicaré a nombrar personas, sociedades, países ni a indicar a los casi cincuenta países que son o fueron – total o parcialmente – paraísos fiscales (“tax heavens” en inglés). Listas de paraísos fiscales hay a montones y países que jamás has oído nombrar tienen como propósito fundamental servir como paraísos fiscales. Sí creo que es cierta la afirmación que los paraísos fiscales orbitan alrededor de cuatro países y –coincidencialmente- los cuatro son países europeos. Tampoco indicaré aquellos países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) o del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) creado por el G4 -que son entidades multilaterales cuyos objetivos incluyen la extinción del lavado de dinero y el financiamiento al terrorismo- que no son paraísos fiscales propiamente dichos aun cuando conceden algunas ventajas importantes de corte fiscal y que atraen capitales extranjeros. Un hito histórico es ahora el ciberespacio y sus productos actuales: las criptomonedas y los NFTs (Non Fungible Tokens) y los que vendrán cuando superen la tecnología actual de “blockchain” y logren eludir los controles sobre Internet. A Panamá no puedo dejar de mencionarla pues allí fue el origen de este evento. Tampoco mencionaré modelos de estructuración porque no es ése el objetivo ni comentaré sobre esquemas fraudulentos porque los desconozco.
Este tema de hoy es delicado, complejo y tiene conexiones con muy variadas conductas, fenómenos y ciencias sociales. Conductas y fenómenos que han ocurrido desde hace muchos siglos; antes y después de Cristo. Y como sucede frecuentemente: hay un lado iluminado, otro lado oscuro y, a veces, una delgada línea divisoria que separa a ambos lados. Esa línea divisoria puede tener su fuente en la ley o puede producir sus efectos de hecho.
Planeemos –de volar en un planeador que es una experiencia fantástica- entonces en silencio sobre este terreno que, como mencioné, tiene aristas –muchísimas- conocidas y otras desconocidas o inexplicables.
Comencemos por lo más sencillo: un hombre es propietario de un bien de valor y desea protegerlo de…los malhechores. Lo que haga el propietario para preservar su riqueza es sano. Puede decidir enterrar el bien (atención: la figura de enterrar aparecerá más adelante). Lo enfermizo es la conducta del malhechor. Estos actores han existido siempre: los honestos y los malhechores.
Aparece luego el personaje que llamaremos “Señor” – el señor, jefe, monarca. rey, emperador, presidente, dictador, tirano, y nuestra última invención: el gobierno (que, en realidad, no existe y que es tan entelequia como el “Estado” aunque creemos firmemente que sí existen). Hay dos tipos extremos de “Señor” y varias modalidades entre ellos: el “Señor Razonable” y el “Señor Voraz”.
Se supone que el Señor Razonable ofrece servicios de calidad y recauda fondos para prestarlos. Un hombre honesto determina la validez de la relación costo/beneficio. Si no le conviene, debería buscar una solución pero evadir sus obligaciones fiscales no es una solución. Se trata, en el fondo, de un juego peligroso y se llama “no me van a descubrir”. Quien evade sus obligaciones fiscales en una situación en la cual los beneficios superan o igualan la contribución, es un evasor. Es un delincuente y él mismo decide separarse y excluirse de la sociedad.
Nos interesa también el segundo –el Señor Voraz- quien se distingue por la voracidad fiscal: extrae todo y lo más que puede por vía de tributos, exacciones, confiscaciones, comisos, y hasta hurto y robo a mano armada. La voracidad fiscal del Señor Voraz es un estímulo para que los honestos y sus capitales migren a otras jurisdicciones. Las acciones del hombre honesto son sanas. Lo enfermizo es la ambición del Señor Voraz. Jugar con el Señor Voraz al “no me van a descubrir” es una torpeza. O te descubren o se filtra un Pandora Papers donde apareces al desnudo.
Ahora veamos otros dos puntos de vista.
El primero, una estructuración y que no perjudica a nadie: padre y madre desean asegurarse que su hijo discapacitado –incapaz de administrar sus bienes- tenga lo necesario para su vida. Su país de residencia y domicilio es corrupto y los jueces indolentes, despiadados y mercenarios. Además sucede que las leyes de ese país de residencia y domicilio son arcaicas o desquiciadas; son leyes malas (“bad law”). Recurren a un país cuya legislación –más avanzada- ofrece las oportunidades que persiguen. Los fondos son legítimos, han pasado por el proceso de tributación y se encuentran disponibles. ¿Quién se atreve a lanzar el primer soplido que no la primera piedra? Pongo mi mano sobre el fuego por muchos abogados y consultores que, de buena fe y con las mejores intenciones, se quiebran la cabeza para buscar soluciones para el padre, la madre y el hijo.
El segundo: El narcotraficante PP (igual aplica a bolichicos, a enchufados y a usurpadores) –gran jefe de un cartel cuya vida es una miseria rodeada de dinero que no puede gastar, vacaciones que no puede disfrutar, subalternos que le miden con los ojos el diámetro de su cuello para escoger el puñal para degollarlo y ni pensar en salir de su madriguera, obras de arte que debe “legitimar” en las cajas de seguridad de ciertos bancos en algún país y que por años no contemplará, que necesita lavar, literalmente, millones si no billones de divisas extranjeras fuertes – dólares, euros, francos suizos, libras esterlinas y otras mutaciones como los rublos, yuhanes y et etc. o enterrarlas cual el hombre honesto mencionado arriba. Y aquí aparecen unos depredadores malignos y perjudiciales: los malhechores, bancos aguantadores, consultores a comisión, bufetes de abogados sin principios, asesores fiscales y financieros en pos de riquezas por servir o intermediar, y los “Señores del Crimen” que son aquellos países que mantienen los registros secretos y el secreto bancario.
Dios guarde a V. E. muchos años.
@Nash_Axelrod